MOSH (Capítulo uno)
Pareja: JaeMin
Género: AU / Punk / Romance / Slash / La Buena vida (?) / T
Estado: En proceso
Resumen: Todas las razones por las que Shim Changmin no debería dejar a su vecino entrar en su casa, son las mismas por las cuales termina abriéndole la puerta.
El timbre de su casa suena. Changmin se limpia el sudor de la frente con el dorso de su muñeca y mano. Arrugando la nariz mientras le da un vistazo al reloj de pared de la sala que ha colgado al parecer hace unas tres horas atrás ya que las manecillas dictan que son las siete. Dios. El tiempo se pasa volando y él todavía no ha terminado ni con la mitad de las cajas. Shim se incorpora con pesar pues se hallaba de rodillas metiendo su ropa en la cómoda de su cuarto.
¿Quién sería?
Pasa por el comedor que ha armado con Yoochun hace un par de horas, antes de que el pelinegro recibiera un telefonazo de su esposa y tuviera que irse en carrera. La segunda tocada del timbre le agarra a mitad de la sala. Changmin camina los últimos pasos que le quedan en dirección a la puerta con un poco más de prisa.
¿Yoochun se habría olvidado de algo? No. Le hubiera llamado de ser así.
¿Yoochun se habría olvidado de algo? No. Le hubiera llamado de ser así.
Changmin intenta limpiarse las manos en su remera, sabe que debe lucir y oler espantoso, así que se toma un momento para alzarse el polo y poder secarse el sudor algo mejor, aunque lo único que logra es terminarse de hacer mugre la camiseta. Antes de abrir la puerta pega un pequeño vistazo por el mirador y se queda algo sorprendido al encontrar un estilo de cabello algo difícil de confundir.
¿Pero qué demonios? Es todo cuanto piensa, pero sus manos mueven el cerrojo, y sus dedos por último, el picaporte, para poder abrir la puerta y así finalmente tener su extravagante vecino frente asimismo.
A ese tal Jaejoong según Yoochun le había dicho.
“¿Hola, puedo ayudarte en algo?” le saluda no pudiendo evitar arrugar el ceño pues... ¿porqué está ese chiquillo en su pórtico?
“Hola” el muchacho le responde.
Changmin se rasca la barbilla, esperando una explicación. Pero el muchacho tan solo exhala aire irritadamente por su nariz, mirándole con total desinterés.
“Mira normalmente puedo negarme a este tipo de cosas ¿sabes?,” el chico le dice y las calaveras que trae atadas al cuello parecen tener cascabeles dentro porque suenan cuando aquel pelinegro ladea la cabeza con molestia.
Changmin se rasca la barbilla, esperando una explicación. Pero el muchacho tan solo exhala aire irritadamente por su nariz, mirándole con total desinterés.
“Mira normalmente puedo negarme a este tipo de cosas ¿sabes?,” el chico le dice y las calaveras que trae atadas al cuello parecen tener cascabeles dentro porque suenan cuando aquel pelinegro ladea la cabeza con molestia.
“¿Disculpa?” es todo lo que Changmin puede preguntar.
El otro muchacho suspira impacientemente, sus ojos negros le enfrentan sin reparos, el abogado se siente de pronto bastante incómodo. No es que hubiera esperado que aquel muchacho tuviera los mejores modales del mundo pero ¿que no es él el que está ahí tocando la puerta de su casa? Sinceramente Changmin no entiende nada…
“Es tu regalo de bienvenida,” le dice Jaejoong, vocalizando las palabras lo suficientemente bien para hacer notar el arete de su lengua.
Dos posibilidades atraviesan el cerebro de Changmin entonces y ninguna de ellas son exactamente buenas. La mente del castaño trabaja rápida. Yoochun habla en su cabeza entonces "a menos que quieran que lo haga"
¿Es que Yoochun intenta jugarle una broma? ¿Hacerle tragar sus palabras tempranas? Eso suena definitivamente como algo que ese puñetas haría.
Dos posibilidades atraviesan el cerebro de Changmin entonces y ninguna de ellas son exactamente buenas. La mente del castaño trabaja rápida. Yoochun habla en su cabeza entonces "a menos que quieran que lo haga"
¿Es que Yoochun intenta jugarle una broma? ¿Hacerle tragar sus palabras tempranas? Eso suena definitivamente como algo que ese puñetas haría.
Changmin se muerde los cachetes por dentro entre incrédulo e indignado ¿y entonces qué? ¿Acaso ese chiquillo - ahora vecino suyo - ¿era un scort? De serlo esto estaba mal en tantos niveles. El pelinegro frente a él alza una ceja cuando no recibe respuesta..
Shim tiene que preguntar, “¿Yoochun te ha mandado aquí?”
El muchacho parece reconocer el nombre.
“¿Qué tiene que ver Yoo..?” el muchacho ahora arruga la cara, sus ojos delineados de negro oscuro se entrecierran con desconcierto antes de denotar reconocimiento, “¡oh! ¡demonios! no tío, ok, puede que haya elegido mal las palabras” un esbozo de sonrisa aparece en sus labios y Changmin puede verlo al fin.
El chiquillo es muy apuesto, con un corte de pelo socialmente aceptable quizás luciría mejor que los guapos promedio, “me gustan los tios pero los de mi grupo etáreo ¿sabes?”
El chiquillo es muy apuesto, con un corte de pelo socialmente aceptable quizás luciría mejor que los guapos promedio, “me gustan los tios pero los de mi grupo etáreo ¿sabes?”
A Changmin no le gusta para nada el tono tan informal del muchacho, ni que acabara de llamarle viejo cuando va a cumplir 34 la semana que entra, bueno muy ciertamente aquel niñato es mucho más joven que él pero eso no lo convertía automáticamente en un geriatrico fragil ¿okay?
“¿Ves a esa anciana en la puerta de la casa del frente?” Jaejoong prosigue.
Changmin dirige la mirada hacia la casa que debe ser también la de aquel muchacho pues lo había visto entrar en ella por la mañana y ubica a una anciana apoyada en el marco de la puerta.
Shim entrecierra el ceño sin entender, Jaejoong suspira.
“Pues verás es algo chapada a la antigua y ya sabes a su generación la cordialidad les corroe las venas y me ha enviado a darte esto,” Jaejoong le extiende las manos.
Changmin baja la mirada de su ridículo peinado a sus manos y encuentra un pastel de chocolate, otra ceja escéptica arruga su frente.
“Si bueno, bienvenido al vecindario o lo que sea,” Jaejoong le dice.
Changmin continua analizando la torta con sospecha.
“Mira si no coges la maldita torta, Claudia no va a dejarme tranquilo ¿vale? ya te digo que vendría ella y su bondad sin fronteras pero cruzar la calle le toma horas, ni mencionar que bajar esos dos escalones son una potencial amenaza para su cadera, así que no la obligues a hacerlo.”
El castaño estira las manos entonces y el excéntrico muchacho deja el pastel en las suyas para luego voltear y alzarle los pulgares a la abuela quién solo sonríe y vuelve a entrar en la casa. Parece una persona preciosa... a diferencia del nieto.
Changmin debe admitir que la torta huele bastante bien así que le dirige una especie de asentimiento al punketo y hace el ademán de doblar en sus talones para reingresar en su casa pero la voz del otro habla desde el umbral de nuevo, captando su atención, “eh tío son 20 dólares.”
Changmin se descoloca por un segundo.
“¿Disculpa?” le pregunta.
“No creerás que he venido a dejarte una torta de gratis.”
“Pero yo no te he pedido una torta.”
“Pues no puedo pedirle esos 20 a Claudia, es una anciana ¿qué pasa contigo?” le dice estirando la mano como si Changmin realmente debiera pagarle un centavo.
Changmin le mira incrédulo, “pues en ese caso puedes tomar tu torta de regreso,” le dice tirándosela.
Jaejoong la coge apenas, “¿pero qué hago yo con una torta de chocolate? Sabes lo que esta cantidad de azucar le hace a tu perimetro abdominal?”
Changmin no se lo puede creer.
“Tienes que estarme jodiendo,” sisea, metiéndose las manos al bolsillo para sacar su billetera, extraer un billete de 20 y tirárselos por la cara mientras le arrancha la torta de las garras, “ahí tienes, ahora fuera de mi pórtico ¡MALDITA SEA!” le grita, no va a quedarse ahí jugando con un niñato exhasperante cuando tiene cajas por desempacar aguardándole dentro.
Indignado dobla sobre sus talones, entra en su casa y tira la puerta tras de sí, pero no escucha el portazo sino un ruido seco y luego la puerta le rebota en la espalda.
Changmin vuelve la mirada hacia la enorme bota que ha detenido la puerta de cerrarse e inspira aire por la nariz con la esperanza de que le llegue al cerebro y le baje los humos o va a terminar siendo expulsado de la comunidad por descuartizar al punk de la cuadra, cuando ni siquiera lleva 24 horas oficialmente en el lugar.
“¿O sea que me hago todo el viajecito desde la tienda acá, y no vas a darme siquiera un pedazo?”
Y Changmin creía que Yoochun era el ser más caradura de la faz de la tierra. La cólera le hace saltar las yugulares conforme termina de darse la vuelta para encararlo de nuevo.
Sus ojos castaños se encuentran con unos negros. Y hay un algo ¿ya? Algo aparte de la completa impotencia que el respeto a los derechos humanos ejerce sobre sus hombros. Hay una chispa extraña, un algo que le dice que quizás sea mejor solo tragarse la cólera, cerrar la puerta y decir gracias por la torta no quiero volver a verte en lo que nos queda de vivir en la misma cuadra. Porque aquel muchacho le mira divertido, al fin interesado e interés no es algo que Changmin deba causar en un chiquillo cuyos pantalones enseñan los huesos de su cadera.
Pero curiosidad y adrenocorticotropina afloran desde aquella aventurera parte de sí mismo que muy rara vez se deja ver.
Sus ojos peinan de nuevo aquel cabello ridículo y la mente del mayor se pregunta cuánto tiempo le tomará al muchacho armarse todo ese desastre allá arriba cuando su pelo muy probablemente es tan lacio como el de todo asiático.
Sus ojos peinan de nuevo aquel cabello ridículo y la mente del mayor se pregunta cuánto tiempo le tomará al muchacho armarse todo ese desastre allá arriba cuando su pelo muy probablemente es tan lacio como el de todo asiático.
“¿Qué es lo que quieres Jaejoong?” le pregunta entonces, haciendo todas sus preguntas a un lado, intentando ser cortante.
“¿Qué podría querer Changmin?” Kim le pregunta a su vez fingiendo inocencia.
Ambos se olvidan de preguntarse como saben sus nombres.
El castaño se remueve en su lugar porque es consciente de cual es aquí la decisión correcta pero teme que quizás esta vez vaya a ignorarla mientras observa los labios cerezas del muchacho iluminado tan solo por la luz que viene desde su sala pues no ha prendido la del pórtico al venir. Aun así Jaejoong luce sumamente atractivo, joven, un bebé de labios lo suficiente gruesos para brindar atenciones por las cuales vaciar la billetera - si es que te iban ese tipo de cosas. Changmin no era de esos felizmente.
“Eres un mocoso de pocos modales ¿sabes? No debería pero si con esto dejarás de fastidiarme, adelante. Pero acabo de terminar de amueblar la cocina así que tendrás que lavar tu plato al terminar,” le dice dándose la vuelta e ingresando por el pasillo, dejando la puerta abierta para que Jaejoong entre a su vez.
“Eres un mocoso de pocos modales ¿sabes? No debería pero si con esto dejarás de fastidiarme, adelante. Pero acabo de terminar de amueblar la cocina así que tendrás que lavar tu plato al terminar,” le dice dándose la vuelta e ingresando por el pasillo, dejando la puerta abierta para que Jaejoong entre a su vez.
“No hay problema, soy perfectamente capaz de hacer mucho con estas manos o eso me han dicho.”
El chiquillo rie sin pudores, sus botas retintinean con cada paso que da y hacen que los pantalones de Changmin se sientan un poco más apretados. El castaño voltea a mirarlo mientras termina de cruzar el comedor en su dirección a la cocina, captando claramente su insinuación.
El chiquillo rie sin pudores, sus botas retintinean con cada paso que da y hacen que los pantalones de Changmin se sientan un poco más apretados. El castaño voltea a mirarlo mientras termina de cruzar el comedor en su dirección a la cocina, captando claramente su insinuación.
Su mente - oh siempre tan aguda - saca una perfecta cuenta de los meses que han pasado desde la última vez que se ha permitido curiosear fuera de su cremallera. Changmin decide dejar de pensar estupideces y mejor sacar dos platos de uno de los cajones del repostero para luego ponerlos sobre la alacena.
“¿Qué tan grande vas a querer tu pedazo?” le pregunta.
¿Es en serio Changmin? - se resondra, ante su paupérrima elección de palabras. A esas alturas ni siquiera sabe a qué demonios intenta jugar, o si juega si quiera.
“Bueno no todos los días se tiene unos 35 cm a disposición,” Jaejoong le responde sin pudor mirando hacia sus genitales, el atisbo de bulto que se deja ver a través del delgado buzo que el abogado se ha puesto para estar cómodo al desempolvar y mover las cosas, es inocente. Es simplemente su anatomía. Ha sido dotado de esa forma ¿vale? No va a disculparse por ello.
Changmin decide ignorarle. Está en terreno minado. Su vecino no tenía porque saber de sus preferencias sexuales. Mucho menos pensar que tiene algún tipo de ventana aquí.
Inaceptable.
"Si no vas a comer en silencio vas a tener que retirarte"
Inaceptable.
"Si no vas a comer en silencio vas a tener que retirarte"
Jaejoong le aprisiona contra la alacena entonces. Manos sobre las suyas. Suaves. Sensuales, “puedo ser discreto.”
El cuchillo escapa de las manos del abogado al piso y le disparan el límbico cuando cae peligrosamente cercano a sus pies.
“¿Que crees que haces? ¿Quién te crees que soy?,” le dice codeándole para que lo suelte, porque en realidad no puede, ese ahí si bien es un chiquillo que quizás todavía no fuera adulto en sí ¿Habría sacado ya el carnet? Changmin esperaba que sí. De lo contrario le pondrían tras las rejas porque su cuerpo está respondiendo a esto.
“No lo sé, no parece que esté muy equivocado" el muchacho le responde dirigiéndose a su ahora muy obvia erección contra la alacena.
“Ha pasado un poco de tiempo desde que me tiré un polvo, es todo” le responde el mayor, sin saber cómo detenerse, cómo detenerle. La excitación le corroe las venas como una droga de elevado metabolismo.
Jaejoong le gruñe al oído una pregunta que logra desarmarle por un par de segundos, “¿Y quién dice que está consiguiendo un polvo hoy?”
El chiquillo es definitivamente peligroso y Changmin debería alejarle justo ahora.
“Tengo tu polla contra mi trasero, no creo que mis conclusiones estén tan fuera de lugar,” procede a empujarle y es más suave de lo que debería.
Estúpidas leyes y su sensitividad por la edad. Ah pero él si tiene alevosía mueva o no un dedo aquí ¿no es así? Changmin se vira para enfrentarlo. Los ojos negros brillan.
"Deberías irte"
“Tengo tu polla contra mi trasero, no creo que mis conclusiones estén tan fuera de lugar,” procede a empujarle y es más suave de lo que debería.
Estúpidas leyes y su sensitividad por la edad. Ah pero él si tiene alevosía mueva o no un dedo aquí ¿no es así? Changmin se vira para enfrentarlo. Los ojos negros brillan.
"Deberías irte"
"Pensé que me invitaría torta señor Shim."
"Ya no. Perdiste tus privilegios, tienes que aprender que tus acciones tienen consecuencias, deja que esta sea una lección para ti, probablemente estés acostumbrado a hacer lo que te plazca, pero en un futuro piénsalo dos veces si vas a restregar tu pene contra alguien sin antes recibir consentimiento."
"Suenas demasiado moralista para la erección que traes," Jaejoong contrataca.
"Por eso mismo te digo que deberías retirarte."
Jaejoong da un paso hacia él, "pero no podemos solo dejarte así"
Changmin suspira. La presión en sus pantalones empieza a exigirle atención. Jaejoong da otro paso hacia él en su descuido. Que le lleve una cabeza es irrisorio. Jaejoong ha de saberlo porque ese es su maldito ángulo. Sus ojos negros así. Prometen cosas que no han de decirse en voz alta.
Alguna voz en su mente que se apaga progresivamente grita, NO! Pero el castaño la ignora porque esas manos ajenas juegan con el elástico de su buzo en su cintura. Changmin se siente mareado cuando Jaejoong baja sus boxers con índices y oponentes arrancándole un jadeo de libertad bendita.
Jaejoong se relame los labios.
“Serán 30 dólares de cargo por el favorcito,” el chiquillo le dice para luego arrodillarse.
Honestamente Changmin no puede negarle nada, tan solo le coge de los cabellos con desesperación y lo obliga a engullirlo por completo.