Sí, te amo.
Les recomiendo que lo lean con Fix you de coldplay de
fondo, ayuda a entrar en catarsis C: y llorar como marranas como yo escribiéndolo
wuju! :D Gracias a las que siguieron esta historia ;____; Son demasiado lindas ♥
CAPÍTULO 5: Between life and death
La vida se me escapa en
suspiros tengo el café más horrible que he podido probar en mi vida pendiendo
de mis manos y no sé ni cómo, Yoochun debe habérmelo dado. No nos han dejado
entrar, aunque he peleado, el doctor ha dicho que no debemos suponerte stress
alguno así que supongo soy de todos nosotros el más contraindicado.
Tienes que pasar la
evaluación psicológica antes de que te permitan hablar con nadie, quieren saber
a ciencia cierta cuanto te han dañado, y no, físicamente no es a lo que me
refiero. Y la sola palabra me pone enfermo.
Para serte sincero he
querido pagar a terceros para hacer validar una justicia que necesito, he
levantado ese teléfono tantas veces sediento de sangre, convertido en un monstruo
y me ha importado mierda incluso verme al maldito espero, pero Changmin ¿importa
eso ya? Nunca he esperado irme al cielo, y como sea ahora que estás despierto
Changmin, ya ha dejado de importarme lo que les pase a sus miserables vidas.
Sinceramente. Estás aquí, respiras, y por ahora que se pudran en la cárcel me
basta.
Dios. La espera me
mata, puedo verte a través del vidrio, puedo ver tus ojos castaños, los
movimientos oculares de los mismos, tus asentimientos de cabeza lacónicos, tu
ceño sereno y estás aquí de nuevo. Estas aquí Changmin y lo único que realmente
me importa ahora es si querrás o no verme.
Yunho no nos ha dejado
irnos. Nos ha dicho que entenderás. Y la verdad…no le creo. Eres difícil. Eres
el Himalaya. Y te amo. Te amo Changmin pero un rechazo va a terminar de
pulverizarme el todo. Al menos lo que queda.
Porque acá no hay
verdades a medias. Todo lo que debes saber lo sabes. Y tomaste una
decisión al respecto. Me lastimaste, te
lastimé, nos lastimamos, y es un proceso por el que ninguno quiere pasar de
nuevo. Y sé que ni Yoochun ni Junsu se irán si yo no lo hago porque no van a
dejarme y porque quieren tocarte para poder respirar de nuevo, quieren al igual
que yo, confirmar con sus propias manos que estás despierto, que estás acá y no
en algún lugar inalcanzable.
Pero la incertidumbre
es dura. Y este vidrio que nos separa es tan seguro que da ganas de solo
quedarse aquí y verte moviéndote por siempre. Vivir en la utopía de un
desenlace feliz en el que nos recibas de brazos abiertos, en el que
quizás…quizás me des un beso de esos que muero por recibir desde hace cuatro
años.
He consumido tanta
cafeína en las últimas 12 horas que el cuerpo me tiembla. Me resigno a dormir
por temor que esto más bien sea el sueño y que me despierte en tu regazo con
esa maldita máquina zumbándome los oídos.
Cuando terminen de
examinarte supongo que Yunho será el primer privilegiado en verte y no me
quejo. Si pudiera esperar unas 78 más antes de enfrentarte gustoso lo haría, un
maldito mes.
Pero creo que esperar
suena demasiado sencillo para ti ¿no? cruel hijo de puta. Yunho entra a verte
cuando se lo indican y le veo lanzarse sobre ti después de que le diriges el
primer hola, porque de seguro tu voz suena gruesa y rasposa por el desuso, por todos
esos tubos que han estado antes en donde ventila el aire ahora.
Su conversación es
sencilla, concisa, él te pone al día en menos de cinco minutos, y lo odio pero
son cuatro años con él, cuatro, que ninguno de nosotros podrá recuperar jamás.
Hay cuatro años de lágrimas, miedo y falta de apetito. Cuatro años de una barba
de tres o cuatro días, hay presentaciones, backstages y miradas. Hay un lazo
extra que ha sobrevivido críticas y llenado exquisitas expectativas. Y los
celos me corroen de una manera animal debo confesarte. Pero son celos que debo
tragarme.
Pero mostrarme eso no
te basta, porque de nuevo, Changmin, eres un muy cruel hijo de puta y mandas
dicho con Yunho que Junsu y Yoochun pueden entrar a verte. Y no está bien. Y no
voy a mentirle a Yunho, no le voy a esconder mis ojos rojizos. Porque esto
duele, saber que te he perdido duele como nunca nada. Y necesito un cigarrillo,
o un desfibrilador. Pero el desfibrilador suena a mucho trabajo y tengo un
paquete de cigarrillos en el bolsillo derecho ¿Y QUÉ MIERDA ME IMPORTA A MÍ SI
ESTO ES UN HOSPITAL? Los muertos no deben seguir los reglamentos civiles, y si
mi corazón acaba de morir, cuento como muerto de algún modo ¿no?
Yunho ni siquiera me
reprende cuando me ve con el cigarro en los dedos y sus ojos son tan
condescendientes que tengo ganas de partirle la cara de un puñetazo como
aquellas veces en que intentaba hacerme de psicólogo o de padre cuando las
guarradas se volvían cosa de tres veces a la semana ¡TENÍA 22 POR EL AMOR DE
DIOS! ¿PARA QUE MIERDA HACÍA TANTA PLATA SINO PODÍA DISFRUTARLA?
Exhalo el aire por mis
fosas nasales, exasperado. El encendedor, Jaejoong. El encendedor. Yoochun está
dentro contigo y el buen samaritano de Yunho ha asistido a demasiados
seminarios de “¿sabe usted cuánta mierda contiene un cigarro?” como para que
lleve un encendedor en alguno de sus bolsillos. Y esto va a sonar a muy de
drogadicto pero necesito nicotina ahora mismo. Y alejarme de él antes de que le
ganen sus ganas de citarme algo que de hecho tendrá cáncer de pulmón entre sus
párrafos.
Me pongo de pie, y
camino a no sé dónde. Nunca he estado en este hospital en mi vida pero supongo
que alguno de estos pasillos debe llevarme a algún lugar abierto en el cuál
pueda ubicar a alguno de mis hermanos anónimos para sacarme del problema.
Pero parece que la
gente educa muy bien a sus hijos hoy en día, porque afuera no ubico a nadie y
¿qué le pasa al mundo? ¿A nuestro asianismo? ¿No se supone que nuestro continente
impulsa la industria del tabaco como ninguno? ¿Vamos a dejar que nos superen
los rusos? ¡Venga!
“Disculpa, esto es un
hospital.”
“No me digas…”
“Señor, voy a llamar a
seguridad,” la voz de la muchacha termina de tocarme las pelotas.
Volteo sobre mis
talones y ella me reconoce demasiado tarde. Sus ojos se abren a un punto caricaturesco,
las palabras mueren en su boca y el profesionalismo se le va muy al carajo. Y
quiero destruirla como tú me has destruido a mí. Porque si algo me han probado
estas últimas semanas es que soy un maldito animal de bajos y sucios instintos.
Pero el aliento se me
atora en la garganta con las palabras que iba a decirle. Porque una mano se
apoya en su hombro, y es una que reconozco al instante, son dedos largos que
reconocería donde fuera, los he visto sujetar tantas cosas, infundirme
sensaciones que no puede describir ahora tan temprano…
“Disculpa yo me encargo
de esto,” le dices.
Y la muchacha es solo
gas, un cuerpo sin alma, que apenas asiente porque trabaja aquí, y es un
profesional de la salud, y tiene una reputación que mantener. Y probablemente
algún paciente al cual nebulizar, o un baño en el cuál encerrarse a meditar qué
demonios le ha sucedido en los últimos dos minutos, porque huye al segundo.
Me miras. Y tu rostro
es tan blanco que me hallo de pronto gritándote, “¿qué mierda haces aquí? ¡Vuelve
a tu cama!”
Tu serenidad se
quiebra, tus ojos pierden la simetría, tus encías lucen deshidratadas pero esa
sonrisa es aun así mi favorita. Con dientes tan blancos que ciegan. Y en
general terminan de noquear la última de mis neuronas porque no entiendo
nada. Absolutamente nada y mis rodillas
son débiles con los dos pasos lánguidos que mis piernas dan para jalarte hacia
mí.
Porque te has reído y
si eso no es un “ven, cómeme la boca” tendré que descolgar el diploma en lenguaje
corporal que tengo en mi sala. Pero retrocedes un paso. Inhalas aire por la
nariz como si estuvieras lidiando con un nene problemático y me gruñes.
“Por dios aquí no,
Jaejoong.”
Y quiero refutarte,
luchar por ese beso que necesito pero no sé lo que tu “aquí no” significa, si
es que puedo hacerlo en otro sitio o si no puedo venirte con estupideces en un
sitio como este en el cuál no puedes arrancarme la cabeza. Y quiero preguntarte
pero mi cara de idiota lastimero aparentemente hace todo el trabajo porque me
jalas de la camiseta para incitarme a que te siga. Y esa indecente bata hace
que se te vea media nalga dependiendo de que pierna es la que uses para dar el
paso.
Y podría advertirte,
pero la vista está bastante buena.
Recorres los pasillos y
sé que no estamos volviendo a tu habitación porque en ningún momento bajé
escaleras y ahora estamos subiéndolas. Y no sé si sabes a dónde vas, porque
pareciera que sí y quiero preguntarte cómo, porque estoy algo seguro de que tú
tampoco has estado antes aquí y dudo que todos los hospitales tengan planos
similares.
Como sea, llegamos a un
cuarto pequeño con a su vez unas dos pequeñas camillas que tienen encima una
gran cantidad de sábanas blancas cuidadosamente dobladas.
“Nadie sube aquí hasta
las 4 casi nunca, pero por si acaso,” me dices antes de trancar la chapa.
Y de pronto me escucho
ahogar un bramido de dolor, te volteas al instantes y mi torso colapsa sobre el
tuyo, mis brazos se cierran en torno al tercio superior de tu espalda y te apretó
tan fuerte que sé debe dolerte o asfixiarte pero no me detengo, y lloro cada
pedazo de desesperación que me ha consumido el último mes, viéndote tirado en
una cama, sumido en un coma del cuál no podía despertarte, te lloro como lo hice
esa vez después de encerrarme en mi cuarto del departamento que compartía ahora
con tan solo dos personas. Te lloro mi vida entera, porque no significa mierda
sino te tengo Changmin.
Te lloro a gritos
ahogados entre mis dientes y la tela de la bata que cubre tu hombro derecho.
Hasta mojarte la propia piel. Mi cuerpo se convulsiona del alivio porque puedo
enterrarte las uñas en la escápula y puedo escucharte quejarte del dolor pero
no alejarme.
“¿Cómo pudiste?” Te rezondro y tengo tan poca voz que me doy
pena a mí mismo, “tienes idea de cuánto, cuánto yo…”
Me sujetas de la parte
atrás de mi cabeza y me apegas aún más al hueco de tu hombro, “estoy aquí,” me
susurras.
Y puede que pase un
tiempo algo largo contigo en mis brazos y yo en los tuyos, puede que pase un
tiempo tan largo que me quede dormido en tus brazos, puede que…pero cuando
ocurre no lo noto, siento que paso todo el tiempo solo viendo directamente a
tus ojos castaños, perdiéndome en tus largas pestañas como aprendí a hacer
desde esa vez que te dormiste a mi cuidado en el sillón de la sala y no pude
evitar robarte tu primer beso.
Cuando despierto estoy
tirado en una de las camillas y tú estás mirándome desde la otra, las sábanas están
regadas en el piso, algunas dobladas, algunas otras no y alguien va a putearnos
cuando entre aquí a por sus preciosas sábanas.
“Se supone que eres tú
quien debe cuidarme,” me dices.
Y lo más responsable
sería preguntarte cuanto tiempo ha pasado y si nuestros managers están buscándonos
como locos allá afuera, pero responsabilidad nunca ha sido una de mis mejores
cualidades.
“No debiste dejarme
dormir.”
“Era eso o dejar que
terminaras de mojarme la bata y ya me estaba entrando algo de frío.”
“¿Tienes frío?” me
levanto dispuesto a coger algunas sábanas y momificarte con ellas.
“Estoy bien,” me
aseguras incorporándote tú también.
“¿No dormiste nada?” te
pregunto bobamente, porque bobo soy y siempre seré cuando estamos juntos.
Me diriges una débil
sonrisa, “no he hecho más que dormir por bastante tiempo ¿no?”
Yo bajo la mirada, hay
tantas cosas que quiero decirte que sinceramente no sé por cual empezar.
“Podrías solo empezar
diciendo te amo,” me dices.
Y esa es la cosa, Changmin,
ni siquiera he hablado. Y no lo sé, ¿puede uno sentirse orgulloso por algo como
eso? Porque orgullo es lo que siento, y es infinito, grande y a la vez hermoso.
Florece en la punta de mis dedos y produce cosquillas en mi estómago.
Y pongo un pie fuera de
esta camilla porque necesito tocarte, necesito susurrarte ese te amo y hacértelo
creer. Pero debajo de esa sábana hay al parecer otras dos y cuando mi peso se
apoya en ese solo pie, la dinámica no me juega una buena pasada, y caigo al
piso, golpeándome el trasero.
Tú no pareces
impresionado, te bajas despacio de la camilla y te arrodillas hasta mi altura, “¿justo
ahora, Jaejoong, en serio?”
Mi rostro debe lucir
tan avergonzado como yo mismo y solo quiero taparte esa cara de voldemort con
mi mano, porque esto es realmente vergonzoso y nada justo, pero me apartas la
mano sujetándola con la tuya misma y me besas.
Pones tus labios sobre
los míos y reclamas cada rincón de mi lengua con la mano libre sobre mi nuca
para asegurarte de que no vaya a golpearme la cabeza con nada ante tu
agresividad. Y eres suave, min, demasiado suave aunque el sonido de nuestras
cavidades diga lo contrario.
Siempre serás suave
porque eres mi niño y esto es rudo cuando yo lo decido.
Pero rudo será otro
día, ahora suave es todo cuánto necesito, es tu respiración contra mi mejilla y
ambas de tus manos ahora a cada lado de mi mandíbula lo que necesito. Solo
calidez y tu aroma en cada rincón de mi cerebro.
El beso termina en
lánguidos picos castos y un silencio cortado por respiraciones largas. Me
acaricias las mejillas con los pulgares y tus ojos castaños son tan del niño de
12 que conocí una tarde de Mayo.
“Quiero que no te quede
duda Jaejoong, que hay una cosa que a lo largo de todo este tiempo nunca ha cambiado,”
me susurras al oído y hay tanto calor como timidez corriendo por mi cuerpo.
“Lo sé,” te digo asintiendo,
porque lo sé, claro que lo sé.
“No, no lo sabes,
mírame, mírame hyung,” no puedo pero me obligas, tirando de mi mentón con tu
índice, “tanto hoy como ayer, como hace meses, o cuatro años siempre te he
amado ¿me escuchas?”
“Te amo también,” te digo, porque necesito que lo sepas también.
“Vale entonces,” me
susurras besándome otra vez, “y ahora que hemos esclarecido que estamos en la
misma página, hyung, creo que deberíamos darle tregua al pobre de Yunho.”
“Quedémonos solo otra
media horita,” te suplico, olisqueando tu cuello, sabes que con mis mañas no
puedes así que solo suspiras derrotado.
“Vale, pero no soy yo
quien se va a tragar su discurso, luego.”
“Siempre podemos jugar
con tu condición actual, deshidratarte un poco más los labios para hacerlo
parecer más real.”
“¿Es así como siempre
te sales con la tuya?”
“Más o menos,” tu mano
no tarda en golpearme el hombro.
Subimos a una de las
camillas después de eso, recojo algunas de las sábanas para acurrucarte en
ellas, y te sonrío apenas mientras te aprieto la nariz con mis dedos, feo niño
bonito, “nos quiero juntos de nuevos,” alcanzas a susurrarme y por lo pesada de
tu voz sé que estas a punto de quedarte dormido.
“Vamos a trabajar en
eso,” te respondo bajito pero con toda la firmeza y veracidad del mundo porque
es lo que sin duda haremos, “por ahora solo duerme hasta que nos encuentren.”
“La enfermera de las 4
parece fan, quizás vaya a aprovecharse,” te ríes ya entre sueños.
“Si soy su favorito no
tengo problema,” te respondo, el sueño empieza a picarme los parpados también.
“Pervertido.”
“Siempre…”
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Y CHAAAN haré
el epílogo, porque sé que quieren ver más OT5, así que llorarán conmigo ¿ya? De nuevo, gracias.