Changmin supo que había tocado fondo cuando sus pies le arrastraron al estante de libros de autoayuda de aquella librería cualquiera. Se miró las manos en puños. Y segundos después escapó de la tienda antes de que alguien pudiera verle. Llorar por alguien no era algo que hubiera vuelto a hacer desde que fuera un recién nacido y sus gritos fueran el único medio que tuviera para comunicarse con su madre.

Llorar por alguien era algo a lo que Shim no estaba familiarizado. Llorar por alguien le hacía sentir patético. Llorar por alguien no tenía sentido. Llorar no le iba a regresar en el tiempo. No le iba a transportar hacia ese día en el patio trasero en el que vio al emo de Kim Jaejoong por primera vez. Llorar solo le producía mocos. Le inflamaba la garganta, los ojos y deprimía su sistema inmunológico.

¡Dios! Para lo único que llorar le servía era para perder las sales de más.

Amaba a Jaejoong. Le quería a su lado, quería olfatearle, besarle, acariciarle. Apachurrarle contra su piel y así, no sé, devolverle la vida, la manera correcta de caminar, de hablar, el semblante sereno normal, el cutis perfecto, el puto corazón ¡maldita sea!

Pero no, Jaejoong no iba a hacerlo. Y las razones Changmin las sabía. Así que lo único que quedaba por hacer era olvidarlo. Sí. Iba a olvidarse de Jaejoong. Iba a terminar la universidad en año y medio. No volvería a verle. Él podría. Oh sí, lo haría, soportaría al pendejo de Park poniendo sus sucias manos en esa cintura que no le pertenecía. Podría soportar esas sonrisas de “que linda la vida” con las que el pelirrojo Kim se pavoneaba por los pasillos. Porque por supuesto que su vida era hermosa con Yoochun ahora seguramente follandole todas las noches.

Toda la clase volteó a verle cuando su rodilla golpeó la madera de la mesa por debajo, de pura rabia. Felizmente no compartían esa clase, suficiente de su dignidad había perdido ya frente a él. Y apreciaría si esa poquita que aún le sobraba se quedara intacta.

¿Siquiera Jaejoong habría pensado en el mensaje que muy indignamente él le había enviado? Muy probablemente no. Quizás lo hubiera leído con Yoochun incluso. Quizás se hubieran reído juntos. Pues ¡al carajo con él! ¡Y con su maldita rata de rulos negros!

Changmin no le necesitaba. Su cerebro y su corazón seguían estando dentro de su cuerpo. Seguían siendo su propiedad, Jaejoong podría haber hallado la forma de influir en ellos, pero Changmin seguía siendo su amo absoluto, volvería a gobernarlos. Les devolvería la homeostasis. Jaejoong y Yoochun podrían seguir amándose en sus narices. Ese no era su problema.

No iba a seguir lamentándose o comprando botellas de vodka de regreso a casa porque eso solo le hacía sentir más patético. Había hecho mal. Dios sí. Jaejoong le había echado fuera de su vida como puto castigo. Pero era hora de seguir adelante.

Era hora de dejar de comer duraznos a mitad de la madrugada porque no podía conciliar el maldito sueño. De dejar de espiarle detrás de esa puerta del salón del cuarto piso en el que practicaba para su audición por temor a que la perrita de Sena hiciera algo atroz como bajarle la confianza que él se había encargado de implantar en Jaejoong. Porque…al fin y al cabo. Ahora tenía a Yoochun a su lado ¿no?

Jaejoong no le necesitaba ya ni para eso.

Y estaba bien. Porque eso significaba que no había nada que los atara. Que lo único que hacía falta para volver a su antigua vida era olvidarle. Pero por el santo más bendito no era fácil, la teoría podía sonar tan ridículamente sencilla cuando se la gritaba así mismo en su cabeza, llevarlo a la práctica, sin embargo, era una historia diferente. Ya que por más que se dijera todas estas cosas frente al espejo cada día antes de ir clases, antes de exponerse a otras 8 horas curriculares de una realidad que hubiera sido la suya si no hubiera tomado las decisiones incorrectas que tomó. Al final del día, el resultado era el mismo, sus piernas arrastrándose calle abajo y un dolor en el pecho que le ponía de los nervios.

A veces le consolaba pensar que si nunca hubiera tenido este estúpido plan en un principio, seguramente nunca le hubiera conocido. Nunca hubiera sabido lo que era un Kim Jaejoong. Nunca hubiera sabido como amar se sentía en realidad.

Pero en otros momentos, le dolía como la puta mare. Se le atoraba peor que una espina de pescado en la garganta. Porque ¿De qué demonios le servía haber aprendido a amar cuando no era correspondido? ¿Eh?

¡De absolutamente nada!

La primera maldita semana sin Jaejoong había pasado tan increíblemente lenta para Changmin que este se había visto en la obligación de ponerse creativo con Cronos en esa réplica de la Death Note que una de sus locas admiradoras le había regalado cuando se habían enterado que ese anime le había gustado.

Para la segunda, los granos empezaron a brotarle irremediablemente en el rostro y  Shim había decidido que había sido suficiente y en un arranque de desesperación había eliminado su número. Para segundos después de que la sangre se le cayera a los pies por lo que acababa de hacer, se diera cuenta de algo incluso más triste… se había memorizado su número.

Y así esta tercera semana había dado inicio y Changmin ya se había decidido. Iba a dejarle atrás. Le iba a dejar atrás a él,  a su incapacidad de razonamiento y su desconocimiento de la ley del Talión. Y luego, luego buscaría a su verdadera doncella. La encontraría algún día. Y vivirían sus felices por siempre. Jaejoong le quedaría de recuerdo para nunca jamás volver a elegir un camino fácil. O anteponer sus necesidades sobre los de otros a costa de todo.

Sí, por la lección debía estar agradecido y solo decir adiós de una vez por todas. Dejar esas malsanas ganas de equilibrarle la balanza al pendejo de Yoochun. Porque él no era quien para ir sermoneando acerca de justicia a nadie. Así que solo se tragaría el cuanto le jodía en lo profundo del alma que Yoochun saliera tan parado en todo esto. Y solo se compraría una caja de 48 lápices mongol 2b para satisfacer ese nuevo malsano hobby que sus manos habían adquirido.

Eso sería todo. Y como un primer paso se había metido a unos cursos electivos para ocupar sus horas libres y no darle cabida a ese otro yo suyo que necesitaba dejar de ver tantas novelas cortavenas. Y para que al menos así su cuerpo se cansara un poco más y pudiera permitirle dormir y no hacer algo abominable como mirar el techo improductivamente o volver a mensajearle.

Claro que él no había sabido que la ex de determinado rulos se había matriculado a esas mismas clases de literatura.

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“Déjame escucharla,” Yoochun le jaloneó del brazo.

Jaejoong se abalanzó sobre los papeles que a su vez estaban sobre la carpeta, mientras recitaba un camuflado, “no”

“Tengo medios de separarte de ahí, Jaejoong.”

El pelirrojo se tensó sobre la madera y negó con la cabeza, “no digas que no te avisé.”

“¡VALE! ¡VALE!” chilló cuando sintió las manos del pelinegro sobre sus caderas.

Yoochun le sonrió, haciéndose unos rulos a un lado, y muy obviamente aguantándose las carcajadas. Estiró la mano y un muy sonrojado Jaejoong le extendió el file con los papeles llenos de rayones y la letra de una canción en la que había estado trabajando las últimas dos semanas y media para su audición.

Yoochun las pasó despacio entre sus dedos, leyendo cada línea. Y sintiendo como el pelirrojo frente a sí mismo enrojecía incluso más.

“Me complementas,” leyó en voz alta.

Y Jaejoong por la expresión sulfurada de su rostro pareció a punto de pasar a otra vida. Se tiró contra él semi abrazándolo, tan pero tan caliente que Yoochun pudo notar su superior temperatura aún a través del algodón de sus ropas, “no, no lo leas en voz alta,” le pidió, haciéndole cosquillas en la zona inmediatamente posterior a la piel de su oreja.

Yoochun temblequeó un poco en su lugar.

“Aish este niño,” le renegó con cariño después de los cinco segundos que le tomó respirar fuertemente por la nariz, alejándole porque su novio olía demasiado bien para su bienestar físico, “entendido, lo leeré en mi mente ¿estás contento?”

Jaejoong se separó apenas asintiendo con la cabeza, y dejándose caer sentado en el piso. Viendo al pelinegro sonreír con cada palabra y recostarse contra la pared del frente con el pulgar entre los dedos. Y sintiendo su cara arder aún más. Toda su cursilería estaba mal hecha, lo sabía.

Dios Yoochun no tendría el corazón para decírselo. Fallaría esa audición. Y…

“Ahora sí que estoy sorprendido, Kim,” Yoochun le habló entonces, “no había leído un trabajo tan bien hecho desde la última canción que escribí para…” se quedó callado un momento para luego sacar su iPod del bolsillo de sus pantalones, “pues bien creo que acabo de tener una revelación justo ahora.”

“¿Ah sí?”

“Ajá,” sus dedos empezaron a tocar una melodía en piano, y así ambos pasaron las siguientes tres tardes ahí encerrados.

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La verdad es que Changmin no había tenido la mínima intención de acercarse a ella.

Y por tanto ninguno de ambos había tenido contacto alguno hasta la tercera clase, y esa situación se había dado tan solo porque él había tardado en su otra clase y había tenido que sentarse en el único asiento vacío que, por razones que solo la perra del karma podría saber, había terminado siendo justamente al lado de ella.

Ninguno de ellos se había dado  cuenta realmente hasta que ella le pidió tajador…

Y bueno, en general, Changmin supo que estaba jodido por el tamaño del ceño de la muchacha. Y temió que ella le sacara la mierda a mitad de clase. Pero ella solo le había devuelto el tajador como si estuviera cochino y vuelto la mirada al pizarrón.

La chica era bastante bonita. Y tenía un aura cálida aun cuando obviamente le odiaba por lo que había hecho. Era exactamente lo que él había siempre añorado. Y fue la gota que colmó el vaso. Changmin se preguntó cómo demonios alguien así terminaría con Yoochun ¿Por qué Yoochun siempre tenía lo mejor? ¿Qué tenía de bueno ese pendejo que él no tuviera? ¡Él era mucho más guapo! Más alto, apostaba que mejores calificaciones, sus padres tenían dinero, enfermaba una vez cada dos o tres años ¡tenía buenos genes por el amor de Dios!

Y del puro enojo reunió caraduría suficiente para acercarse a ella al finalizar la clase. Y no, no había querido hacer nada malo. O pretenderla de las puras ganas de venganza si quiera.

Porque: Uno, la flaca seguía tan obvia e irrevocablemente enamorada de Yoochun que Changmin no comprendía como podía seguir respirando ¿Qué cómo lo sabía? Ah. Porque ser un sorry ass te brindaba la asombrosa habilidad de reconocer a otros con tus mismos pesares.

Dos, en el arte del filtreo era un pavo.

Tres, ella muy obviamente le había cruzado la cara de una cachetada porque ella al contrario de Sena, era una chica bien. Y a pesar del daño que habían infligido en ella, quería a ese vomitivo par de tortolitos.

Cuatro, porque necesitaba de alguien que le entendiera o iba a volverse un alcohólico, necesitaba de alguien o tendría que empezar en invertir en maquillaje para que esas bolsas debajo de sus ojos dejaran de lucir como los de Klin el maldito mapache de la no tan virgen de Candy. 

Y también porque muy dentro de él había querido entender porque alguien se fijaría en el pendejo de Yoochun. Porque quizás –Changmin había pensado – entendiéndolo sería capaz de convencer a su cerebro y a su jodido corazón, por más cursi que aquello sonase, que Jaejoong estaba tan bien con él como lucía. Y él así tendría una razón menos para seguir desvelándose cada noche con un celular al que nunca le llegaba el mensaje de texto que esperaba.

Ella le había mirado culpable segundos después de que su palma hubiera tornado el costado del  rostro de Changmin de ese color tan rojizo, aunque ambos supieran que se lo merecía. Y había tenido que luchar con las disculpas que querían abandonar sus labios. Changmin solo había asentido. Y vuelto por el lugar en el que vino, al menos por ese día.

Claro que acercarse a ella no había sido sencillo como podrán suponer, sobre todo por ese Jung Yunho que la revoloteaba siempre. Es más no había sido hasta que el susodicho hubiera intentado besarla forzosamente que había tenido oportunidad de hacer que la muchacha lo mirara con algo más que no fuera repugnancia. Tomaban el mismo camino a casa, aunque ninguno de ambos lo supiera hasta entonces. Por su diferencia de horarios. Y porque ninguno de ellos era muy observador al parecer. Changmin solo volvía a casa arrastrando las piernas como cada noche y le había escuchado gritar.

Lo demás había sucedido rápido. Él hincando sus nudillos en el pómulo del muy hijo de puta y Heebin a su vez pegándole una buena patada en las pelotas. Una que Changmin pensó quizás también hubiera querido ser dirigida hacia otra persona. Y agradeció que no la hubiera usado con él cuando la había saludado por primera vez.

Changmin ni siquiera se sorprendió, si Jaejoong le había enseñado algo era que uno no debía fiarse de las apariencias.

Y ahí iba su cerebro de nuevo Jaejoong, Jaejoong, Jaejoong.

Bueno, desde ese día habían empezado a caminar de camino a casa juntos.

Ella no hablaba mucho al comienzo, y seguía aun medianamente enojada con él. Pero entre esas tres semanas con esa nueva rutina, ella había notado que el porqué de sus ojeras era el mismo que el de ella, así que se lo había preguntado sin rodeos, él había sido honesto en su respuesta. Ella por primera vez le había sonreído.

Changmin le había contado la historia desde un comienzo. Sin guardarse nada. Autoanalizando por fin el curso de sus acciones, de sus reacciones. Y ella igualmente lo había sido con respecto a Yoochun.

Y él había terminado incluso más confundido, pues si había una historia a llevar a la pantalla chica, era indudablemente la de esos dos. Changmin sentía esto por haberse dado cuenta de que había perdido algo que había podido tener. Ella había perdido algo que había tenido, a manos de una persona a la que consideraba amigo y a quien ni siquiera podía odiar para disipar su despecho.

“¿Sabes qué? creo que el idiota de Park aquí está más confundido que tú, Jaejoong y yo juntos, y eso ya es algo.”

Y ambos habían reído. Porque no había una verdad más absoluta que esa.

“¿Sabes que es lo que yo creo? Que Jaejoong está tan colado por ti que no solo lo sabe, sino que está en negación.”

Y ahí entre esas calles en plena noche, bajo las estrellas, la idea más imposible les había golpeado a ambos con la misma fuerza. Ella había tenido la suficiente prudencia para negar con la cabeza su estupidez, claro. Changmin sin embargo la había dicho porque ¡demonios! ¿Qué tenía que perder?

Ella le había mirado como si estuviera loco.

“¿Es que no has aprendido nada con todo esto?” le había preguntado con sarcasmo, afianzándose a su bolso para rechazar los impulsos que el poder recuperar a Yoochun le producían.

“Esto será un acuerdo mutuo, y no estamos dañando a terceros ¿no?”

“Supongo que no,” ella había dicho.

“Además quién sabe y quizás tú y yo,” le bromeó.

“Lo siento pero me gustan con rulos.”

“Existen las tenazas.”

Ella se había carcajeado un poco, afianzándose a su bolso, aún insegura.

“Y si no funciona siempre podemos fundar un nuevo club de alcohólicos anónimos.”

“Soy una pésima actriz.”

“No tenemos que hacer nada que no queramos, si algo he aprendido es que nuestro cuerpo estudiantil tiene la habilidad de exagerar hasta un buenos días.”

“Lo pensaré.”

“Si te lo piensas hasta antes de que terminemos la carrera sería genial,” ella le había golpeado el hombro.

“¿Crees que podrás fingir ser mi novio y no enamorarte de mí? Tiendo a ser muy adorable.”

“Lo sé.”

“¿Entonces qué? ¿Tengo que darte la mano y llamarte “terroncito de azúcar”?”

“No estaría mal,” Shim se rió.

“Hemos alcanzado el fondo, a la chuta, estoy emborrachándome hoy, así que no esperes ver una belleza mañana.”

“Cariño tu belleza no es algo que una resaca pueda opacar.”

Sus pasos llegaron al punto en que debían separarse.

“¿En serio estamos haciendo esto?” ella se había volteado para preguntarle cuando había avanzado ya dos pasos hacia la dirección contraria.

“Eso parece.”

“Serán dos de Jagger hoy. Dos.”

Changmin se despidió con la mano y volteó para seguir el camino hacia su casa.

N/a: Si  sé que me he tardado colosalmente y lo siento, es solo que sentí que estaba cagando la historia muy maleadamente y no sé si leyeron el master post en el anterior blog en donde especificaba que esta temática de vampiros es demasiado asdasda para mí, así que quería que al menos decente quedara ;^; Hay menciones del capítulo 9 así que si no lo han leido (o no se acuerdan mucho sería genial que le echaran una ojiadita) Dedicado a Omma Naty y a Suce ♥

C apítulo 11

“Es raro verle sin su guarda espalda,” Yoochun habló antes de avanzar otro paso más dentro  del nuevo castillo que se habían visto obligados a construir después de los destrozos que Youngwoong había realizado en el anterior hacia dos mil años.

Junsu estiró una sonrisa al sobre oírle. Lamia apretó la mandíbula. Los niñitos del consejo aún no habían aprendido a respetarle al parecer, sabían que no podía ponerles un dedo encima si no quería tener a todo el pueblo en su contra, Youngwoong había hecho más de lo que él mismo había visto en un comienzo por sus celos, no había sido solo el humano, ese niñato insolente había puesto tanto al pueblo como al consejo en su contra, sabiendo que la necesidad de poder de muchos ya era suficiente para condenar sus acciones más severamente.

“No necesito de una guardaespaldas cuando puedo con todas las personas de ahí dentro,” respondió.

Y no mentía, la única razón por la que no habían sido capaces de darle un golpe de estado ya era porque no había nadie capaz de superarle. Sabían que no podían con él. Y si alguien se le lanzaba encima tendría excusa suficiente para acabarles.

Yoochun borró la sonrisa de su rostro y tomando la mano de su pareja, Junsu. Se adentraron por el pasillo y las enormes puertas de mármol puro se abrieron ante sus presencias.

“Siempre el dramatismo,” bufó Kim, Yoochun rió solo un poco pizcándole el cuello con sus filudos dientes.

Una cortina de humo negro se materializó cerca al centro de la sala y de ella apareció el fornido cuerpo de Kangta. Los otros dos se separaron y agacharon la cabeza con respeto. Y la falta de devoción de Lamia fue pasada por alto tan solo por la llegada del último invitado.

“Dichosos los ojos,” Yoochun exclamó.

Rain estiró una mueca y prosiguió a hacer una reverencia para luego seguir hacia su asiento, todos le imitaron después y el silencio cayó sereno sobre sus hombros al segundo.

“Se levanta la sesión,” Lamia mantuvo el rostro sereno mientras Kangta hablaba.

Las cinco personas que poseían un asiento en esa redondela incluyéndose a sí mismo, tomaron asiento. Ninguno se miraba y sin embargo mantenían excesiva cautela en cada movimiento del otro. O mejor dicho…en él. Los reflejos dorados desdeñosos de cada uno se escondían tras párpados cerrados, esperando las siguientes palabras del consejero mayor.

“Lo haremos rápido y conciso,” Kangta habló inclinándose sobre la mesa circular.

Y Lamia solo arrugó los puños bajo la mesa.

“Me encantaría ser conciso pero dado que no tengo la mínima idea de lo que estamos discutiendo…” habló midiendo la agresividad de sus palabras aunque la rabia le envenenara las entrañas.

Iba a conseguir a Youngwoong. Lo iba a conseguir a cuesta de todo. Y cuando lo tuviera en sus manos, se deshacería de esa asquerosa alimaña híbrida que no estaba en los planes de nadie.

“Nuestros informantes piensan diferente,” la voz de Rain se dejó oír, mirándole aburrido a través de los tres metros que les separaban, estaban sentados frente a frente.

“¿Puede ser más claro?”

Siwon le había contado acerca de su encuentro con Heechul. Ya había pensado en las excusas que dar. Los únicos con el poder de entrar en las mentes eran Youngwoong y él mismo. Lo que no saliera de sus labios estaba a salvo.

“Lo explicaré mejor,” Rain replanteó harto de los rodeos, “estamos aquí por Youngwoong, digo ya han pasado los dos milenios necesarios, los crecientes rumores son algo difíciles de aplacar, debemos ponerle fin a toda esta innecesaria especulación.”

La mención de su nombre logró que las fauces se le apretaran, empujó su lengua contra sus colmillos y sintió como se abría un tajo en el vértice de su lengua, y el sabor dulcinea de su propia sangre sobre sus papilas.

“El problema de todo esto es que los rumores son solo rumores no podemos tomar acciones con tan solo rumores, y por encima de eso Youngwoong no puede ser detectado por  Tae-hee,” Rain volvió a recalcar, su esposa era la última de los cuatro con habilidades especiales, podía ubicar a quien quisiese con solo haberle olido una vez.

“Es porque todo esto es un mito, Youngwoong está muerto y no volverá.”

“O…porque quizás como otros de los rumores dicen, Youngwoong ha reencarnado en un humano y por lo tanto su esencia es aún desconocida para Tae-hee,” habló Junsu, el regocijo era palpable en sus ojos negros cuando se posaron sobre él esperando su respuesta.

“Pero esas son solo especulaciones, ¿Por qué han solicitado esta reunión sin un mayor fundamento?”

“Porque como sabrás, dado que no pudimos condenar al híbrido, Tae-hee siempre está visualizando sus movimientos, pero resulta que hace más de tres semanas que ha desaparecido del mapa, nuestros soldados han ido a revisar esa cabaña en la que ha permanecido aislado durante todos estos años pero está abandonada y no entendemos porque, no puede haber solo desaparecido, la única forma de que un ser inmortal desaparezca es a manos tuyas.”

“¿Creen que le he matado?”

Junsu le miró apoyándose su mano en su mentón, “es la teoría más viable.”

“Nada me hubiera hecho más feliz que asesinar a ese bastardo, pero no puedo ser tan estúpido para terminar de ponerlos en mi contra, además hace dos milenios Siwon fue obligado a hacer un pacto de sangre con Youngwoong, y su marca sigue desaparecida, si hubiera vuelto a la vida, debería haber reaparecido.”

“Eso es porque Youngwoong no es Youngwoong aún.”

“¿Qué quieren de mí?”

“La verdad ¿Ha Youngwoong reencarnado?”

“No lo sé.”

Kangta le miró, poniéndose en pie, “¿entonces porque has hecho que Siwon saliera del refugio?”

“Él ha estado encargado de vigilar a Yunho, cuando me enteré que había desaparecido, le mandé a investigar.”

“Hubiera sido haberlo dejado a nosotros ¿no crees?”

“Disculpen, pero ninguno de vosotros ha hallado nada ¿aún no?”

“¿Y tú?” Junsu le preguntó.

“Tampoco.”

“¡Genial! De modo que no sabemos en donde esta Yunho, si está planeando una venganza o no, y peor aún si la está planeando junto a Youngwoong.”

Kangta se enderezó sobre la mesa, “no conocemos los rumores a ciencia cierta y desconocemos en quien ha podido reencarnar, no podemos permitirnos esparcir nuestros soldados buscándole por todo el planeta.”

Lamia agradeció que al menos no supieran la leyenda completa, solo él había sido capaz de sacársela a Youngwoong antes de morir. No sabían aún, nada de la humana a la que tenía de prisionera. Jaejoong vendría con él para salvarla y entonces le convertiría y haría que Youngwoong se encargara del consejo a cambio de mantener a salvo a Yunho, y luego él mismo mataría al híbrido. Y todo volvería a como antes. Él como el líder absoluto. Y Youngwoong a su lado.

Junsu se cruzó de brazos.

“Sea como sea tenemos que triplicar las fronteras por temor a una venganza, aún no sabemos de lo que el propio Yunho es capaz, de los poderes que tiene, si es un producto de Youngwoong…entonces.”

“Eso y poner un toque de queda, nadie dejará la ciudad hasta que sepamos donde Yunho está, si le encontramos a él, sabremos si Youngwoong vive o no,” Yoochun le completó.

“Y cómo vamos a encontrarle si estamos todos en toque de queda,” Rain razonó.

“Mandaremos a Heechul, él es lo suficientemente fuerte para cuidarse solo, es uno de nuestros mejores rastreadores también, dará con él.”

“Podríamos mandar a Siwon con él.”

“No, tus seguidores, se quedan dentro, aún no confiamos del todo en tus palabras, y registraremos tus aposentos solo para asegurarnos.”

Lamia rugió, “¿con que derecho?”

“Con el que nos cediste al dejar que asesinaran a nuestra señora y a seis de nuestros hermanos,” Kangta le respondió poniéndose en pie de su asiento, “la reunión ha terminado.”

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Le miraba. Yo le miraba. Sí, quizás no me entiendan bien esto. Quizás ni siquiera significara nada en sí. Pero era solo que... le miraba Ahora yo le miraba. Le miraba a él ir delante de mí. Abrirse paso entre las sombras de este bosque que ya se había vuelto mi hábitat. Le miraba y ahora queriendo mirarle y no solo por la seguridad que su amor por este cuerpo me brindaba.

No por la cautela y el miedo que su ser me producía.

Y quizás, tan solo quizás, yo mirándole era solo una reacción consecuente a la intimidad. Quizás se creaba un nexo especial entre las personas que follaban ¿Quizás era solo eso no? Yo la verdad de esto sabía casi nada. Ya que él se había llevado mi virginidad. Y dios se sentía increíblemente púdico admitir esto a plena luz del día. Admitir que un hombre…no. Un vampiro me había arrebatado una virginidad y yo, mi otro yo asimismo le había robado la suya cuando él no había sido más que un humano.

Y Dios mío esta historia era siempre tan difícil de digerir. Me gritaba siempre a destino, era tan enorme, ese amor de ambos que podía palparlo en las pupilas de Yunho cada vez que me miraba era tan dimensionalmente enorme que me enojaba, me enojaba porque ¿Qué había de mí? Yo era el dueño de este cuerpo ahora. Yo no él. Yo quería vivir ¿Qué propósito había tenido mi nacimiento sino? Yo quería tener mi historia de amor, yo quería tener mis hijos, mi familia. Yo no quería ser el tercer violín de esta historia, el chico sentado al fondo con un instrumento que los que están frente suyo tocan tan perfectamente que la gente no nota que él también está ahí con un instrumento similar bajo su cuello, que él es otro componente necesario en esta obra maestra.

Yo quería que Yunho me mirase cuando me hacía el amor.

Quería que gimiera contra mi cuello, y apreciara cada lunar en mi cuerpo como uno nuevo, no como uno con el que ya había sido familiarizado milenios atrás. No quería que me amara con ese aplastante amor que no estaba destinado para mí. Quería que lo hiciera con uno nuevo, necesitaba que…

Para que todo esto terminara ya. Para que pudiera desaparecer. Para que mi familia fuera liberada y mi amor se hundiera inconcluso como mi existencia en este mundo, todo dejaría de dolerme cuando no sintiera más. Había soportado demasiado ya. Y tampoco era como si tuviera la capacidad de pedir un desenlace diferente aún si lo quisiera. Yunho me ayudaba por su Youngwoong. Siwon me tenía atado de manos por su Youngwoong. Lamia quería a su Youngwoong.

Todos querían esta otra parte de mí a costa de todo. Hablaban como si yo no fuera nada. Y los odiaba por eso. Más que por todo el dolor que ya me habían causado a mí y a mi familia.

Nunca me había sentido tan solo e insignificante como ahora, caminando tras él y mirando su espalda. Mirándole en realidad por primera vez, con rodillas débiles a causa del cruel frío que ya había llenado todo de blanco, y por lo que habíamos hecho la noche anterior al costado de una pequeña fogata para no causarme una neumonía fulminante o algo.

Con toda la realidad colapsándome los pulmones ante todo lo que ya sabía y era estúpido dejarme derribar de nuevo.

Esta era mi vida, punto ¿Qué ganaba llorando? ¿Qué ganabas llorando Jaejoong? La justicia no era cuestión de lágrimas ¿Querías mostrarle que sufrías? Quizás fuera una buena estrategia para acercarlo más a ti. Al pobre y débil humano, totalmente opuesto a su todopoderoso Youngwoong.

Era ridículo habíamos dejado la tercera semana atrás ya por Dios. Sin ningún resultado más que la cruda verdad que una sirvienta moribunda me había confesado entre sus últimos suspiros. Una verdad que no nos había llevado a nada porque al fin y al cabo todo lo que me dijo…era algo que Yunho y yo inconscientemente también habíamos presumido. Aunque claro siempre oír la verdad cala muy duro.

Sobre todo cuando era una tan desalmada como esa. Una masacre.

Yunho había cambiado su metodología. Al parecer Siwon había estado tratando de despistarnos todo este tiempo, tratando de ganarse tiempo. El para qué era algo que él no sabía, y sus teorías no quería escucharlas porque quizás…en esta historia yo pertenecía a la fila de los hijos de puta por no dejar que la pareja principal tuviera su final feliz.

Traicionándole…

El pendiente de mi amada aún colgaba contra mi xifoides entre mis ropas, como un recuerdo receloso mío, de este Jaejoong el humano y no el vampiro. Él no lo sabía claro, y si lo hacía no había dicho nada y le agradecía por eso. Porque lo necesitaba, necesitaba de ese pequeño trocito de metal frio contra la piel de mis pectorales para recordarme que todo esto tenía un propósito. Que yo dejándole despojarme de mis ropas tenía un sentido mayor a que mi propio deseo incluso.

Porque era un hombre después de todo. Y después de haber superado el shock de una primera vez y el consiguiente primer orgasmo en todas las de la ley. Haber querido una segunda o una tercera, creo yo era difícilmente motivo de crítica.

Y a esto si le aumentaba ya las ganas de ese otro 50 por ciento de mí, que aprovechaba cada pequeña duda mía para gobernarme. Ni siquiera mi propio cuerpo me pertenecía y me hacía sentir tan nada. Mi vida parecía tan solo una película y ya ni siquiera estaba seguro de que hubiera sido real.

Los destellos dorados voltearon a mirarme cuando escucharon el primer jadeo de mi garganta tratando de contener mi patético aliento.

“¿Jaejoong?”

“No es nada,” le dije cubriéndome a mí mismo con ambos brazos

“Jaejoong…”

“TE HE DICHO QUE NO ES NADA ¡JODER!” grité a lo que me daban los pulmones.

Yunho me miró entonces, sus ojos dorados me miraron encolerizados por la falta de respeto y se acercó a mí tan rápido que caí de trasero al suelo. Con el corazón latiéndome a mil por el enojo y un par de lágrimas rebeldes aún en los ojos. Mojándome toda la ropa con la nieve. Dios, el invierno aquí era cosa seria aquí sea cual fuera el sitio en el que nos encontrábamos.

Me miró desde arriba y me tendió una mano. Le miré y aún enojado me puse de pie yo mismo.

“¿Qué haces?” me preguntó cuándo ya había retomado la marcha hacia donde yo creía habíamos estado yendo, “intento acabar con esto de una vez.”

“¿Con qué?”

¿Qué era lo que no entendía ese vampiro? Volteé tan rápido y tan violentamente que mis intestinos se removieron en sus mesenterios.

“¡CON ESTO! CONTIGO, CON YOUNGWOONG, CON TODOS SUS PUTOS VAMPIROS ¿CREES QUE DISFRUTO ESTO? SER EMPUJADO A…A…”

“¿Tener sexo conmigo?”

“NO ES SOLO EL SEXO, MALDICIÓN.”

Y supe que “el solo”, le había dolido. Lo supe porque llevábamos un mes en esto. Y había visto las diferentes tonalidades en esos ojos amarillos, lo supe porque quisiera o no conocía a Yunho, este cuerpo le conocía, estos ojos le conocían. Pero mi cerebro, mi alma no estaban obligadas a quererle. Yo era yo. YO ERA YO. Y aun así este yo quería abrazarle, y pedirle que me llevara lejos, que me quisiera a mí, que me hiciera olvidar todo, que me protegiera de esta realidad tan cruda.

Pero no podía. No podría. No.

“Porque no le dejan solo morir, ¿Por qué no pueden dejarme vivir? ¿Porque?” vocalicé con la voz rota.

Y sus ojos amarillos me taladraron la coronilla, me había encorvado un poco aún de pie como si cargara 100 quilos sobre este delgado cuerpo con 5 kilos menos de fuerza.

“Lo siento.”

Sus palabras me apuñalaron los pulmones. Convirtieron mi último sollozo en un aliento cortado.

“Lo siento, Jaejoong, siento haberte inmiscuido en todo esto, pero le quiero. Le quiero y-”

“Es que no necesito tus lo siento,” me reí, y las carcajadas rajaron mi garganta, “Para ustedes les es muy fácil ¿no? Soltar un lo siento cuando no son los que pierden nada pero dime Yunho ¿Qué hay de mí?”

“¿Qué?”

“¿Qué hay de mí? Yunho, ¿Qué mierda hay de mí? ¿No tengo derecho a existir? No se le ha cruzado a ninguno de ustedes que quizás y este humano quiera vivir.”

“Es que no…”

“Oh claro este cuerpo no me pertenece ¿no?”

Yunho me miró en blanco y quise cruzarle la cara con la fuerza que no tenía si quiera para limpiarme los mocos que empezaban a asomarse por mi nariz.

“En verdad lo siento,” volvió a decirme. Y la ira me convulsionó el cuerpo entero.

“¡Deja de decir cosas que no sientes! Lo sé, sé que si estoy vivo aún es porque tengo el cuerpo de tu querido Youngwoong, sé que debes reírte de mí ahora mismo, no tienes que fingir nada.”

“No estoy fingiendo Jaejoong.”

“¿Así? Entonces dime Yunho si tanto lamentas destruirme la vida, me llevarías lejos de aquí, abandonarías a tu Youngwoong, y ¿te conformarías conmigo?¿Me harías olvidar todo? ¿Empezarías de nuevo conmigo?”

“¿Serías capaz de dejar a tu prometida por mí?”

Las palabras me ardieron en la boca antes de salir, “quizás lo haga, ¿serías tú capaz de dejar a Youngwoong por mí?”

Sus ojos se clavaron en los míos, y los recordé como esa noche un mes atrás, cuando volvía borracho de una fiesta a mi habitación. Cuando descubrí por vez primera que existían seres de ojos dorados como esos, capaces de inducirme a una hipovolemia a punta de succiones. Con la confusión del alcohol gobernando mi centro de equilibrio, con el miedo que aquella criatura inmortal emanaba cuando se acercaba a mí, y me llamaba con un nombre que jamás había escuchado.

Me sentí así de indefenso, esperando una respuesta que sabía no sería la que querría escuchar porque yo era un simple humano.

Solo un simple extra en esta historia de colmillos y garras.

Pero entonces sus manos me levantaron el rostro, y su aliento gélido golpeó el lóbulo superior de mi oreja mientras susurraba, “qué más puedo hacer si me lo pides así.”

El dolor era algo a lo que estaba acostumbrado, no, era algo a lo que estábamos acostumbrados, todos nosotros. Tú, yo, Dong bang shin ki. Todos los que deambulamos en este medio tan lleno de mentira, en el que poco a poco perdimos más autoridad sobre nosotros mismos con lapiceros en manos, uno en el que sin cegados por promesas bonitas no dudamos en vender nuestras voluntades a cambio del sueño de muchos, pero la realidad de pocos.

Aquí en donde habíamos aprendido a malas que para resistir debíamos poder ser capaces de sostenernos sobre nuestros tobillos a pesar de todo para no dejarnos llevar por ese oleaje poderoso y sucio. Aquí donde silentemente habíamos decidido tomarnos de las manos y resistir juntos el camino.

Porque después de todo aquí todo aquel con un tendón de Aquiles recibía flechazos. Y éramos humanos, teníamos debilidades, y habíamos visto ver caer a muchos como nosotros y aquello para bien nos obligó a hacernos un fuerte entre nosotros mismos.

Aquí, en una academia de canto, acto y baile habíamos crecido. Aquí por mucha rabia que me diera tú habías llegado muy niño. Aquí yo te conocí, te vi por primera vez. Inocente. Miedoso. Petulante. Y aquí como dos chicos cualquieras, Changmin, nos hicimos amigos. Dime tú ¿Cómo podría yo arrepentirme de haberme metido en estos escondrijos?  Si fue aquí, en este medio, en el que te robé tu primer beso.

Fue aquí donde supiste y te enseñé que las personas solo velábamos por nuestros intereses, y aquí donde me enseñaste que a veces los seres humanos podíamos hacer excepciones. Aquí me enamoraste y aquí sé que te enamoré también, aunque me haya tomado tanto tiempo entenderlo Changmin, sé que me quisiste también. Lo sé. Y lo siento por eso. Siento haberte hecho cruzar la línea solo por mi aburrimiento, cuando aún eras un niño, cuando eras lo suficientemente ingenuo para teñirte del color que se me pegara en gana.

Lo siento por añadir otra carga innecesaria en tu espalda. Lo siento por ser quien te rompiera más que nadie.

Lo siento Changmin. Créeme que en todo esto creí siempre que yo era tan solo el juguete. Que en algún momento notarías a alguien y me dejarías de lado. Creí que...que no serías tan estúpido como tu hyung. Que nuestros besos eran simple necesidad de calor, que no me aferraba a ti tan desesperadamente que terminaba siempre haciendo mierda tus camisetas. Creí que tú besabas así porque eras solo un buen amante.

Yo, quien tenía la suficiente experiencia, debería haber sabido mejor ¿no crees? Debería haber podido anticiparse a todos los escenarios y no sé ¡joder! hacer...solo...algo, preguntarte si íbamos en serio y no solo asumir las estupideces a las que esta vida me ha acostumbrado. Changmin. Changmin. Sé que te puse una suela muy grande adrede, que siempre intenté que no funcionara y debí darme cuenta que el solo hecho de que siempre trataras significaba en sí mucho.

Pero soy un idiota. Soy un idiota y tú eres Changmin y somos muy posiblemente la peor combinación de personas hecha jamás. Estamos destinados al desastre, abordamos el puto Titanic y hay un inmenso témpano de hielo en nuestro horizonte con el que irremediablemente vamos chocar, pero no, no te confundas yo no soy Jack y tú, tampoco Rose ¡maldita sea! no hay un pedazo de madera con espacio para solo uno. Changmin, en este barco nosotros somos solo unos tripulantes más, anónimos, y en nuestra historia o ambos naufragamos, o ambos huimos de la catástrofe en botes separados. O quizás. Solo quizás en el más triado de los escenarios, volvemos a encontrarnos en un barco británico.

Pero eso es todo, Changmin. No concibo otro final. No uno en lo que lo último que has visto no ha sido mi rostro, sino el del malnacido ser que te ha dejado así.

Así que levanta. Levántate, maldita sea. Muéstrales que se requiere de mucho más para tumbarte. Ven, muéleme a palos como me prometiste qué harías la próxima vez que me vieras. Estoy aquí Changmin.

Estoy siempre aquí, después de todo ya no me importa nada, ni mi odio, ni la plata, ni mi hambre de justicia, yo solo quiero verte consciente, no dejes que sea muy tarde, quiero que abras tus ojos castaños y le digas a Junsu que si no come ese trasero suyo va a desinflarse. Quiero que eches a Yoochun de tu cuarto, que le digas que ya tiene el suyo propio y que no necesita abrazarse de tu almohada como un ratito para poder conciliar el sueño.

Quiero que le digas a Yunho que no le culpo, porque te juro que yo no puedo, estoy ya demasiado roto para hacer que mis palabras intenten reconciliar a alguien.

Quiero que le digas que no le culpamos por todo lo que ha sucedido en estos últimos años, que sabemos que él ha sido un peón, como nosotros mismos en algún momento. Que el lazo que nos une posiblemente se ha estirado pero no se ha roto ¿Cómo podría? Que sé que no hemos hecho las cosas bien tampoco, que esta verdad quizás se siente diferente en boca de ambos. Que lo sentimos por haberles orillado a tomar decisiones rápidas que nosotros mismos habíamos tomado siglos en tomar.

Quiero que le digas que seguimos siendo una pequeña y disfuncional familia y que a pesar de ello lo queramos o no, nos queremos mucho, los queremos mucho, Changmin, aunque este amor extienda nuestros talones de Aquiles hasta casi las rodillas. Que aunque nos hayamos vuelto lo suficientemente grandes para ganarnos libertades, igual siempre vamos a estar acá para seguir escudándonos las retaguardias.

Quiero que te levantes para que nos veas juntos. Para que sepas que estamos aquí, que ya no importa si no es bajo los reflectores de un escenario, que tenernos basta, que esto es lo que importa, lo que estoy muy seguro a ellas les importa.

Quiero que abras los ojos y veas lo que yo veo ahora. Quiero que termines de unir nuestras almas, porque rotos es lo que estamos Changmin, quiero que te lleves todo nuestro odio.

Quiero que te lleves el odio que convulsiona en mí porque si te vas dejándome atrás Changmin, no tendré piedad. Enloqueceré. Sacaré todas las verdades, hunda a quién hunda, nos arrastraré a todos, no creo que nadie me fuera detener. Muy posiblemente ellos incluso van a querer lo mismo. Dios, Min. Te juro que me llevaré a cada persona que nos ha hecho daño con el correr de los años y luego te seguiré a donde sea que hayas ido y te asesinaré una segunda vez por ser tan descuidado, por bajar la guardia que me empeñé tanto en enseñarte tener siempre alerta.

Iré a donde estés para acabar contigo de la manera en que tú harás conmigo si esta máquina a la que estás conectado deja de cantar. ¿Me escuchas?

*beep* *beep* *beep*

Bien.

Resumen: Todas las razones por las que Shim Changmin no debería dejar a su vecino entrar en su casa, son las mismas por las cuales termina abriéndole la puerta


Sueños Húmedos

Era una realidad de la vida que el sistema reticular de Shim Changmin no poseía un repertorio muy variado o una imaginación que compensara su falta, la verdad el castaño a veces se preguntaba si había nacido sin tal cosa como un inconsciente, porque al fin y al cabo los sueños eran eso ¿no? 

Manifestaciones del inconsciente, pero él iba a cumplir treinta y cuatro el próximo año y sin embargo, no podía recordar una sola vez en que hubiera soñado algo con sentido o a alguien de su entorno, ni siquiera a su propia madre, incluso las pesadillas que a veces tenía no representaban esos mayores temores de los que comunmente se hablaban y es que sus sueños eran en su noventa por ciento una miscelánea de pantallas negras, eventualmente playas y bosques, cosas a las que Changmin no le hallaba mucho sentido la verdad pero nunca eran personas.

Y no le molestaba, discutir sueños era algo a lo que jamás le había hallado sentido, y si su cerebro hallaba prudente ahorrar energía y mostrarle una maldita pantalla negra por seis horas, entonces Changmin no se quejaba, porque la energía extra la necesitaba en su trabajo, aguantando las ganas de sacudir de los tobillos a tanto nupcionado indeciso o rencoroso.

De modo que se llevó una verdadera sorpresa al abrir los ojos aquella mañana consecuente a la pequeña borrachera que se había tirado con Yoochun. Afuera comenzaba a aclarar, lo notaba tras las cortinas, las pequeñas líneas ondulantes de claridad que se dibujaban en el piso. Él estaba tumbado en el mueble de la casa de Yoochun, arropado entre el edredón que Park le había bajado entre tropezones, porque el pelinegro también había excedido su límite en un par de botellas y para que obviamente no se desplumara de frío por la noche o peor aún, terminara con los testículos necrosados.

Pero volviendo al punto. Fue una verdadera sorpresa abrir los ojos aquella mañana con una erección bastante impresionante entre sus piernas después de haber follado en sueños a Jaejoong tan fuerte que las mejores agencias porno se pelearían por la maldita cinta.

El pánico le subió desde el dedo gordo del pie, antes de que pudiese ubicarse espacio temporalmente y recordara que estaba en casa de Yoochun. Y que gracias al cielo estaba solo en la sala y que tal vez con un poco de suerte ni Park, ni su esposa le habrían escuchado gemir a todo pulmón entre sueños mientras se introducía en esa piel tan blanca como si fuera un animal, porque al menos así lo había hecho en su sueño.

¿Y madre mía, qué demonios? Intentó moverse, pero la sola y precavida tensión de sus músculos pareció hinchar aún más su duro miembro contra su abdomen.

Tiró la cabeza hacia atrás mordiendo sus labios para evitar el gemido inminente que le picaba la garganta. Y respiró fuerte contra el cojín que estaba usando como almohada. Y se pidió serenidad. Se pidió también compostura. 

Después de todo no era algo con lo que no hubiera lidiado antes. 

Claro que en ese antes, estaba en casa de sus padres, en su propia habitación con 15 pubertos años encima y con la testosterona bulléndole a flor de piel.

Pero ahora. Ahora estaba en la casa de la única persona que si se enteraba de la enorme situación entre sus piernas, no iba a quedarse conforme a menos que recibiera un par de porqués y esos porqués Changmin no iba a compartírselos con nadie.

Lo peor de todo era - quizás - que Changmin era plenamente consciente de lo que te nía que hacer para borrar toda evidencia. Y se sentía ridículo porque a diferencia de antes ya no era un puberto. Ahora era un adulto. 

Supuestamente hecho pero aparentemente no tan derecho.

Y necesitaba…necesitaba masturbarse o se moriría ahí mismo.

Se levantó muy lentamente, casi como un bebé con la tonicidad muscular aún incipiente, con las extremidades y el centro de gravedad muy torpes. Y sintió vergüenza de sí mismo al ver que su erección había incluso bajado su cremallera por la necesidad de espacio. Cerró los ojos intentando sondear algún sonido que indicara que alguno de los esposos estuviera despierto y cuando no lo halló, se apresuró cual pingüino al baño.

Anduvo en puntillas se introdujo en el baño del fondo del pasillo. Y con el excesivo cuidado que una persona resaqueada podría tener, cerró la puerta.

Suspiró una vez dentro. Yoochun tenía un espejo enorme en el puto baño. Changmin ahora le veía la funcionalidad y se le subieron los colores hasta la coronilla.

'Esto no está sucediendo. Esto no está sucediendo, esto no está sucediendo,' se repitió como un mantra, dándole la espalda a los espejos y bajándose los pantalones un poco a mitad de los muslos, sintiendo una humillación devastadora.

No miró abajo, solo tomó un poco del papel y lo puso encima de la repisa cercana para poder cogerlo en el preciso momento que lo necesitara. Y suspiró otra vez cuando sus dedos se acariciaron allá abajo al fin.

De forma que Changmin aprendió algo en ese baño a las 6 de la mañana, mordiéndose los labios para no hacer sonido alguno y estrujando sus sesos para inhibir cualquier pensamiento, él aprendió que su inconsciente era tan puto como Kim Jaejoong.

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“Buenos días, rayitos de sol,” Park intentó sacudirle de sorpresa para hacerlo rabiar, pero Changmin ya estaba despierto, tirado en el mueble entre el edredón, aún relajado al nivel que solo alguien post-orgásmico podría.

Mirando el techo con miedo a volver a dormirse y tener algún sueñito que terminara por echar sus esfuerzos ninjas de hace veinte minutos al carajo.

Yoochun, no lo notó sin embargo, porque un Changmin resaqueado solo ignoraba al mundo. Y era lo que Changmin estaba haciendo justo ahora.

“Tu noona, te hará un rico desayuno, porque es muy linda ¿no noona?,” le preguntó, Heebin rió desde la cocina, aunque parecía algo decepcionado de no poder haberse salido con la suya.

“¿Qué hora es?” le preguntó fingiendo molestia.

“Cerca a las siete, no te preocupes, tengo pastillas, tienes una hora aún para llegar a tu despacho y puedo jalarte a tu casa para que te asees que te ves fatal.”

“Encantador,” Shim le gruñó levantándose, “iré a lavarme, buenos días Heebin,” la saludó cuando la vio pasar con la cafetera en manos y el delantal que le había ayuda a escoger a Yoochun como uno de sus regalos de aniversario el año pasado, dios el hombre le había hecho recorrer toda Corea.

Pero la verdad es que Changmin lo había hecho de buena gana, y se había quejado todo el camino adrede para conseguir comida gratis. Yoochun amaba a Heebin, y Changmin les quería a ambos y añoraba en algún punto de su vida encontrar un compañero por el cuál recorrerse todo Corea, aunque no estuviera desesperado por encontrarlo, igualmente quería que si es que tenía hijos, darles el cariño que sus padres no le habían brindado a él mismo por sus peleas constantes y el trabajo.

A él prácticamente le había criado su abuela.

“Hola Min,” ella le sonrió de vuelta, “denme un minuto, vayan sentándose en la mesa.”

La verdad es que Min adoraba estar en presencia de Heebin aunque le hiciera sentir como un niño pequeño, no le molestaba, porque de todas formas si él tenía seis, Yoochun actuaba como si tuviera tres y muchos gusanos en el trasero, así que se equilibraba.

“¿Qué tal la noche?” Park le preguntó.

Changmin se atragantó con su pan.

“Una mierda,” le respondió.

Heebin rió, “eso les pasa por beber tanto, están treintones ya ¿soy la única que es consciente de ello?”

Yoochun teatralizó haber sido herido por un arma blanca e incluso se tiró al piso. Changmin nunca entendería como había hecho que Heebin cayera. Pero ella rió y sus ojos demostraron adoración y Changmin se preguntó si debería tomar lecciones de violín dado que desde hace unos tres años la pintura era siempre la misma.

“¿Y por qué la pequeña fiestita, eh? ¿Va todo bien en el trabajo Min?”

“Sí, sí, ya sabes, diputados, jueces, anulamientos, divorcios y eso .”

Yoochun sonrió, “el trabajo le va bien, está un poco estresado porque se ha mudado y los cambios le afectan al ermitaño este, ya sabes, una nueva rutina y todo...”

Heebin asintió entendiendo.

“Los nuevos vecinos…” Park continuó.

Changmin le metió tal puntapié debajo de la mesa, que Yoochun tuvo que morderse la lengua para no gritar.

“Ya veo, no te preocupes Changmin, te adaptarás, es más cercano a tu trabajo ¿no? Además seguramente Chun te ha conseguido el mejor de los vecindarios.”

“Oh puedes apostarlo,” Yoochun se carcajeó en su sitio.

Changmin se preguntó si Heebin se enojaría si le lanzaba el grueso vidrio jarrón del centro de la mesa a su esposo.

“¿Por qué siento que me estoy perdiendo de algo?”

“No, no es nada noona, es que ya sabes cómo es su pequeño e inmaduro cerebro”

HeeBin se rió y optó por no seguir preguntando, sea lo que fuera que se traían esos dos, no era grave así que podía quedarse tranquila.

Yoochun lo llevó a su casa ni bien terminaron el desayuno, y gracias al cielo la pastilla empezó a hacer efecto en el camino. Cuando llegaron había una ambulancia al frente de la casa de Jaejoong.

Ambos intercambiaron miradas de desconcierto mientras Park terminaba de aparcar al frente. Parecía que la ambulancia acababa de llegar porque los paramédicos recién se bajaban de la ambulancia. Yoochun se bajó entonces y corrió hacia allá también. Shim no supo si entrar a su casa y de una vez cambiarse porque se hacía tarde, o ir a prestar ayuda…porque igual y ya tenían a Yoochun ¿no?

Pero…era una ambulancia.

Cerró la puerta del auto sin saber hacia dónde voltear pero al final cruzó la acera hacia la casa de Kim. La ambulancia le tapaba bastante el panorama pero cuando llegó justo venían los paramédicos con la camilla y la anciana Claudia sobre ella.

Se removió incomodo e inútil en su sitio.

Yoochun venía tomándole de la mano, Kim no estaba, Changmin no le veía por ningun lado. Sus ojos se dirigieron hacia la anciana, ella respiraba débilmente. Su cuerpo se sacudió con ansiedad. El pelinegro le llamó entonces, sus ojos negros le miraron tristes y preocupados en los pocos segundos que tomaron llevarla hasta la ambulancia.

“Dicen que ha tenido un derrame,” le explicó cuando pasó a su lado y los paramédicos la subían, “está respirando, voy a ir con ella, no tiene a nadie solo a Jaejoong y…mierda ¿porque no me contestas el celular?” gruñó bajo su aliento, con el celular ya entre el cuello y el hombro. Seguro ya le habría timbrado más de un par de veces.

Changmin no sabía que decirle, “tengo que ir con ella, no quiero que…no sola,” Yoochun le siguió diciendo mientras se subía junto con los paramédicos en la ambulancia y cerraban la puerta para irse inmediatamente.

Changmin se quedó un par de segundos ahí en la acera, con el resto de vecinos que habían empezado a venir también alertados por las sirenas de la ambulancia. Su celular sonó entonces, era Yoochun.

“Changmin, tienes que hacerme un favor, ella está tan mal y no sé si...”

“Claro,” respondió Shim aún shockeado por todo. 

“Jaejoong, voy a-voy a darte una lista de lugares en los que puedes encontrarle, por favor, es lo más cercano a un nieto que ella tiene…solo ¿por favor? Es importante.”

Changmin corrió de vuelta a su casa por las llaves de su propio coche y una muda de ropa, recordando la figura de la anciana en la camilla y respondió, “vale.”

“Voy a seguir intentando ubicarle a su celular, si lo localizo te aviso, te mando los lugares por mensaje.”

Changmin recibió una lista de direcciones de algunas calles que conocía pero solo por atajos, y algunas residenciales que no habría esperado recibir. Se metió en su auto y anotó la primera dirección en el gps mientras se colocaba el cinturón. Los recuerdos del fallecimiento de su nona la persona a la quien él había querido como a nadie, por allá cuando él tenía 17 empezaban a asaltarle.

Pensaba en ella siempre. Y situaciones como esta nunca fallaban en hacer que doliera. Que terminara involucrándose.

Se rió de haber pensado en la mañana que no tendría por qué volver a cruzar palabra con aquel rarito, cuando ahora probablemente sería incapaz de hacerse un lado. Maldijo por lo bajo mientras apretaba el acelerador, tendría que llamar a Sofía y avisarle que faltaría esa mañana al trabajo.