MOSH (19/20)
Las disculpas del caso folks… <//3 *esquiva las patadas altas* Si la escuchan con sorry de Justin Bieber esto tiene haaaaarto sentido.
Do not run out of time.
Honestamente no tienen tiempo de hablar. HeeBin entra en labor de parto la noche del mismo día que a Changmin le dan el alta y Daniel es por consiguiente invitado tras bambalinas antes de que el abogado tenga oportunidad de decírselo.
“Lo siento, parece que soy incapaz de renunciar a ese mocosillo.”
Todo sucede tan rápida y confusamente que lo único que Changmin puede tener en su consciente tras recibir la llamada de aviso es ‘¡está pasando!’ mientras corre a su auto y pica de vuelta al hospital con el corazón en las manos.
Por asuntillos esos de karma y quizás status quo, a la primera persona que Changmin encuentra en el estacionamiento es justamente Daniel quién viene a rodearle con ambos de sus amplios brazos. A Shim el corazón le palpita en la garganta de la sola emoción que no encuentra manera de liberar y pues se permite olvidarlo todo por un momento. El abogado entra a su limbo, a un precipitado estado en el que el cuerpo se conduce solo y es de ese inconveniente modo en el que ingresa a trote en la sala de espera a pesar de que las enfermeras que encuentra en el camino le reprochen no hacerlo porque la verdad sea dicha el hombre no puede parar ¡demonios! nada podría pararle, nadie…a excepción de Kim Jaejoong.
Ese chiquillo que puede ver al llegar al susodicho lugar, el que se halla mordiéndose las uñas del pulgar mientras deambula de derecha a izquierda porque es incapaz de tomar asiento.
La caballería que tiene por piernas el abogado Shim debe efectuar entonces una parada de emergencia. Su tan siempre responsiva frecuencia cardiaca se dispara y con ella los pedazos de realidad que Shim ha soltado sin cuidado hacia su inconsciente pues…uno a uno regresan.
Oh no.
Por un momento cuando Kim irremediablemente repara en la presencia del mayor su rostro se ilumina con una sonrisa. El chiquillo hace el ademán de dar un paso hacia él. Changmin da el paso hacia el chiquillo casi por inercia también y sus brazos se abren automáticamente del ancho justo del cuerpo de aquel muchacho, ahí donde le ha tenido ya tantas veces pero no parece tener nunca suficiente, pese a que sepa que la satisfacción de ese menudo cuerpo contra su pecho no llegará pues tal como Changmin estima Daniel llega finalmente tras él y Jaejoong frena como un electrodoméstico al ser desenchufado.
Shim procura no verle a la cara, Daniel incluso le abraza desde atrás.
“Tus piernas largas no son broma,” se queja el hombre en un tono juguetón mientras soba los hombros de su novio y se comporta como su usual encantador ser.
El abogado es incapaz de ver su propia expresión pero puede estimarla por la rapidez en que esos ojos negros viajan a algún punto de la ventana del otro lado.
“Será un bebé muy saludable, uno con un tío muy guapo,” Henney continúa.
Changmin quiere empujarle, pero no puede armar una escena aquí. Este no es el momento para resolver sus problemas. Este es el mejor día en la vida de dos de las personas que ama más que a nada.
Pero dios mío Jaejoong tiene la espalda tan recta, casi en hiperextensión y Shim Changmin se siente como un satanás.
El abogado separa lo más que puede a Daniel de su cuerpo y abre la boca para venderle alguna excusa para alejarle pero Yoochun sale intempestivamente por las puertas de la maternidad aún envuelto en su traje aséptico. Tiene rastros de lágrimas en sus ojos y ambas de sus mejillas al rojo vivo. La voz le sale incluso partida de la emoción cuando les dice, “es una niña.”
Changmin solo puede correr y abrazar a su amigo con demasiada fuerza al segundo siguiente. Tal vez incluso se le escapan un par de lágrimas por el costado de sus ojos marrones o quizás Yoochun solo le salta las suyas. Shim no lo sabe pero esta felicidad que le recorre el cuerpo es implacable y ya ni siquiera se sorprende de que lo único que quiera hacer más que nada justo ahora sea caminar hacia ese chiquillo rubio a su izquierda y comerle a besos el alma. De sujetarle fuerte entre sus brazos y sentirle tan vivo y real como se siente él mismo. Presente en este momento tan único…a su lado…hoy y si se lo permite…para cuanto les alcance el sustantivo “siempre.”
Pero no puede.
Así le joda en lo profundo. Justo ahora no puede y ese chico que tanto ama no dice más que, “felicitaciones hyung, estoy muy feliz por ustedes” privándolo de sus bellísimos ojos negros al apartar la mirada a un lado y adoptar esa pose dejada que Changmin ya no se cree.
Yoochun les grita instrucciones rápidas de la habitación de Heebin antes de volverse a por su esposa y su ahora hija, nuevamente y a la carrera.
Daniel besa la mejilla derecha de Shim con un ruidito que suena a ‘te lo dije’ antes de dirigirse a pasos rápidos a dos plantas más abajo, específicamente a la tienda de regalos ahora que saben que es niña, dejando al abogado y al chiquillo solos para ir en busca de la habitación de Heebin de la que Yoochun les ha hablado tan rápido que ninguno de ambos ha entendido bien.
Kim no le pide o dice absolutamente nada en el camino y Changmin se halla ardiendo por dentro a cada paso que dan con ese ritmo.
Cuanto odia esto. Ver su delgada espalda caminar delante. Alejándose de él cuando lo que debería es ir a su lado, a su mismo paso, sosteniendo su mano. El corazón le galopa con tanta fuerza dentro del pecho como avisándole que cometerá una locura en los próximos segundos. Que mejor esté atento. Y es que siente demasiado ¿ya? Lo siente todo y más, al punto en que necesita un maldito soundtrack de película romántica tocando en lo lejano.
“Kim Jaejoong,” le llama finalmente pues es incapaz de detenerse. Dios sabrá que es lo que va a decirle. Porque su cerebro no es el que comanda sus acciones en este momento.
El chiquillo se detiene apenas. Changmin llega a él con un paso largo. Sus manos ya al aire queriendo alcanzarle pero Kim le rechaza de un manotazo mientras un suspiro enojado escapa a través de sus dientes apretados.
“Para,” Kim le ordena.
“Estás enojado,” el mayor le dice.
El chiquillo luce tan exasperado ante su comentario que Shim prepara sus brazos para defenderse por si su amante pierde los estribos.
“No me digas Sherlock, mira tú yo ni cuenta.”
“Jaejoong…” el abogado intenta acercarse a él nuevamente.
“No, ¡aléjate!” es lo que el otro le responde llevándose las manos a las sienes, “no le has dicho aún, lo odio pero lo pillo ¿vale? No soy un mocoso,” el rubio Kim le dice chirriando los dientes.
Changmin no puede mentir. Escuchar aquello le deja un poco lelo.
“Yo err… vaya”
El muchacho solo le observa con rabia creciente. Su mano izquierda tantea los bolsillos de sus jeans buscando cigarrillos que no hay pues Yoochun se los ha escondido cuando se quedó en su casa ayer.
“Está bien, sé que hoy no es un buen momento. Solo… ¿intenta alejarte de mí? Ya es lo suficiente difícil así y justo hoy te has puesto esa colonia cara que me gusta así que más te vale guardar tu maldita distan...”
“Ven acá,” el abogado le interrumpe intentando cogerle del polo.
Pero el chiquillo es más rápido. Un grácil paso hacia atrás y un ceño entre ambas de sus cejas que dicen “ni se te ocurra pendejo de mierda” pero sus mejillas están propiamente encendidas. Esto ha de estar jodiendole con ganas ¿no? Oh Shim Changmin estará tan…tan muerto cuando solucionen todo esto.
“Te jodes Shim, si esto va a ser un infierno para mí, que lo sea para ti también.”
El amenazado no puede evitar dibujar una sonrisa grande en su rostro. Alza sus brazos entonces, en pos de rendición y puede leer los labios de su amante mandarle al carajo.
Joder. Le haría el amor en ese mismísimo pasillo si pudiera. Vergüenza ni le daría ¿Qué no habían hecho a estas alturas ya? Pero se guarda las manos para sí mismo ¿Cuánto tiempo han pasado aparte? Puede endurar un día más.
“Tal vez quieras bajarle a los morritos pero…” el chiquillo susurra como quien no quiere la cosa.
Y que se joda todo Shim Changmin tiene que picar un poco esos labios.
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La noona entra en la habitación con el personal médico y Yoochun, no más de un par minutos después de ellos. Vienen también con la nueva adición a la familia, envuelta en una mantita rosa.
Changmin ve a la niña tan exacta a Yoochun que tiene dificultad para seguir respirando al mismo ritmo, es un sentimiento raro, ver algo tan indefenso y frágil apenas unos minutos y ya sentir que lo ama así de tanto.
Jaejoong se acerca a ella también susurrándole felicitaciones y pequeñas bromas del tipo “gracias a Dios ha salido a ti.”
Changmin no sabe a quién mirar con más adoración esa noche.
Daniel vuelve con muchos globos y peluches que hacen a la noona reír. Todos se quedan con ella por casi dos horas hasta que las enfermeras vienen a botarlos para que la nueva mami descanse. Yoochun les saca en pica su pase preferencial para quedarse.
Los otros tres están demasiado añoñados para querer bajarle de su nube. Así que se despiden de ambos. Yoochun le entrega a Jaejoong la llave de su auto y casa pues aparentemente el chiquillo se quedará allá para terminar el regalo sorpresa que tiene para los nuevos padres.
De modo que deben separarse en el estacionamiento.
“Nos vemos,” esta vez es Changmin quien le dice. No queriendo que Jaejoong le deje sin dirigirle una última mirada.
Daniel a su lado, le dirige una reverencia al chiquillo. Los ojos de Jaejoong brillan con molestia pero se las arregla para devolver el gesto con educación.
“Daniel puedes ir yendo, tengo que sacar unas cosas del auto de Yoochun,” el abogado le miente a su novio intentando ganarse algo de tiempo.
No cuenta con Henney besando sus labios como despedida así que petrificado es como se queda. Daniel se ríe de su expresión y le pellizca una mejilla.
Jaejoong golpea el piso con el talón de sus zapatillas.
“¿Saben qué? Creo que puedo ir llevando estas cosas de frente para que no tengas que hacer dos viajes, hyung,” el chiquillo le dice, a Changmin le sudan las manos, “venga no pongas esa cara, no es nada, vayan diviértanse,” la sonrisa cortés que les dirige a continuación es a los ojos de Shim aterradora.
Daniel vuelve el par de pasos que ya se había alejado para rodear con sus brazos a su novio.
“¡Asombroso! ¿Entonces qué te parece una cita? Si nos apuramos llegaremos a la función de las 8” su novio comienza a decirle.
Changmin está seguro de que Jaejoong puede escucharlo todo. El chiquillo incluso interviene ante su silencio.
“Espero la hagan, el royal tiene este ambiente tan romántico ¿no?”
“Solo si tienes al correcto acompañante a tu lado,” Daniel le dice con una sonrisa.
Changmin no sabe a quién debería callar primero.
“Jaejoong…que no es molestia en serio” el castaño intenta debatirle, alejándose del otro hombre y dando un paso hacia al chiquillo pero el susodicho escapa un paso hacia atrás negando con la cabeza.
“No, no. Ustedes vayan yendo más bien, no es problema ¡eso sí! me deben una ¡eh!”
Changmin niega con la cabeza dando otro paso hacia él pero Henney está pasando un brazo por su hombro, muy contento.
“Es un hecho compañero, te debemos una,” el doctor se apresura a decirle, “con todo esto no hemos tenido mucho tiempo a solas ¿no es así?”
“No hay de qué.” Jaejoong responde con su sonrisa de asesino serial de nuevo.
Changmin ni siquiera puede verle irse. Su novio le insta a apresurar el paso de regreso hacia sus autos.
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Está muy oscuro para cuando Shim logra volver a casa. Por supuesto eso no le impide ser un pendejazo y caminar hasta la casa de su rubio tormento para tocar su puerta.
Jaejoong no le abre la puerta sin embargo. Pese a que incluso toca con su cabeza un par de veces.
No le contesta el celular tampoco. Así que el abogado termina mandándole un mensaje de texto.
“He vuelto ya. Lo siento por hoy.”
No hay respuesta a eso tampoco así que Changmin camina rendido de vuelta a su casa, se mete en sus pijamas y una vez debajo de sus frazadas suspira su cansancio.
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Su timbre suena el martes, tres días después, Changmin no está sorprendido de hallarle en su pórtico cuando abre la puerta.
“Oh Jaejoong vas a tener que ordenar tus ideas.”
“Cierra el pico,” el muchacho masculla entrando en su casa por milésima vez sin su permiso.
“Estoy alistándome para ir al trabajo,” Shim le avisa.
El chiquillo le ignora, muy ocupado caminando hasta el final del pasillo, más concretamente hasta su habitación para abrir la puerta de un empujón.
“Pienso terminar con él en esta semana ¿vale? No es tan sencillo. Y no estoy sacándote los cuernos por dios.”
“Lo hiciste la última vez,” es lo que recibe de respuesta.
“¿De qué demonios estás hablando? Oh válgame dios Jaejoong ¿es todo esto por eso? No estábamos saliendo en ese entonces”
“No estamos saliendo ahora ¿Por qué tendría que ser diferente?”
El castaño se lleva una mano a la cara.
“¿Es esta tu forma de decir que quieres salir conmigo? ¿O solo quieres pelear por nada?”
El chiquillo decide ignorarle completamente y continuar buscando.
“Que no hay nada te digo” el abogado reniega llevándose las manos a la cabeza con la poquísima paciencia remanente en su cuerpo y sintiendo que gotean las últimas partes de su contenido.
“El que busca encuentra,” Jaejoong le responde.
Changmin está demasiado cansado para seguirle el jueguito así que le dice, “pues que te diviertas perdiendo tu tiempo, tengo trabajo, te veré luego.”
Tira la puerta tras salir y no sabe de Jaejoong en días pero ¿honestamente? Sabe que lo que haga o le diga no cambiará nada a menos que no termine con Daniel. Jaejoong tiene derecho a estar celoso. Así que debe tragarse eso. Porque si bien desechar a una persona antes no se le ha hecho problema, Daniel ha estado en un tiempo particularmente difícil para él y cierto nivel de empatía le impide solo levantar el teléfono o peor aún mandarle un mensaje.
No se merece eso. No se merece nada de lo que pasa en realidad.
La secretaria de Changmin logra reservarle una mesa en el sitio donde se conocieron, es para el jueves de esa semana así que Shim no prepara excusas sino la verdad. Porque es lo que merece al fin y al cabo.
Aunque supone que el hombre debe inferir que algo anda mal a estas alturas, las pocas veces que se han visto ha evadido todo tipo de contacto.
Sentarse frente a ese par de ojos negros y ver la decepción en ellos conforme Shim le cuenta los sucesos es duro. Aun así Daniel es tan educado que no le dirige adjetivos. No le desea mal ni tampoco bien. Simplemente le escucha hasta el final, se pone de pie hace una pequeña reverencia y entonces camina fuera de su vida, porte elegante y frente en alto como debe.
Changmin piensa mucho en su camino de regreso a casa en lo sencillo que capítulos empiezan y terminan en la vida. Piensa también en lo idiota que está siendo con aquel que tiene en el presente. Y ruega porque Jaejoong se lo deje fácil, al menos por esta noche que le necesita entre sus brazos, satisfaciendo estos vanos deseos de futuro que en particulares momentos como este le ponen algo malo.
Estaciona primero en su casa para darse una ducha y cambiarse de atuendo sin embargo, le debe al menos eso…piensa.
Pasa un buen rato dentro parece porque al salir envuelto en su bata está casi oscuro afuera.
Su celular vibra. Entra al baño nuevamente por él. Es un mensaje de Jaejoong.
“Estoy abajo”
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Yoochun coge su auto ni bien recibe las noticias de parte de Heebin, que resulta ser la noche del día que sucede. Y Park está agradecido de que lo sea porque planea solucionarlo.
“Tienes que estar bromeando,” es lo que le grita cuando Shim le abre la puerta.
El castaño suspira.
“Yoochun,” intenta calmarle.
“¿Es que nunca vas a elegir lo bueno para ti?” Yoochun le recrimina ignorándole e ingresando por su pasillo decidido a gritar un poco esa noche, a ver si así puede hacerle entender a ese larguirucho abogado casi hermano suyo que las cosas no….
Su plan inicial se ve truncado dado que todo pensamiento en su mente se detiene cuando halla a Jaejoong en la sala.
“Hola hyung,” el chico le saluda.
Yoochun voltea sobre sus talones hacia el Changmin que justo llega detrás de él con gesto derrotado. Park le da un vistazo a su reloj de muñeca como intentando estirar lo máximo posible la bondad en sus pensamientos y frunce el ceño cuando la realidad empieza a golpearle en la cara.
“¿Qué está sucediendo aquí?” Se decide finalmente a preguntar, prudente de no aseverar nada que vaya a sonar ridículo.
Porque…. ¿Qué?
Changmin agacha la cabeza. No dignándose a buscar las palabras porque en realidad no las tiene así que ¿Qué caso tiene? Jaejoong tan solo suspira.
“En realidad hyung yo iba de salida,” el chiquillo le dice.
Ahora que Yoochun repara bien en él, observa que tiene su chamarra en sus manos y una clara marca de lascivia sobre la piel de su cuello que debe arderle y avergonzarle por como intenta esconderla entre el cuello de su camiseta.
El rubio procede a huir a paso rápido al lado de Changmin y sus pisadas sobre la alfombra terminan con el sonido de la puerta tras él. Changmin se lleva una mano a la cara entonces y deja ir un suspiro considerablemente largo.
“¿Changmin?” su amigo le llama intentado ser raudo digiriéndolo todo.
“¿Esto es ridículo, no es así?” el hombre le pregunta y su voz suena como apagada. Yoochun no puede creerse nada de lo que pasa.
El abogado se lleva ambas manos a los ojos e inspira fuerte mientras se limpia el rostro con el dorso de una de sus manos.
“¿Quieres un café?” le pregunta como si no tuviera lágrimas en sus ojos, “se me ha acabado el negro pero puedo hacerte un cortado decente con el de tarro, sobrevivirás por una vez.”
“Changmin,” Yoochun le llama de nuevo esta vez alzando la voz.
“Solo déjalo ¿vale? ¿Por hoy al menos?”
“¿Y cómo hago eso? ¿Ha sido él entonces todo este tiempo? ¿Jaejoong? ¿Las ojeras, la taciturnidad?”
“Eso ya no importa.”
“Lo hace Changmin, tú le amas.”
El abogado frunce el ceño al oírle.
“Lo siento ¿vale? Yo no quise que…yo no quiero que… sé que esto puede ir de dos formas pero...”
“¿Es que están jugando?” Park le interrumpe.
La mirada que le dirige el abogado le deja en claro que no.
“Entonces ¿por qué mierda me pides disculpas? Joder Changmin ¿desde cuándo…?”
“Demasiado.”
El pelinegro se lleva una mano a los cabellos.
“Jesucristo, Changmin ¿Kim Jaejoong sobre todas las personas en la faz de la tierra?”
“Créeme que no ha sido voluntaria elección mía.”
“Ya creo yo, no puede ser que seas tan inocente,” los ojos negros de su amigo le observan claros como la misma noche, se está aguantando de preguntar demasiadas cosas justo ahora.
“¿Yo que sé hombre? Probablemente sí, mierda, probablemente le escogería una y otra vez.”
“¿Te tiene muy colado, no es así?”
El abogado encoge los hombros, por alguna razón que no entiende sigue llorando, quizás porque no puede creer que Yoochun se lo esté tomando tan bien.
“Detesto a los niños,” suelta con frustración sin embargo.
Porque necesita compañía en esto.
Yoochun se deja caer en uno de los muebles riendo. Está verdaderamente preocupado en sus adentros, pero viendo esto, viéndole así. No puede evitar querer ser optimista al respecto. No tendría alternativa tampoco. No quiere ni imaginar el peor escenario. Por lo poco que ve el mundo entero necesita que esto funcione.
“Lo sé y honestamente no me lo hubiera imaginado en un millón de años.”
Changmin bufa dejándose caer a su lado. “Voy a tener que contártelo todo ¿no es así?”
Yoochun le palmea el hombro, “nos haré tanto café como sea necesario.”
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Para cuando Jaejoong toca el timbre de su vecino, son cerca de las 4 am. Yoochun ya no está, pero si el dueño de la casa quien con ojos algo hinchados de la trasnochada y el rostro aún rosáceo de los residuos de vergüenza que ha pasado al tener que confesar en voz alta toda la cruzada que ha sido enamorarse de ese chiquillo, le abre la puerta.
Los ojos negros estudian al abogado por algunos segundos en el umbral y luego bajan al piso.
“No me gusta pelear contigo, Changmin,” el chiquillo le dice.
“Entonces no lo hagas,” el mayor le responde.
Hace demasiado frío como para estar parado en pijamas con la puerta abierta pero debe dejar al pequeñito ese expresarse. Tienen que aclararle sus ideas. De modo que puedan dejar esto atrás. Y también lo que sea que vaya a venirles en el futuro.
“Parecías tan triste y pensé que era por él.”
“Kim Jaejoong.”
“He sido siempre una rosa de grandes espinas, solo sé hacer daño y vivo con este terror de que abras los ojos y lo veas, y estabas tardando tanto en romper con él que pensé, quizás se ha arrepentido, quizás finalmente está siendo inteligente, finalmente él…”
“Demonios Jae ¿crees que no sé todo eso ya?” el abogado le coge de ambos hombros y le empuja dentro de su casa para poder cerrar la puerta, “¿crees que estoy acá solo por tu cara o por tu cuerpo? Estoy acá por todo ¡maldita sea! No voy a intentar convencerte de que eres una mejor persona de lo que eres, pero hay bondad en ti y mi trabajo aquí es ayudarte a crecer. Estoy acá porque creo que podemos ser buenos para el otro. Quiero crecer como persona también. Junto a ti.”
El chiquillo alza la mirada hacia él.
“¿Por qué estabas llorando entonces?”
“No era de tristeza Kim,” el abogado gruñe arañando de coraje el reposa brazos del sillón de la sala en donde ha tomado asiento.
El rubio cruza los brazos sin creerle.
Shim Changmin desearía solo hacerle el amor y no tener que admitirle la verdad. Pero supone que es lo que se debe hacer entre parejas.
Nota su rostro sonrojarse un poco para cuando abre la boca para hablar, “te tenía al fin. Al fin eras solo mío. Sin nadie ni nada más que tú y yo. Y me sentía muy feliz. Pero ahí fuiste tú sacando tus propias conclusiones.”
El rubio torce el gesto y se lleva las manos a la cabeza.
“Joder,” susurra.
El abogado rueda los ojos.
“Soy un idiota, lo siento,” el chiquillo jadea con la voz pequeña de la culpabilidad, de haber arruinado una perfecta noche por su cabeza tan dura, “por favor no me cambies de opinión.”
“Si solo pudiera Kim te dejaría justo así,” el otro hombre le responde en broma chasqueado los dedos.
El rubio camina hacia él.
“Lo siento en serio ¿qué puedo hacer para compensártelo?”
Shim no puede fingir desinterés puesto que sus ojos le traicionan siempre cuando se trata de ese chiquillo.
“Ven aquí,” le ordena.
Kim Jaejoong está muy feliz de complacerle en esa sala hasta que el sol está bien en lo alto.