MOSH (capítulo 11)
N/A: Bien, vomitarán por las
escenas extrañamente hogareñas y totalmente de noviazgo no oficial y
absolutamente negado, es una forma de decirle a tefi, siento que me haya demorado así,
pero supongo que la parte final va a ganarme sus disculpas… (oh sí, no se coman
las uñas ni se avienten, el preludio está por algo para agarrárlas bieeeen.)
Pidámosle gracias a Izo, por ser tan
increíblemente awesome y hacer de mi porquería inicial algo decente. (Te amo hasta fucking Plutón y de vuelta)
Al que madruga dios lo ayuda.
“¿Así que solo has cambiado el pelo?”
Changmin le pregunta cuando le ve entrar con las púas en el cuello y el indecente polo de mallas negro que deja entrever el tatuaje sobre su pecho.
No es como si el chico estuviera en la posición económica para cambiar todo su guardarropa porque se le pega en gana tampoco – piensa al segundo – pero Changmin se siente sociable en esta mañana, aparentemente.
Jaejoong voltea a verle con un sándwich en la boca, el morral cargado en un hombro, un gran papelote debajo de su brazo derecho y una caja que parece pesada pues la carga con ambas manos, para solo encogerse de hombros a toda respuesta y luego temblequear un poco para recuperar su equilibrio.
Changmin se pregunta cómo hará para abrir la puerta y salir, peor aún para atreverse a montar su bici, se pregunta también si quizás deba ofrecerle ayuda pero siente una malsana curiosidad por espiar como es que se las apañará en todo caso.
El chico camina hasta el pasillo y cuando está a punto de salir de la cocina se da media vuelta hacia él. Changmin vuelve rápidamente su mirada a su periódico. Va en la misma página hace cinco minutos. Jaejoong y él lo saben bien.
El rubio camina hasta la alacena deja la caja y voltea hacia él arrancándose el sándwich de la boca y dejándose un pedazo dentro para irlo masticando, “eres un bastardo,” le acusa, está tan cansado que ni siquiera le pone odio a su voz.
Changmin bebe de su jugo de naranja natural y no se siente culpable de saber que son esas manos ajenas las que le han preparado susodicho desayuno así como la de los tres días precedentes aka desde que Kim empezó a quedarse en su cuarto de huéspedes. Sí, en el de huéspedes ¡chúpense esa!
“Por cierto he dejado la cena en la refri, puedes descongelarla cuando vuelvas, yo puede que tarde.”
“¿Piensas quedarte en algún lado?”
“¿Es eso interés?” Kim le pregunta. Changmin se niega a mirarle la cara de malnacido que debe tener el chico en estos momentos.
“No realmente,” le admite.
Jaejoong le da un vistazo al reloj de la pared y con un suspiro derrotado da por terminado su juego.
“Choi tiene que aprobarme el diseño así que, no tengo de otra,” el chico le informa llevándose el sándwich de nuevo a la boca y devorándolo como cualquier marrano de su edad.
Changmin no debería prestarle tanta atención a sus labios, la verdad. Así que sacude lo que sea que intenta pensar su cerebro, asiente y continúa con su jugo.
“Bueno me voy,” Jaejoong le dice cuando el sándwich ya ha desaparecido en su tubo digestivo.
“Bien.”
Jaejoong le frunce el ceño, y tragándose lo que él y Changmin saben en realidad quiere pedirle sujeta sus cosas como las llevaba anterior pero llega con las cajas y demás a las justas hasta el umbral de la puerta antes de voltearse exasperado.
“¿Se te olvida algo?” Changmin le pregunta, porque es un hijo de puta, ese el porqué.
“¡Oh por dios! Dame un puto aventón quieres.”
La sonrisa de Changmin le traiciona. Deja su vaso vacío en el fregadero y prosigue a tomar sus llaves del llavero que tiene al lado de la puerta.
“Soy tan buena persona,” afirma en tono juguetón, olvidándose por un momento de que ya ha quemado esa etapa de ir desquiciando gente por pura diversión ¡pero que tanta lata! ¿acaso no dicen que todos permanecemos como niños en el interior? eso o Jaejoong claramente saca cada pedazo de inmadurez de su cuerpo.
Como sea, ambos suben al auto y Changmin lo enciende con una sonrisa aún perene sobre sus labios, lo cierto es que resulta un tanto raro el buen humor que ahora Shim tiene por las mañanas.
El auto del castaño está estacionándose en el instituto del chiquillo después de 10 minutos. Jaejoong ha perdido el mal humor en el camino, así que tan solo toma su caja entre sus manos y sus ojos negros le miran bastante bonitos cuando le dice, “gracias.”
Changmin le alza una ceja.
Jaejoong le sonríe, “cuando alguien hace algo por ti se dice gracias, quita la cara.”
“Es la única que tengo, lo siento pero no puedo arrancármela.”
Jaejoong se ríe. La caja continúa quieta en sus manos, Changmin espera porque Kim dirija la mano a la puerta, pero el muchacho no lo hace.
“Cualquiera diría que estás esperando algo.”
Jaejoong pega un pequeño casi imperceptible salto en su sitio, como si se hubiera perdido en su cabeza y ahora vuelto a la realidad.
“Puede que esté esperando un beso ¿sabes?” El chico procede a remojarse los labios y hacer la del pez, acercándose a él de todo menos sugerente. Changmin le empuja la frente con dos dedos para alejarle.
“No seas tan fácil Kim puede que un mal hombre tome provecho.”
Jaejoong vuelve a reírse, su nariz se torna algo graciosa cuando lo hace, los ojos castaños de Shim notan. Pero no hay mayor problema coquetear es inofensivo. Coquetear sin intención no tiene nada de malo.
“O es justo lo que quiero.”
Lo que Kim hace con su lengua a continuación es difícil de definirse con palabras acertadas.
Vale, quizás coquetear no sea el mejor movimiento.
“¿Qué exactamente te enseñan aquí, ah? ¿Cómo ser una estrella porno? Y uno pensando que en la actualidad se les enseña ética a los niños.”
“Oh cariño, voy a enseñarte niño cuando vuelva.”
La risa que le sale a Shim es ligera pero sus dedos sostienen el timón con un poco más de fuerza.
“Así estoy bien, muchas gracias,” le dice con falsa educación, “ahora fuera tus 10 minutos de ventaja ya deben estar por agotarse.”
Jaejoong le sonríe. Pone una mano sobre su muslo para impulsarse y picar sus labios, es rápido apenas la suavidad de sus gruesos labios sobre los suyos así como sus dedos pasando de su muslo a estrujar su para-nada-preparado pene por encima de su pantalón, “ten un bonito día, cariñito, trata de no masturbarte en mi nombre, la noche llegará rápida, lo prometo.”
“Hijo de puta,” Changmin le dice a la nada porque Jaejoong ya se ha bajado del auto he ido a su clase y le ha dejado en el parking, solo, o bueno con su no tan pequeño y adolorido amiguito.
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La tarde de trabajo es ardua. Y el almuerzo en Kings no sabe ni la mitad de bueno ahora que ha probado la comida de Jaejoong, lunes, sábado y domingo. Así que el chiquillo le ha arruinado los almuerzos también. Bárbaro.
“Y entonces conseguí las otras 15 firmas y estoy dentro.”
“Pues felicitaciones.”
La chica, Lola, le sonríe, es bastante bonita para ser una abogada con tanto cerebro. Venga, ahí van los prejuicios de nuevo. Shim se lleva la servilleta a los labios para disimular su disgusto consigo mismo. Anualmente tiene que aceptar alguna de estas citas que su madre y padre le preparan. Changmin no ha sido especialmente abierto en cuanto a todas sus preferencias sexuales con sus padres. Tampoco es que se le haya preguntado. Asumieron. Como siempre.
Y honestamente entre perder una tarde a tener una charla de corazón abierto con las personas que le han pagado la universidad hasta el segundo año, prefiere esto.
“Dámelas cuando gane el caso, y es en realidad nada comparado con los Marcus, te vi en la tele, hay quien diría que ya eres toda una celebridad, la verdad es que estabas bastante guapo,” la chica le adula con una sonrisa algo cohibida.
Quizás y Lola ha sido quien ha pedido que esta cita se concertara, sabe bastante de su trabajo para ser pura casualidad. Sus gestos son suaves, pero no fingidos. Changmin puede dibujarla entre Yoochun y Heebin. En una pintura en su sala.
Una chica como ella es a quien debería tener viviendo consigo mismo en su casa, Changmin piensa. Sí, ya se ha cansado de recalcar el: Kim duerme en el maldito cuarto de huéspedes.
“¿Y no lo estoy ahora?” Changmin le pica con una de sus sonrisas traviesas.
“¿Qué puedo decirte? El negro es tu color.”
Cierto polo de mallas se le viene entonces al castaño a la mente. Shim se pregunta qué pensaría la señorita si supiera que tiene a un chico a quien se ha cogido más de un par de veces, en su casa. ¿Qué demonios está haciendo con su vida? Alza su copa para brindar con la muchacha y el almuerzo continúa sin mayor evento.
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La noche tiñe irremediablemente el cielo de un azul oscuro. Changmin se ha quedado un par de horas de más en su oficina revisando un último file con algunos problemas. Lo cual ha coincidido, sin ninguna maña de por medio, con su necesidad de dilatar su regreso a casa. Después de todo si hay alguien a quien tomarle la palabra ese es Kim Jaejoong, Changmin solo espera no encontrárselo desnudo en su cama ya es suficiente no poder ver su carro de la misma forma como para que ahora no pueda volver a dormir en paz.
El file le toma su tiempo, unas dos horas entre notas y ordenarlo todo, ha mandado a su pobre asistente a casa casi una hora atrás, así que cuando Junsu entra bastante animado en su oficina no hay quien le detenga.
“El horario de atención terminó hace dos horas, así que hazme el favor,” Changmin le pide, el cuello le duele un poco…se pregunta si Jae sabe dar masajes.
JA. Qué no sabe hacer con sus manos debería ser la pregunta.
Junsu como siempre, le ignora. Se deja caer en el sillón frente a él, se cruza de piernas y la sonrisa de gato sobre su rostro, irrita al abogado inmensamente.
“¿Nada que me quieras contar?” canturrea hurgándose las uñas con el dedo opuesto.
“No lo creo,” Changmin le sisea.
“Oh vamos creí que éramos amigos, puedes ser sincero.”
“Yo creí haberle dicho al de seguridad que no te dejara pasar.”
“¿Oh, a quién? ¿A Bryan? Pero si es todo un encanto.”
Así que Changmin tiene ahí su respuesta.
“Estoy cansado podemos hacer esto en otro momento,” le dice el castaño masajeándose las sienes.
“¿Hacer qué? ¿Decirme que Jaejoong se ha mudado contigo? No pensé que iban tan en serio ¿Debo esperar un anillo pronto?”
“El matrimonio gay no está permitido aquí.”
“¿Y quién dijo que la boda sería aquí?”
“¿Por qué estamos siquiera discutiendo matrimonio?” Changmin refunfuña exasperado.
“¿Porque vas a proponérselo a Jaejoong?”
“Claro que no” le gruñe dejándose apoyar sobre todo el respaldar con todo y cabeza.
“¿No?”
“No, Junsu, no” le dice ya sin siquiera ganas. Podría dormirse ahí si el otro no tuviera la voz tan de pito.
Junsu se carcajea de buena gana sobre el asiento, “como sea Shim,” le dice restándole importancia con su mano, “no vine hasta aquí para discutir la etapa en la que tu relación con Jaejoong se encuentre.”
“No tenemos nada, pensé que serías el primero en interponerse en cualquier caso.”
“No soy tan anticudo además para el amor no hay edad,” el rubio canturrea.
“Pues lo siento, pero estamos muy lejos de eso,” Changmin le dice.
El rubio le ignora obviamente. Changmin prácticamente se quiebra las articulaciones interfalangicas cuando se saca un conejo y las maldiciones mueren contra su mandíbula apretada del dolor. Necesita su cama y no esto.
Un buen día de estos va a matar a ese espécimen. Va a quebrarle los cartílagos cricoides con sus pulgares y dejarle la impresión de los mismos sobre la piel de su cuello. Sí quizás esto de fantasearlo tan a detalle no sea exactamente sano. Pero ¡a la mierda lo sano!
“Lo que tú digas campeón y como te decía estoy acá más bien para invitarte este sábado a un bar en la 45.”
Cambio de tema. Vale, tómalo o déjalo Shim.
“¿Motivo?” le pregunta en un siseo, terminando de meter el file de su último cliente en su maletín.
“Nada más que el día más importante del año.”
Changmin a pesar de su bisexualidad en realidad sabe muy poco de la comunidad gay así que lo primero que se le viene a la mente es alguna fiesta exuberante llena de lentejuelas y plumas. Pero descarta su propia noción esteriotipada al segundo.
“¿Y qué día es ese?” le pregunta arrepintiéndose al instante porque Junsu voltea a verle como si su fe en la humanidad se hubiera mancillado con su sola pregunta.
“Mi cumpleaños, Changmin.”
Oh claro…
“Jaejoong va a tenerme una sorpresa así que puedo prometerte diversión,” Junsu le dice de buena gana.
Vale, así que no estaba del todo equivocado.
“¿Este sábado me dijiste, no?”
“Ajá.”
“Vale.”
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Changmin llega a su casa alrededor de la una de la madrugada. Abre la cochera, deja dentro su coche, baja de él, pasa por la puerta que une al patio y está dentro de su casa. Todo es oscuridad, tranquila y quieta, dentro. El castaño va a por un vaso de agua a su cocina y no enciende la luz, la ubicación de cada peligrosamente mortal mueble ya está impreso en su cerebro, bebe hasta la última gota y lo deja en el fregadero ya será problema de Jaejoong en la mañana. Después de todo Jaejoong es su mucama.
Una sonrisa cansada se estira en su rostro mientras se quita el saco de camino a su cuarto. Lo dobla sobre su brazo derecho y con el izquierdo se afloja la corbata.
Ha sido un día bastante agotador. Shim empuja la puerta de su cuarto con apenas dedos y no se cuestiona la razón por la cual la puerta se encuentra junta y no cerrada, al menos no hasta que ya está un pie dentro y el olor a fresas le golpea la cara.
Jaejoong le da el encuentro antes de que la visión tras la puerta sea holística, lleva sus manos a su rostro y junta sus labios con un pequeño “smack” que parece golpe de la forma que sus labios chocan pero es en realidad suave, un “bienvenido, te estuve esperando” al que Changmin no trata de aferrarse aunque se siente ligero, a gusto.
Changmin recuerda entonces su conversación esa mañana y hay cierto regocijo en la boca de su estómago. El otro muchacho no está desnudo pero en tan solo ropa interior y su cuerpo se tensa con anticipación cuando las manos del abogado le sostienen por las caderas.
Sin realmente quererlo los labios del mayor están sobre el hombro derecho de su vecino cuando sus manos le bajan los bóxers con índices y oponentes. Jaejoong tiene que alzar la cara para poder mirarle a los ojos. Ahora completamente desnudo, tatuado y rubio.
Changmin podría hablar de arte con esto. Así que lo hace. Delinea con labios secos las clavículas del muchacho, la línea interpectoral, el abdomen tonificado y delgado, besa el ombligo ya prácticamente de rodillas y escucha la maldición que escapa de los labios de Kim cuando su boca está llena a tope del miembro de su vecino.
Jaejoong tambalea un poco hacia atrás ante la primera succión, Changmin le alza una ceja. Jaejoong se sonroja, por primera vez en la intimidad.
“Ha pasado algo de tiempo, ¿sabes?” Jaejoong intenta excusarse.
Changmin no se siente ridículo aún estando de rodillas sobre el suelo con una semi erección contra la alfombra, que probablemente tenga que limpiar por la mañana cuando se esté arrepintiendo de esto.
Su habitación era la línea que no debía cruzar, pero ahí va el muy capullo.
“¿Qué pasa, tus clientes no te dejaban divertirte?” Changmin le pregunta, sosteniendo su miembro nuevamente para irle masturbando con la mano derecha y darse soporte del muslo derecho de Jae con la mano izquierda para evitar que el niño vaya a caerse y meterle el glande hasta las amígdalas en el proceso, porque eso no sería muy sexy, en realidad.
“Descuida, he estado bien atendido.”
Changmin le aprieta con fuerza. Jaejoong ahoga un gemido de dolor.
“No hables de tus otros amantes, no demuestra mucha educación.”
“¿Vas a castigarme?”
Changmin le sonríe de lado antes de volver a engullirle. Los dedos del rubio se entierran en el cabello castaño, usando ambas manos. Shim puede sentir la tensión de los músculos abdonimales del menor con la punta de su nariz. Puede sentirle engrosarse dentro de su boca a cada succión. Deshacerse en maldiciones y pequeños gruñidos.
“¿Puedo follarte la boca?”
Changmin casi se ahoga ante la pregunta, aleja la cabeza hasta que el miembro de Kim cae de sus labios y este le golpea la punta de la nariz al levantarse.
Jaejoong se carcajea ante su ceño fruncido.
“Venga, seré todo un caballero,” le asuza con un tono de falsa ternura.
Changmin quiere mandarlo a la mierda, si tan solo no estuviera así de cachondo como lo está.
Así que encoge sus hombros. Probablemente un pequeño e inesperado sonrojo cubre sus pómulos
“Solo una cosa ¿vale? no puedes correrte en mi boca, mierda, que ni se te ocurra que lo juro por Dios, te echo de mi puta casa.”
Jaejoong vuelve a romper en risas. Se tira el cabello hacia atrás y seca un poco el sudor de su frente con el dorso de su mano. Sus dedos acomodan cabello invisble detrás de la oreja del castaño, dado que lo lleva corto. Changmin se deja llevar por la caricia, los dedos del chiquillo dibujan su mandíbula y posteriormente la comisura de sus labios.
“No voy a venirme en tu boca, me prometiste un polvo, cariño ¿Qué no recuerdas?”
Changmin vuelve a tomarle al mismo ritmo que antes, la manos de Jae están tirando de su cabello a los 5 segundos, manteniéndole a una distancia para entrar y salir de su boca con los propios movimientos de su pelvis.
“Jesús, así, justo así.” susurra mordiéndose los labios.
Changmin tan solo se sujeta de los brazos que le sostienen a él mismo, hincándole las uñas para recordarle lo que acordaron hace minutos y también para tratar de inspirar aire suficiente para no ahogarse.
No fastidia mucho, en realidad. Hay un pequeño dolor en la parte posterior de su garganta pero vale la pena por la forma en que Jaejoong reclama sus labios después de algunos minutos. Tirándole rudamente contra su pecho, sintiéndose en la lengua de Changmin, arañándole la camisa, arrancándole los botones como si no fuera una Calvin Klein, y su favorita cabe decir.
Como sea la bendita camisa pronto está tirada y mancillada sobre el piso. Jaejoong le muerde la oreja, se cuelga de él de un salto y su voz hambrienta le confiesa al oído, “dios te ampare si no me follas aquí y ahora.”
La masiva erección que Changmin tiene entre sus piernas arde por enterrarse en su carne. Sus manos empujan a Kim encima de su cama sin tomar otro reparo. Jaejoong se deja caer sobre el colchón con la gracia de un ser hermoso como él solo, sus cabellos rubios le crean una melena alocada a los costados de su rostro de tono azul por estar únicamente iluminado por luz de luna entrante por la ventana abierta. La brisa fría es algo que Changmin nota recién cuando se quita los pantalones.
Jaejoong le rodea ambos brazos por detrás de la nuca cuando el mayor escala el colchón hasta colocarse encima de él.
Sus labios se encuentran de nuevo y sus erecciones prácticamente resbalan la una con la otra. Sus piernas se enredan y las palmas sujetan glúteos mientras ruedan pegados como imanes.
“¿Dónde mierda tienes el paquete de condones y el lubricante?” Jaejoong le pregunta cuando ha sido suficiente roleplay para su bienestar mental, como va, va a empezar a montar la pierna de Changmin y eso no va a ser muy digno.
"Lenguaje," el abogado se atreve a leccionarle.
El chiquillo bajo él empieza a friccionarse salvajemente contra su vientre bajo.
Changmin alcanza el velador de algún modo. Jaejoong rompe el paquete con los dientes y prácticamente se lo tira por la cabeza al castaño cuando termina de vertir el lubricante en su palma y se abre de piernas.
Changmin gatea hacia él y sus palmas calientes de la anticipación se apoyan sobre sus muslos, abriéndole aún más las piernas e impulsándose sobre ellas hacia él para besarle suavemente en los labios. Jaejoong jadea contra sus labios aún trabajando su mano derecha dentro de sí mismo y su izquierda prácticamente riega la botella con lubricante sobre las sábanas por no poder concentrase en tantas cosas a la vez, Changmin toma la botella abandonada en sus manos entonces y vierte un poco en sus dedos bajo la mirada de Kim, cuando las acerca a su entrada puede observarle tragar saliva.
“Dime si todo va bien,” le pregunta en un susurro.
Jaejoong asiente apenas con la cabeza.
Las manos de ambos trabajan sobre su agujero en pequeños círculos, hasta que Changmin puede sentirse deslizarse con facilidad dentro, ambos se asienten con la cabeza el uno al otro entonces.
Cuando Changmin entra en él, lo hace despacio. Ajustándole a su cuerpo como dos piezas de tetrix. Le sujeta los muslos a los lados de su cuerpo y se inclina hacia él para terminar de encerrarle bajo su cuerpo.
Se mueve así. Lento pero profundo. Jaejoong le araña la espalda mientras reprime una maldición.
"¿Te gusta así?" sus caderas danzan con más vigor.
"Changmin" el chico le llama entre jadeos.
El abogado se sostiene con las manos a ambos lado de su cuerpo.
Kim le enrolla las piernas a su espalda y su cabeza se tira hacia atrás sintiendo demasiado como para formar alguna otra palabra.
Changmin no sabe porque oírle llamarle con la voz quebrada de placer le alecciona tanto.
Pega sus frentes juntas mientras entra y sale, y entonces se pierde en la maraña de placer que es el cuerpo de Jaejoong. Sus dedos se incrustan en esa piel albina mientras vuelve a hacerle algo así como el amor por primera vez.
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Un miércoles, Changmin, tal y como prometió acompaña a su noona a su control, se sientan a esperar su turno y el castaño ve una considerable cantidad de mujeres con panzas enormes y tiene curiosidad de preguntar cuanto tiempo de gestación llevan. Se le hace difícil imaginar el delgado y menudo cuerpo de su noona de pronto con tanta…ahm…carga encima.
Heebin ama a Yoochun ahora que su vientre apenas ha cogido volumen, pero va a odiarle sin dudas cuando sus tobillos se rompan al tratar de sostener al otro ser humano dentro de su vientre.
El solo pensarlo le hace reír. Heebin voltea hacia él, divertida.
“¿Qué es tan gracioso?” le pregunta.
Changmin niega con la cabeza. Heebin le observa por unos momentos, “me parece que tendremos todavía unos 10 minutos todavía ¿quieres verlos?”
“¿Ver qué?”
La noona no le responde solo le sonríe traviesa y se pone de pie, “ven, apura,” le insta, caminando por el pasillo y desviándose para la izquierda. Changmin la sigue, pidiéndole que vaya despacio. Llegan a la maternidad con una última vuelta hacia la derecha, las incubadoras son muchas, y los bebés en ellas duermen ajenos al mundo entero.
“Puede que esté aterrada pero ¿sabes? Siempre que vengo aquí todos mi miedos desaparecen” Heebin le admite sonriendo con las manos apoyadas en el cristal.
“Pues no sé de qué puedas tener miedo Bin-ah, puedo decirte con seguridad de que mi sobrino aquí es el pequeño con más suerte en el mundo.”
La noona le sonríe.
“¿Alguna vez lo has pensado?” le pregunta.
Changmin se encoge de hombros,“tengo que encontrar mi Bin-ah primero ¿no?” le responde.
Hee Bin asiente recostándose en su hombro.
“Ella o él no va a llegar sino te molestas en buscarle ¿sabes?” le canturrea.
“Oh calla, por favor, con Yoochun ya tengo suficiente.”
“Vale, vale, yo solo decía,” Bin le pica una mejilla.
Changmin voltea a verla, “porque no solo abandonas a Yoochun y nos fugamos a América,” le pregunta, “criamos al nene o nena e incluso le damos un hermanito.”
Hee Bin se rie de buena gana.
“¿Pero qué hay de tu inquilini?” le responde y su sonrisa es tan sincera que Changmin no puede ni enojarse con ella.
“Bin-ah el niño duerme en mi cuarto de huéspedes, podría fácilmente encontrarse otro buen samaritano.”
“¿Me dices que no te estás acostando con él?”
“Vale, soy un mal samaritano.”
Ella se ríe, “yo creo que Jae te agrada más de lo que admites.”
Changmin toma aire para refutarle pero la noona rueda los ojos y antes de permitirle hablar le dice, “volvamos ya, creo que nos hemos pasado un poquito.”
El abogado asiente pero hay algo en su expresión que descuadra.
"No te preocupes no se lo diré a Yoochun pero has de recordar que pese a que no actúes con mal, el infierno está tambien lleno de buenas intenciones." La noona le soba la espalda mientras le dice.
Changmin sabe que tiene razón.
Pero cuando llega a casa y Jaejoong viste solo púas alrededor de su cuello mientras se ofrece a prepararle el café, la razón vuela muy lejos y le toma contra la alacena.
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Toda acción tiene sus consecuencias. Es la primera regla de la vida. Una ley de la propia justicia en la que Shim Changmin tanto se esmera por vanguardiar. Claro que como ser humano, es imperfecto y puede olvidar su existencia a veces. El problema es que como muchos a estas alturas ya tiene claro la vida no tiene un botón de rebobinado. Toda cicatriz deja una huella en la epidermis.
La vida da vueltas, el propio planeta, y aunque a no todos les muerde en el trasero de forma inmediata.
Desgraciadamente para Shim las casualidades no parecen querer jugar para su equipo. Por lo que si las posibilidades de encontrarse con su choque fuga en un bar cualquiera al que Junsu les ha invitado para celebrar su cumpleaños para un pecador regular, común y silvestre se estima de una en un millón para él es más bien algo así como de una en una. Así que tal y como dictan las matemáticas, los brazos de ese muchacho del cual ni el nombre recuerda se abalanzan sobre su cuello y quizás no resultaría tan bochornoso como lo es, si no fuera una obvia copia barata del antiguo look de Kim Jaejoong, ese que ahora rubio le juzga a través de la cerveza que tiene en la mano, como todos los otros que también conforman ese círculo conmemorativo, le juzgan y muy duro.