Shim, el castaño sin castañas; Kim, el miope sin agallas.
Dedicado a
la Evy bonitah (L) he
querido poner esto desde hace buen tiempo, pero mi abue ha venido de visita y
como mi cuarto es aparentemente el más grande la instalaron aquí y la verdad
aunque tenga discapacidades visuales me daba cosa a lo que escribir yaoi y ella
toda linda leyendo libritos de niño (me siento un monstruo xD) anyways, espero
que les guste. Faltan solo dos (llora desconsoladamente) prometo algo muymuy
gay/ardilla/bello/chicloso para el fin de este mi segundo jaemin (OH GOD) y las
dejo antes de que me ponga yo emotiva y esto quede más grande que el propio fic
xD. Las quiero aunque ustedes me odien. Y les mandaré besito volado aunque
vayan a buscar su jabón neko para quitarse el mal gusto T___T malas personas…ok
como decía…esto…lean? Se agradecen los cometarios igual *se hace pequeña*
La realidad de las cosas caen duras sobre unos
hombros anchos pero delgados, él está tirado en su cama con una toalla en su
cabello, celular en manos y ojos negros repasando un mensaje que ha debido
haber leído ya por la millonésima vez.
La realidad de las cosas le golpea fuerte el
esternón cuando sus dedos intentan responder ese mensaje que ha llegado hace
mucho más del tiempo sociablemente aceptable para siquiera considerarse. Y lo
sabe. Jaejoong lo sabe. Y el hecho no debería fastidiarle de ese modo. Pero lo
hace. Y por eso está ahí. Y no descansando como debería dado que mañana es su gran día.
No, porque su inconsciente ha elegido la
madrugada de esa noche, al parecer, para lanzarse contra su Yo y hacerle una
llave, paralizarle en el acto y susurrarle al oído que Changmin no es tan solo
un hijo de puta en su historia. Que quizás, Changmin le ha significado algo
más. Y ese de más no va a irse aunque Yoochun esté a su lado. Y Jaejoong ya no
sabe si Dios simple y llanamente le odia. O si es que acaso ha sido Vlad III en
su anterior vida. Pero estas cosas no deberían pasarle a él, ni a nadie y es
que ¿cuán mal de la cabeza tiene que estar alguien para querer responder al
mensaje de la persona que muy fríamente le ha chantajeado? O peor aún…para
corresponderle. Mal. Muy mal, de seguro.
El pelirrojo se retuerce entre su cama cual pez
fuera del agua para terminar pegándose un cabezazo contra su velador. Y decide
que sí. Dios le odia. Y mucho. Se lleva la mano a la cabeza, quejándose adolorido
cuando el celular le vibra en las manos y el alma casi se le escapa del cuerpo
del susto. Maldita sea, Yoochun. Piensa, intentando devolver sus latidos a su
ritmo normal pero al leer la pantalla y ver un remitente diferente ocurra
exactamente lo opuesto.
Se queda de piedra por un buen rato antes de
abrirlo. Solo observando la pantalla y ese nombre. Cuando finalmente lo abre.
“Buena
suerte mañana.” Cita el mensaje.
Y él muy posiblemente no deba sonreír como lo
hace.
Pero Dios le libre…sus labios sonríen hasta que
sus párpados concilian el sueño.
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Jaejoong le ha prohibido entrar. Le ha dado un
pequeño beso en los labios, le ha mirado con esos ojos negros tan suyos y le ha
dicho, “voy a hacerlo.”
Y Yoochun sabe que lo hará. Ha trabajado duro
por esto y sin importar que en la cola queden aún casi otras 15 personas de las
más de 100 que ya se han presentado, sabe que lo hará porque el talento de su
novio es suficiente garantía. Pero de todas formas se siente algo nervioso, porque
sea como sea no es solo su novio ahí dentro el que se juega uno de sus sueños,
es también su mejor amigo de toda la vida y él no puede hacer más que esperarle
aquí.
El pelinegro deja libre un suspiro de ansiedad
pura. Y Sena parece regocijarse en su impotencia desde su sitio. Porque la
bruja muy obviamente está también en la fila. Ella y también el malnacido de Changmin.
El castaño está a un lado, pero no ha venido
con ella ni por ella. El muy hijo de puta ha venido por Jaejoong, se ha apoyado
en el pasillo y solo ha mantenido su mirada recelosa en la muchacha como retando
a la minina a animarse a dar el primer zarpazo para brincar en defensa de algo
que no era suyo. Sino de él. De Park Yoochun. La única razón por la que el
pelinegro no le había echado de ahí era porque, bueno, los pasillos de la
universidad no le pertenecían y porque el susodicho no había hecho amago alguno
de querer acercarse a Jaejoong. Solo se había apoyado ahí, y de pronto los
nervios de su novio se habían evaporado en el aire. Y eso era algo que no le había
gustado. Para nada.
Yoochun alcanza a escuchar apenas el tono de la
voz de Jaejoong un par minutos después de su ingreso al salón y la verdad se
siente su padre en ese momento, le enorgullece tanto en lo profundo que le
coloca una sonrisa gigante en sus legendarios labios carnosos.
La cosa es que…él no es la única persona que
sonríe tan grande cuando los aplausos rompen detrás de esas paredes. Él no es
el único. Y es solo entonces que Yoochun puede verlo, puede simplemente saberlo,
por el brillo en los ojos de ese castaño, por la forma en que se despega de la
pared con el cuerpo radiante, por la forma en que le guiña un ojo a determinada
ratita en la fila y se aleja a pasos cortos por donde vino.
Jaejoong sale del aula de pronto. Y sus ojos
negros están rojizos mientras sostiene un papel dorado en las manos. Y esto no
es american Idol pero su novio tiene tanta euforia destilándole por los poros
del cuerpo que en realidad parece un participante.
El problema es que sus ojos se mantienen en él
un par de milésimas de segundos y luego se desvían hacia la pared ahora vacía y
el brillo en sus ojos emocionados, se opaca un poco. Y se siente como cuando te
meten un puñete en el estómago. Porque los gotones caen sobre el rostro de su
niño. Y no son solo de la emoción. Yoochun, lo ve, lo sabe y la verdad desea no
haberlo hecho.
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Jaejoong sabe que tener más de cinco mensajes
inconclusos titulados cabeza de pepino, no es exactamente una muestra de
estabilidad emocional. Pero saber que ocurre en su cabeza es algo que nunca ha
tenido bien definido así que trata de no asustarse tanto.
Falla miserablemente claro. Porque cada noche
que escribe uno más, una culpa estúpida le carcome, y es que no sabe si esto puede
contarse como dobleteo ahora que se ha dejado admitir asimismo que tal vez y
Shim bastardo Changmin le gusta un poquitito, porque no ha enviado ninguno de
ellos. Pero tampoco es como si se los hubiera
dejado leer a Yoochun. Es más ha mentido vilmente al respecto. A metido incluso
a su madre en esto. Y Dios, se va a ir al infierno. Y va a ser masticado por el
propio demonio. Y probablemente deba dejar de leer tantos libros también…o ver
tantas novelas…pero sobretodo de leer tantos fanfics que claramente lo están volviendo
un melodramático. Y con Yoochun basta e incluso sobra, muchas gracias.
¿Además que de malo había en querer avisarle que
lo había logrado? Qué había logrado el cupo ¡weón! Solo deseaba restregarle en
la cara todos sus éxitos. No querer compartirle su felicidad o algo. Mucho
menos querer que Changmin le dijera que sabía que lo lograría. O que le dijera
que era maravilloso, peor aún que le mirase así como le había mirado esa noche
antes de besarlo tan castamente como nunca nadie.
(Él solo hecho de pensar que había sido su
primer beso hacía cosas graciosas con sus paredes estomacales.)
Porque no quería absolutamente nada de eso…era
la misma razón por la que su reflejo en el espejo de pronto se había sonrojado
tanto. Y la comisura de sus labios dejado escapar un poco de baba en su remera
recién lavadita…
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No volver a ver a Sena por los pasillos no es
algo que a Changmin le sorprenda. Los resultados oficiales han sido publicados
ya, y de los dos nombres que se dejan leer en el pizarrón ninguno tiene por
iniciales la “s” o la “h” sino más bien dos K, la primera para Kim Jaejoong y la
segunda para Kim Junsu, de modo que…después de haber parloneado tanto era
bastante obvio que al menos por vergüenza dejara de asistir.
Quizás, Chanmin piensa, por gracia divina este
episodio en su vida le dejara una lección para el futuro. Sea como fuera a
Changmin le tiene sin cuidado. Él lo único que desea hacer por ahora es gritarle
felicitaciones a determinado Kim, arreglarle el puto locker como si Jaejoong
fuera su maldita flaca. Quiere abrazarle y decirle mariconadas. Se muere en sus
ganas de solo sonreírle al menos. Pero no puede. Porque Jaejoong siempre está
con Yoochun y Changmin está solo demasiado cansado como para querer ganarse una
pelea. Y aparte porque sabe que HeeBin no va a perdonarle si se agarra de los
puños con el pelinegro. Aunque ganas no le falten.
Así que se traga sus ganas de saltarle cual
conejo de pascuas y lanzarle pica pica en toda la ropa al que fue su novio
falso. Y solo saca sus libros y cuadernos para la siguiente clase de su locker,
los pone en su mochila y trata que su corazón no duela tanto cuando pasa por el
costado del pelirrojo y no es tomado en cuenta.
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Los rumores empiezan a llegar a sus oídos una
semana después. Y la verdad es que ninguno de ambos está preparado para ello. Ni
Yoochun. Ni él mismo. Porque esto duele. Y no debería doler. Mucho menos así.
Yoochun desaparece de pronto de su lado y Jaejoong sabe que debe detenerlo.
Pero no lo hace.
Y todo se vuelve un dejavu. Porque eventualmente
llega al círculo de personas que se ha formado cerca al casillero de Changmin y
ve que su pelinegro está sosteniendo a un castaño contra los lockers y toda la
gente a su alrededor le alienta y todo esto es solo tan madecdamente igual a lo
que ha vivido hace 30 días salvo que ahora es una voz femenina la que grita. Es
HeeBin la que grita. Y algo se inserta filudamente contra sus músculos anchos
del abdomen al escuchar sus “deténganse” por encima de los silbidos y arengas.
“¿Con qué te está chantajeando este hijo de
puta?” la pregunta escapa de los labios de su novio como un gruñido.
Y Jaejoong quiere correr hacia ellos también
pero la mano de HeeBin es más rápida que sus propias piernas y colisiona contra
la mejilla de su ex. Y todos se sumen en silencio. Porque lo siguiente que la
muchacha pregunta es, “¿Qué te da el derecho a tratar a mi novio así?”
Y la palabra está dicha. En el aire se ha
vuelto verbo. Y llega a los oídos de un Jaejoong sacado de cuadro, se ubica en
su cerebro, se procesa y sigue sin generar reacción. La gente le mira esperando
la novela continúe. Pero ese es un espectáculo que el pelirrojo no puede
darles. Sus ojos solo pueden ver un par de manos unidas. Y todo está solo tan
mal. Desde el dolor en los ojos de su novio hasta el dolor que siente él en su
pecho mismo.
El círculo se abre. Changmin le mira. Changmin
le dice algo que no logra oír, y sale con ella. Pasa por su lado, da un paso y
otro paso, va de la mano de su amiga. De la auténtica chica perfecta que sabe el
castaño siempre ha estado queriendo encontrar. Y él no puede voltear a ver sus
espaldas. No puede hacer más que caminar hacia la salida y saltarse las
próximas tres clases, porque justo ahora todo le vale mierda.
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Heebin le mira cuando caminan de regreso a casa,
Changmin sabe que viene conteniendo la respiración tanto como él. Y le dice “respira”
cuando escapan de la línea de mira. Ella luce como si quisiera correr de
regreso y decirle a Yoochun que esto no es realmente nada. Y probablemente él
luzca así también.
Pero ninguno lo hace porque al fin y al cabo se
ha sentido bien. Se ha sentido bien verle mirarla así de nuevo.
Se ha sentido bien saber que Yoochun no ha dejado
de quererla como ella le sigue queriendo a él. Se ha sentido bien comprobar por
sus propios ojos que Jaejoong ha cambiado de favorito, que no le está haciendo
daño.
Que tal y como Changmin le ha dicho…todo esto
puede terminar de dar la última vuelta para encajar las piezas en sus
correspondientes sitios. Y plantar de paso sonrisas en los rostros de todos. Y
si debe ser egoísta, va a permitirse serlo, y contrario a la última vez, en
esta va a poner hasta su último esfuerzo.
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Identificarse con Tom Hansen dista
kilométricamente de poseer un mínimo de sentido y los porque son muchos. No merece
la pena siquiera nombrarlos o repasarlos en su pequeña cabeza. Dios. El
pelirrojo lo sabe. Pero al parecer justo como muchas otras cosas en esa semana,
las sabe pero hasta ahí nomás. La verdad es que ver 500 días con ella no ha
sido exactamente una decisión sabia sino más bien estúpida. Pero no por las
razones que ustedes crean sino porque Changmin está lejos de ser su “summer” él
es solo un puto con el cuál no ha tenido una relación verdadera de ninguna
manera. Así que no hay nada de malo con mirar la película. O textearle, “hijo
de puta” a media noche.
Después de todo él ha sido chantajeado y tiene
derecho a satanizarle/putearle cuando se le pegue en gana. Sí, tiene derecho a
patear al suelo sus edredones calzarse las converse y entrar en una buzola
hipster para echar la pata hacia la casa de su no tan ex.
Tiene derecho, también, a aporrear la puerta mientras
grita improperios que ni siquiera él mismo entiende.
Tiene todo el puto derecho a agarrarle del cuello
cuando le ve del otro lado, todo ojos marrones y labios peculiares ¡Oh sí! Por ser
la víctima aquí, Kim Jaejoong no solo tiene el derecho, sino el deber de
lanzarle con su peso dentro y cerrar la puerta de una patada. Porque él no va a
desvelarse pensando en estupideces como ¿cuándo y dónde se han conocido? O ¿cuán
lejos han llegado ya? No. Él no va a ser ese chico.
Él va a ser el chico que le patee el trasero y
luego haga las preguntas sin sentido, sí porque cuando le haya matado ya no
habría nadie quien pudiera juzgarle por esos celos sin sentido.
Él sería el chico que…que ¿y porque le mira
así, el muy maricón? Su puño queda en alto y la cara de Changmin a tan pocos
centímetros que ya no sabe identificar ni que es exactamente lo que quiere
hacer en el momento.
“¿Qué haces aquí, Jaejoong?” entonces Shim le
pregunta.
Y esa es una muy buena pregunta para él ¿Qué carajos
hace ahí? ¿Qué hace ahí y no riéndose de las bobadas de su novio?
La respuesta está clara.
Está tan clara que incluso siente que la
pequeña miopía de 0.5 que sufre, se ha corregido de pronto. Tan clara que puede
notar en hd cada matiz de color en las iris de Changmin. Y puede ver su reflejo
en sus pupilas. Su descomunal cara de bobo.
Tan clara que retrocede dos pasos y se da media
vuelta, listo para huir, correr y correr y meterse en algún hueco y morir de
inanición y vergüenza. Y no sé. Solo escapar de esos ojos castaños como las
nueces. Teletransportarse a un mundo o dimensión paralela con más sentido que
esta. Una en la que hacer lo que quiere hacer justo ahora no sea tan
maldecidamente aterrador como efectivamente lo es.
Una en la que Changmin no le detenga de la
muñeca y le acorrale contra la puerta.
Una en la que no se vea obligado a romperle los
huevos por Dios sabe qué vez consecutiva.
Changmin cae de rodillas frente a él y aún así
intenta ponerse de pie y llegar a él pero las piernas de su no-tan-exnovio son
más rápidas, sus manos torpes pero gracias a Dios no lo suficientemente idiotas
para no poder abrir la puerta y salir fuera.
Changmin grita su nombre desde dentro y él le
oye. Su voz, y el ruido que hacen las plantas de sus pies colisionando contra
las aceras entre cada zancada que le aleja de ese departamento.