"Te he visto haciendo muchos viajecitos fuera del
refugio, ¿alguna razón en particular?”
Siwon se detuvo en seco. A pies de la cascada que
debía abrir para entrar en la aldea en la que vivían los de su especie.
“Solo mi trabajo,” le respondió a la aparente nada,
“¿es que estás preocupado por mí?”
Heechul hizo su aparición entonces, aterrizando en
sus dos piernas con gallardía y llevándose las manos a los bolsillos, tan
sereno como siempre, “preocupado por algún plan bajo la mesa de Lamia, tal vez,”
es lo que le respondió.
“¿Es que cuestionas a tu creador?” gruñó Choi
alzando del cuello al otro vampiro, “sabes que podrías perder la cabeza por
murmurar cosas como esa,” amenazó.
Los ojos dorados del otro se agudizaron con algo
parecido a la diversión. Y al siguiente parpadeo Siwon mordía el piso con las
manos en la espalda y un Heechul sujetándoselas.
“¿Qué demonios crees que haces?” forcejeó.
“Sólo mi trabajo,” Kim hizo una mueca de lado,
“ahora que ambos lo hemos aclarado, hablemos en serio.”
“Tienes 3 segundos para…” empezó a decir pero Chul
lo cortó de plano.
“Oh Choi, ¿planeas empezar una pelea a puertas de
la aldea? No tengo problemas en ser quien te arranque la cabeza, pero no se
cuán bien vaya a tomárselo Dara.”
Siwon le fracturó la muñeca izquierda ante la
mención de su compañera. Logró virar a un lado y ponerse en pie pero volvió al
piso cuando Chul utilizó su telequinesis.
“¡Eh! Tranquilo… tengo que recordarte que aunque
seas de la alcurnia no soy el perro del consejo por las puras, vaya la has
roto,” exclamó sujetándose la muñeca agredida con la otra mano, “en fin ¿en qué
íbamos? ¡oh sí! Dara…aunque ¿sabes? no me molestaría que me la entregaran para
volver a equilibrarnos, después de todo según he escuchado Youngwoong está de
vuelta.”
Siwon abrió los ojos descomunalmente.
“¿Es que Lamia fue tan inocente de creer que
nuestros señores no sabrían de las leyendas?”
Choi hincó los puños en la tierra, “No tengo idea
de lo que dices, Youngwoong está muerto.”
“Muerto está, lo vi morir igual que tú. Lamia le
arrancó la cabeza hace dos milenios. ¿No es curioso eso? Que hayan pasado exactamente
dos milenios.”
“¿Qué insinúas?”
“Que debe haber un motivo para que Lamia te esté
ordenando salir a ti precisamente tan seguido y no le haya reportado nada al
consejo.”
“¿Por qué nuestro señor tendría que reportarle al
consejo de sus acciones?”
“Tienes razón…no tiene que…a menos que esas
acciones pongan en peligro a esta aldea y seamos sinceros nuestro señor es algo
temperamental, y algunas de sus decisiones han costado algunas bajas y es lo
que el consejo precisamente intenta evitar.”
“Mi señor no está haciendo nada que deba alertar al
consejo, solo me ha dejado un par de cosas sin importancia por hacer.”
“Si no tuvieran importancia como dices, no veo
porque mandar a su mano derecha.”
“Solo quiere que sus deseos se ejecuten como
deben.”
“¿El qué? Expandir tu esencia por prácticamente
todo el bosque para confundir a quien sea que te esté buscando.”
Siwon arrugó el ceño.
“Vengo siguiéndote tres días, no ha sido fácil
contigo no estando en ningún sitio por más de 10 minutos. Eres inteligente
Siwon. Si no fuera tan buen rastreador ni siquiera hubiera podido dar contigo
las pocas veces que lo hice pero de todas formas ¿sabes que es lo curioso de
esto? Juraría que a quien intentas despistar es a Yunho.”
“Tonterías,” siseó, soportando con la cabeza en
alto el dolor que el poder de Heechul le causaba en cada hueso de su cuerpo.
“¿Lo son?” preguntó sarcásticamente.
¿Cómo había sido tan estúpido para no darse cuenta
que Heechul lo estaba persiguiendo?- pensaba Siwon. Vale, Chul había sido uno
de los pocos bendecidos con un don. Era un leopardo, rápido, sigiloso, astuto y
además poseía telequinesis. Nadie lo había sabido hasta que la neonata de Lamia
había intentado atacar a su pareja, y él había salido a la defensiva. Había
sido él quien la había reducido y ayudado a que le encerraran. El consejo había
tomado posesión de él de inmediato.
“¿Me dices entonces, que si voy a darle una pequeña
visita a Yunho no tendré sorpresas?”
Siwon calló.
“Creo que el consejo deseará entrevistarte,” le
informó, “y solo por si las dudad avísale a nuestro señor que Kangta estará
presente…y no querrá medias tintas o prorrogas.”
Y con ello su figura y peso desaparecieron en las
cortinas de humo negras. Siwon permaneció tirado ahí, intentando pensar en la
forma en la que le daría las noticias a su señor y mantener su cabeza pegada a
su cuello.
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“¿Es ese un diente de león?” pregunté.
Yunho detuvo la marcha y volteó a verme con una
ceja alzada. Yo no me expliqué, caminé hasta el copita blanca que sobresalía
entre el verde del pasto y el montón de arbustos. Lo acaricié con apenas los
dedos y perdió algunas cipselas al viento. Retiré la mano al instante y le pedí
perdón con la mirada.
“Es tan solo una mala hierba,” escuché a Yunho
decirme a mis espaldas.
Yo quise voltearme para decirle que esa “mala
hierba” en realidad tenía numerosas propiedades medicinales y que sus hojas
contenían gran cantidad de vitamina A y C e incluso hierro pero una de las
cipselas que había tocado me raspó la nariz y pegué tremendo estornudo que deje
a la flor con el pedúnculo desnudo.
“¡Es todo tu culpa!” le acusé con impotencia.
Yunho lucía verdaderamente divertido con todo. Su
rostro era sereno como siempre. Pero había algo en esos ojos dorados, pequeños
rastros de emociones que aprendía a ir identificando con el paso del tiempo a
su lado. El alzó los brazos mientras me decía, “lo has hecho tu solito.”
Y lo odié porque el cabrón tenía razón.
Miré el tallito y suspiré, al final me decidí por
arrancar el tallo y guardármelo en los bolsillos ya que me puse el reto de
encontrar unos 10 más, al menos para distraerme y no desarrollar algún tipo de sociopatía
con tanto silencio y cansancio.
Yunho parecía no saber a dónde se dirigía, aunque
no parecía propiamente hablando pues la sombra serena nunca abandonaba su rostro
y la verdad es que si yo fuera tan observador como lo era quizás ni cuenta me
hubiera dado…pero estábamos dando vueltas, de tanto en tanto reconocía un gran
tronco lechoso que había marcado cuando le había dicho que “iría a orinar” y
esa ya era demasiada coincidencia.
Me daba cierto temor preguntarle o decirle algo al
respecto. Aquel vampiro podría hacerme añicos los huesos en un pequeño cambio
de humor y por eso agradecía que no fuera capaz de leerme la mente, como me
había dicho Youngwoong podía.
Así que continuaba siguiéndole a unos tres cautos
pasos de distancia, mientras el olisqueaba e intentaba seguir el humor de Siwon
a través del interminable bosque sin embargo no pasó más de otra media hora cuando
Yunho gruñó, “está en todas partes.”
Yo le había aventajado unos pasos porque había visto
otro diente de león entre la hierba así que volteé a mirarlo para que se
explicase pero cuando me di la vuelta un árbol ya caía a un costado por el
puñete que le había metido, la raíz movió el gras bajó mis pies. Era un árbol enorme
y se quedó atorado entre la frondosidad de sus dos vecinos. El polvo se alzó. Y
me cubrí como pude los ojos y la nariz con el antebrazo.
“¿Qué te sucede?” le grité.
Me había asustado.
“Está en todas partes,” volvió a decirme, “estamos
yendo en círculos, es como si estuviera jugando conmigo, solo queriendo hacer
tiempo ¿y para qué? Solo se burla de mí.”
Esta vez su puño fue al piso. Y me fui de trasero
sobre el pasto con la tremenda grieta que abrió en la tierra. Sus ojos dorados
brillaban de la pura rabia. Y sus palabras enfurecidas me taladraban los oídos.
Siwon no sería tan tonto para dejarnos llegar a él sin que yo hubiera cumplido mi
parte del traro…
Otro árbol se derribó a mi izquierda y esta vez sus
ramas cayeron en mi dirección, me abalancé del otro lado. Yunho llegó a mí y
rompió el enorme tronco a la mitad como si su puño fuera una fina pero fuerte
espada. Sin embargo algunas de las ramas llegaron a caerme sobre el hombro.
Me alejé de él a empujones. Aún con la adrenalina
picando en mi garganta..
Él me observó, oliendo mi miedo suspendido en el
aire, escuchando el correr excitado de mi circulación sobre mis venas y me
enseñó sus dientes. Me paralicé en el acto.
Me miré el hombro por encima y me d cuenta de una
gran herida que alguna rama consistente debía haberme abierto. La sangre
chorreaba por todo mi brazo y yo no sentía dolor por el subidón de adrenalina.
Mierda…
La última vez que Yunho había bebido mi sangre…había
despertado en la camilla de un hospital, luchando por mi vida. Aguanté la
respiración, sentí los vellos sobre mi piel ponerse alerta de cualquier nimio
movimiento para emprender la fuga.
Dios ¿Hace cuánto que Yunho no se alimentaba? La
pregunta resonó en mi cabeza. No había ido a cazar en todo el día. Y quizás la
sangre de los animales que había cazado ayer no le proporcionaban la energía
necesaria, tal vez por siempre tenerme en la mira no había consumido los litros
necesarios, quizás…pero me equivocaba…
Yunho captó una profunda bocanada de aire, de mi
aire y sus músculos se prepararon para salir disparados ¿Cuánto le tomaría acabar
conmigo? Incrustarme esos colmillos…
Solo esperaba fuera rápido.
Cerré los ojos…pero el dolor no llegó. Me negué a
abrir los ojos, lagrimeando del horror que le tenía a la muerte…porque no podía
morir, aún no…
Sin embargo lo escuché medio minuto después. El
grito de una mujer suspenderse en las profundidades del bosque. Sus últimos
gritos aferrándose a la vida que Yunho iba a quitarle, una humana…una persona
como yo y entonces emprendí la marcha, solo guiado por los gritos de ella entre
toda la maleza sin siquiera estar seguro de si me dirigía por la dirección
correcta, lo oídos me zumbaban por el tremendo ruido que los árboles habían
hecho al caer.
“¡Yunho!” grité su nombre.
Los alaridos no cesaban y las lágrimas me caían de
los ojos porque esa voz me pedía ayuda y no podía socorrerla ¿porque esa
criatura cruel no simplemente acababa ya con su agonía?
Mi piernas se pararon en seco cuando un cuerpo
colisionó sobre un árbol a mi lado izquierdo, paré tan de la nada que le
inercia me mandó de cara al suelo sentí como me raspaba el rostro y los codos
pero la adrenalina me tenía tan de los pelos que me puse de rodillas en cuanto
pude. Yunho aterrizó entonces frente a mí. Me frunció el ceño como queriendo
decirme “estoy muy seguro de no haberte dejado aquí.”
Pero no me sostuvo por mucho la mirada. Dejó el
cuerpo de la muchacha que cargaba en el hombro frente a mí, prácticamente la
dejó caer y yo tuve que lanzarme para sostenerla antes de que se diera de lleno
contra el suelo y sin decirme nada avanzó hacia el árbol que había quebrado con
el cuerpo de quien fuera que sea.
La muchacha pestañeó entre mis brazos, fue cuando
noté la vestimenta de servicio y algo en sus facciones me hizo reconocerla. Era
una de las muchachas de la casa. Mi casa. Con las pupilas dilatadas el cuerpo
convulsionando y la sangre que le manchaba la ropa e intentando sostenerse a
este mundo me dijo “señorito.”
Y ahora sí que no tuve dudas.
“Señorito,” gimoteó, lagrimeando aliviada de poder
ver a un humano, “ellos…ellos.”
Intentó decirme y entonces entendí lo que había pasado
aquella noche en mi casa y las lágrimas empezaron a derramarse de mi cara
mientras la vida de aquella muchacha se desvanecía entre mis dedos.
Todos…todos habrían tenido un final parecido.
La abracé, intenté darle el calor humano que
necesitaba para irse en paz. Suspiró contra mi abdomen y dejó de existir. Yo no
recordaba siquiera su nombre. Aquella mujer que podría haber tenido hijos, un
esposo, o alguno de sus padres vivos…
El odio me corrompió.
Cuando me di vuelta, ensangrentado, con la
impotencia destilando por mis poros. Observé al ser albino y perfecto de ojos
dorados que Yunho tenía del cuello, a ese sin lugar a dudas vampiro que le
habría hecho esto a aquella muchacha y cogí el resto de un rama gruesa que
encontré por mis pies y corrí a clavársela en la piel. Sediento de justicia, de
rencor. Sus ojos dorados me observaron y me reconocieron al instante. Sí, su
Youngwoong hecho humano. El humano que lo mataría de la forma en la que él
había matado a la muchacha.
Le clavé tantas veces la rama y con tanta fuerza
que tenía que tirarla unas tres veces para volver a sacarla de su cuerpo para así
poder enterrársela de nuevo.
Yunho me dejó.
Sosteniéndolo en alto. Esperando que el cansancio
hiciera mella en mí y me apartara pero no podía, le preguntaba “¿Porque?” como
si pudiera darme una respuesta que fuera a darme algún alivio.
Le preguntaba porque habían tenido que destruir
todo lo que quería. Todo lo que había sido mío. Porque no simplemente me habían
tomado a mí.
“Jaejoong,” la voz de Yunho sonaba como una nana
lejana, “lo necesito consciente para sacarle información.”
Y sí lo sabía pero no podía detenerme.
“Jaejoong,” me llamaba.
Pero yo tan solo negaba con la cabeza. El cuerpo
del vampiro estaba abierto por todas partes pero aun así su rostro permanecía
sereno y sus malditos ojos dorados parecían regocijarse con todo mi
sufrimiento.
“Jaejoong,” intentó Yunho de nuevo.
Sabía que con lo que hacía no podía matarlo, pero
quería hacerle sufrir lo mismo que a ella. Quería verlo gimotear del dolor que
su cuerpo ya no podría soportar.
“Deberías escucharlo, Jaejoong,” se atrevió a decirme
sonriendo de lado como si el dolor al que lo sometía fuera nada y deseé ser
Youngwoong, ser aquel milenario vampiro capaz de hacerle experimentar el
infierno mismo con la sola mirada y mi puño se alzó, mis músculos se tensaron.
Pero Yunho le propinó el puñetazo por mí, en toda
aquella cara socarrona, sosteniéndolo esta vez para que no saliera volando
lejos. Escuché como le rompía los pómulos y parte del hueso del frontal con el
impacto.
“No le dirijas la palabra,” siseó, “no le
provoques, Youngwoong late en sus venas también y muy independiente de eso
porque no quiero que una alimaña como tu siquiera se dirija a él, puede que no
sepas quien soy porque no eres más que un aldeano pero mi nombre es Yunho, Jung
Yunho el neonato bastardo cuya ponzoña puede acabarte en segundos.”
La sonrisa socarrona se le fue de la cara.
“Acabarán contigo,” masculló lastimeramente entonces,
escupiendo la sangre que tenía acumulada en la boca por mis golpes.
“¿Luzco como si me importara?” contestó Yunho.
“Ahora vas a decirle a Jaejoong que fue lo que
sucedió exactamente ese día, y como puedo llegar a la aldea y prometo que te
mataré rápidamente de lo contrario iré repartiendo tus entrañas por donde
pasemos.”
“Siwon,” balbuceó entonces.
“Oh y que no se te ocurra mentir, Jaejoong me pasó
el don de la telepatía,” mintió.
Yo dejé ir al fin la rama. Se me habían incrustado
astillas en las manos pero no podía importarme menos. Sus ojos dorados me
observaron conforme relataba con todo y detalles como habían sido asignados por
Siwon a capturar a un muchacho cuya esencia le había dejado encantado para su
señor Lamia y que como recompensa a todo aquel que ayudara podría cenarse a los
muchos empleados de aquella casa. Que les había especificado que solo tenían
permiso para atacar a los que llevaban uniformes de servicio.
Que habían sido siete vampiros los que habían
allanado mi hogar esa noche. Y nadie había sabido que al muchacho al que
intentaban secuestrar era la reencarnación de Youngwoong. Que Siwon los estaba
utilizando.
Que no sabía más. Ni de Eun Woo. O de mis padres. Y
que la aldea no era localizable. Todos habían nacido dentro y para evitar ser
descubiertos estaban obligados a desaparecer ni bien pasaban el portal. Nadie
sabía en realidad como llegar. O en que continente siquiera estaba.
Me dejé caer en la tierra. Sin pistas, sin
esperanzas y sin fuerzas y así escondido entre mis rodillas le pedí entonces a
Yunho, “mátalo.”
En un primer momento pense que yunho por su sed de sangre gabia tomado a la chica pero no era asi y jaejoong vio aquella escena y wooo se descontrolo y le clavo la rama, que malos fueron, pobre jj y al final pidio a yunho que lo.mate, jj esta apreniendo mucho como el rencor y el dolor . Gracias por actualizar kimmy :)
ResponderEliminarGracias a ti por leer C:
Eliminarexcelente historia, me gusta muchisimo, soy nueva en el blog pero espero aparecer mas seguido saludos.
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