MOSH (20/20)
Capítulo
final
Y es que aquellos dos vienen tomados de las manos.
El mayor de ellos tiene las orejas algo rojas mientras que el rubio a su lado derecho se limita a morder sus mejillas por dentro para no sonreír.
Yoochun llega detrás de su esposa y estudia a sus invitados de pies a cabeza para luego alzar una ceja.
“Que estén saliendo no significa que deban combinar sus atuendos ¿saben?” el hombre se burla y procede a pasar un brazo por los hombros de su esposa, “además eso es cosa de nosotros.”
La noona codea a su esposo para detenerlo, pero el brillo de sus ojos la vende.
“Cierra el pico Park,” Shim reniega entregándole rudamente al susodicho el vino que ha traído y jaloneando ya a su chiquillo dentro de la casa Park.
“¿Noona necesitas ayuda en la cocina?,” Jaejoong intenta ofrecerse pero apenas alcanza a depositar un beso en la mejilla de Heebin dado que su novio continúa jaloneándolo dentro.
“Yah ¿cómo es que puedes ser tan agradable con ellos y no puedes hacer lo mismo conmigo?” Changmin le reclama mientras le hinca el flanco izquierdo con la mano que tiene libre.
Es tosco sin realmente quererlo y Jaejoong se encoge hacia dicho lado, adolorido. Aquellos ojos negros rápidamente se tiñen de enojo. Y Changmin solo lo sabe. Va a tener que pagar esa...con creces. Así que intenta controlar el daño alzando las manos como ofrecimiento de paz. Pero no parece ser suficiente por la forma en que esos ojos negros continúan mirándolo.
“Porque noona a diferencia de ti es una persona agradable ¿contento?” es lo que Jaejoong le responde.
Incluso alza su barbilla como buscando pleito. Los esposos Park ruedan los ojos al verlos.
“Creí que volverse pareja sería para mejor,” Heebin le comenta a su esposo.
Jaejoong alcanza a oírla y con toda soltura le responde, “en realidad solo tenemos más sexo pero también casi el triple de pele-”
El castaño se lanza contra el menor para callarlo.
“Yah Kim Jaejoong ¿quieres morir?” le grita rojo hasta la médula.
El chiquillo en sus brazos se deshace en risas. Ha ganado la batalla. No puede entender como Changmin puede seguir intentando desafiarlo. Cuando al final los resultados son siempre los mismos.
“Yah yah yah, del cuello no Changmin que vas a hacerle daño,” Yoochun le advierte con el tonito de un padre reprendiendo a dos de sus muy revoltosos hijos pequeños.
Pero Shim se pasa a Kim al otro brazo y retrocede un paso para impedir que Yoochun se lo quite. Puede que Jaejoong haya ganado la batalla pero Changmin es un pésimo perdedor.
“Tengo que hacer que aprenda de algún modo,” continúa diciéndole a su amigo mientras aprieta un poco más sus brazos para hacer saltar sus músculos y acrecentar el teatro.
Aunque la verdad sea dicha. Shim lleva un buen cálculo de lo que realmente le está dando al chiquillo.
“Que vas a hacerle daño te digo,” el pelinegro le repite con el mismo tono cansado.
Pues el desesperado hombre se pregunta ¿Es que va a ser así a partir de hoy? Oh Yoochun acaba de tener trillizos ¿no es así?
El abogado niega con la cabeza, rodeando al rubio aún con más fuerza. Esta vez sí se le va la mano un poco porque Jaejoong toce.
“¿Es que no vas a soltarme?” el excéntrico joven de su novio le amenaza, enterrándole las uñas en los brazos para enfatizar su punto.
El castaño arruga un poco el ceño de dolor pero vuelve a negar con la cabeza aun así. Está probando un punto aquí.
Shim Changmin no se deja mangonear por aquel candente desorden de cabellos rubios y lengua despiadada...al menos no... ¿totalmente? Sí, algo por ahí.
“No hasta que pidas perdón,” el abogado exige con un tono infantil.
Porque Jaejoong saca eso de él casi siempre. Ese lado tonto que mentiría si dijera que odiara. Pues le gustara o no participar de este tipo de discusiones estúpidas relaja un poco el estrés de las dosis de largas entrevistas usando lenguaje técnico que suele cargar en su espalda a diario. Además siempre puede besarlo un poco luego como 'reconciliación'.
La noona pierde oficialmente el interés y empieza a caminar de vuelta a la cocina. Sí, puede que esos dos juntos sean muy tiernos y todo pero ella acaba de tener un bebé que eructa después de cada comida...nada podría superar eso en lo que se atrevería a llamar universo. Además estima que para cuando ese conflicto se resuelva va a estar ya oscuro afuera y hasta eso su puré de papas indudablemente estaría quemado.
“Yah Shim Changmin voy a contar hasta tres,” Jaejoong gruñe, sus ojos negros casi desorbitándose del enojo, en su límite, “1…2…”
El abogado honestamente está a punto de dejarlo ir pero es interrumpido por el abrupto llanto de un bebé que se deja escuchar desde los transmisores. Papá Park voltea hacia la pareja rugiendo como un león pero aquel astuto par ya está huyendo hacia el patio para entonces.
“¡Yah! ¡Ustedes par de granujas vuelvan aquí!” el hombre grita como para ser oído por todo el vecindario.
El bebé empieza a llorar incluso más. Heebin que ha regresado a la habitación alertada e irritada, peñizca a su esposo con ganas. Yoochun se apresura a arrodillarse a pedir perdón.
“Aigo.” La noona suspira y empieza a caminar hacia el cuarto del bebé.
La Joongshim espera de rodillas y con las manos en alto en el patio, intentando apelar con ello al buen corazón de Yoochun cuando este entra pisando fuerte y con ojos de asesino en serie. Park no puede dejar de notar lo felices que se ven uno al lado del otro y renuncia a la idea de trenzar sus tripas y escribir los kanjis de ‘estamos arrepentidos’ con ellos y se conforma con tenerlos así por unos buenos 20 minutos.
“Comeremos en paz ¿está bien?,” les amenaza palmeando sus espaldas con más fuerza de la necesaria.
“Dee,” responden ellos.
Pasan entonces una pacífica y hermosa tarde observando al bebé hacer burbujas con su propia baba. Es jodidamente ensimismante. Un show para todas las edades.
Jaejoong siente algo parecido a mariposas cuando Changmin le ayuda a colocarle la mediecita que el bebé ha botado de tanto dar patadas al aire. Es una sensación rara pero a su vez cálida. Así que no pelea contra ella. En su lugar estira su brazo y entrelaza sus dedos con los de aquel castaño, y pretende no ver a Yoochun sonreír así de tanto frente a ellos.
---------------------
Junsu aparece por su oficina unas semana más tarde, trae serpentinas con él. Changmin no está ni un 50% sorprendido.
“Cuñado,” es como le saluda ese hombre.
Changmin guarda la página de su libro de contabilidad con un separador porque sabe que eso le va a tomar más que un par de minutos.
“Junsu,” el abogado le devuelve el saludo con una pequeña reverencia a su vez.
Aquel Kim parece terriblemente encantado con el gesto porque se revuelve en su sitio con una gran sonrisa sobre su rostro. Changmin espera por él con la paciencia de un perro viendo la comida que su amo planea darle en lo alto de su mano.
“¿Te soy honesto?” aquel Kim finalmente le pregunta.
“¿Es que tengo alternativa?” Changmin puntualiza a su vez.
Ese Kim frente a él frunce los labios pero luego sonríe y niega con la cabeza. Changmin le hace un gesto entonces para que continúe.
“Temí que fueran a malograrme las vacaciones de invierno con alguna estupidez de esas suyas, pero tal parece que estás saliendo con mi primo ¿no es así?”
El castaño asiente no haciendo contacto visual pero sus facciones son serenas y circunstanciales, esta visita no es una sorpresa para él, ha pensado ya que decir aquí.
“Correcto entonces he de informarte que han cambiado una cosa o dos entre todo ese periodo aparte que ustedes han tenido, para tu buena y pésima suerte ya no soy un mero observador pasivo; así que hazlo bien ¿vale?”
Los ojos chinos del hombre no se alejan un solo segundo de él. Es una amenaza directa. Changmin no hubiera esperado menos del guardián de ese chiquillo que quiere. Una pequeña sonrisa incluso le cruza el rostro del gusto que siente. El hombre frente a él lejos de amilanarse sostiene con más fuerza sus dedos entrecruzados sobre su muslo derecho.
Changmin comprende que el otro ha terminado así que lanza un suspiro derrotado, ha llegado finalmente su turno ¿no es así?
“Estoy loco por tu primo Kim Junsu,” le confiesa entonces, sin siquiera avergonzarse porque eso a estas alturas es como un hecho más en el mundo, tan cierto y universal para él como quizás la gravedad, “y aunque tengamos una alarmante cantidad de defectos por resolver, no creo que vaya a poder soltar su mano por voluntad propia. Si temes que quizás renuncie a él lamento comunicarte que estás cavando en el lugar equivocado.”
Kim chasquea la lengua con disgusto al escucharle.
“Rayos quería solo una promesa no todo eso,” el hombre se queja cruzando sus piernas del otro lado.
¿Acaso tiene las mejillas rosadas? Oh estos Kim van acabar con este Shim.
“Esto iba a ser incómodo de cualquier modo,” Changmin le gruñe irritado llevándose una mano al cabello, ahora sí avergonzado.
Junsu sonríe de lado.
“Bueno,” el que se ha denominado su cuñado le dice poniéndose de pie intempestivamente y aplaudiendo con ambas de sus manos.
“¿Bueno qué?” el castaño le pregunta un poco alerta desde su sitio.
“Bueno ¿a qué estás esperando?” el hombre le responde como si fuera lento.
Tiene el nervio de llevarse incluso una mano a la cintura. Changmin respira hondo. Los ojos marrones del otro hombre parecen empezar a desesperarse también.
“A ver si te vas moviendo ya,” le insta Kim, chasqueando sus dedos impacientemente.
Changmin lo observa por un segundo completo. Junsu procede entonces a caminar hacia el abogado para tirar de su brazo en su intento de ponerlo de pie.
“Te llevaré a mi restaurante favorito, es mi deber como mayor comprarte una comida,” le informa.
“No es como si me hubiera casado con Jaejoong,” el abogado le dice con una voz unas octavas más alta de la pena mientras intenta negarse educadamente, “… ahm no… ¿a-aún? y además estoy a mitad de…”
Changmin no puede evitar notar la clara sonrisa de gato Cheshire sobre los labios de ese otro hombre que tiene al frente y decide mejor dejar de hablar.
“Oh Shim Changmin deja de intentar meterme en tus bolsillos, joder,” Kim le resondra, “ok tal parece que estamos bebiendo hoy también,” finaliza con un aplauso, “podremos discutir así tu propuesta de matrimonio con calma.”
“Yo no…” intenta decir
Pero ciertamente lo peor de todo es que la situación en la que ahora se encuentra es por mucha culpa suya.
“Tengo trabajo no puedo beber,” el abogado le informa señalando su hacinado escritorio.
Junsu pone una cara de terror digna de fotografía. Pero se recompone con una brillante idea.
“Vale, vale me servirás soju a mí entonces.”
El castaño solo intenta no lucir tan derrotado como se siente cuando lo oye.
“Vale, dame un minuto,” le pide.
“Por supuesto cuñadito no queremos arruinar tu buen trabajo.”
“Por supuesto que no,” sisea Shim casi arrugando las carpetas sobre su escritorio para guardarlas en sus gavetas bajo llave.
Procede a avisarle a su secretaria que cancele sus citas esa tarde. Para entonces el otro hombre ya le está poniendo el saco encima mientras lo empuja fuera de la habitación.
“Apurémonos tengo hambre,” le reitera poniendo un gesto de niño.
Los ojos marrones viajan al techo. Puede hacer esto, procura decirse. Es su penitencia por toda la felicidad que le espera.
-------------------------------------------------------------------
Jaejoong ha ganado una beca. Tendrá una especie de ceremonia/fiesta organizada por su facultad a finales de mes en la que se lo entregarán. Incluso deberá dar un pequeño discurso de agradecimiento, según lo que Junsu en su estado de ebriedad le ha confesado.
Changmin está ligeramente enojado de no escucharlo de él mismo pero no quiere hacer de esto un problema así que respira hondo cuando llega a la puerta de su vecino por la noche.
Sí, su vecino.
No están viviendo juntos.
Se han propuesto la idea de salir, de conocerse mejor. Por más absurdo que tal vez parezca dado que a estas alturas han saltado ya innumerables pasos en su relación por la manera tormentosa y confusa en la que se ha desarrollado pero Changmin no quiere perderse de nada. Quiere saberlo todo. El porqué de cada cicatriz. De cada corte y tinte de cabello. Cada tatuaje sobre ese bello cuerpo. Cada una de sus manías o muletillas también.
Quiere a su vez compartirle parte de su mundo e historia, si se lo permite.
Pero para hacerlo se requeriría más de charlas que de la habilidad de alguno de ambos para bajar braguetas.
Además esto de extrañarlo por las noches hace que cada minuto que se ven sea un paraíso. Y Jaejoong ya ha desistido a la idea de seducirlo todo el tiempo así que Changmin cree que van por buen camino, o lo creía así al menos.
Es por eso que esto le fastidia tanto. Pero Shim decide consolarse en la idea de que tal vez Jaejoong esté buscando el momento propicio para decírselo. Aunque el mayor no pueda ver el porqué, si nada esto es algo de lo que debería estar muy orgulloso.
Kim contesta su puerta al segundo timbre. Está en sus pijamas de invierno, tiene una toalla en el cuello y los cabellos aún húmedos de la ducha que debe haber tomado.
“Te he dicho ya que uses la secadora puedes resfriarte,” Changmin lo resondra ni bien lo ve.
Jaejoong intenta cerrarle la puerta pero el abogado rápidamente lo intercepta con su pie derecho.
“Yah,” le grita.
Los ojos negros lo observan por la rendija.
“Pararé ¿vale? Déjame entrar,” le pide esta vez en un susurro.
El chiquillo suspira y retrocede dejando la puerta deslizarse sola a un lado.
“Buenas noches,” procede a decirle a modo de saludo aunque suena entre irritado y cansado.
Changmin piensa que ese debería ser su tono de voz más bien pero decide rendirse. Primero dar para recibir, se recuerda. Aunque ciertamente lo que quisiera es darle un par de cocachos en la cabeza a ver si así recibe un poco de inteligencia de su parte.
“Ven acá,” el castaño lo llama, su voz suena suave porque lo ha extrañado todo el día en verdad.
El rubio camina como quien no quiere esos tres pasos que los separan. Changmin lo atrae por la espalda para besar su sien izquierda. Jaejoong arruga la nariz como si aquello le resultara asqueroso sin embargo no se mueve un centímetro lejos de sus brazos.
El abogado puede sentir con sus labios algunas gotas del agua de su ducha y respira hondo ese olor fresco a duraznos.
“Iré por tu secadora,” le avisa, separándose de él y caminando ya hacia la habitación del muchacho “no dejes que tu pijama se moje,” continúa advirtiéndole aún a 3 habitaciones de distancia.
No está seguro si Jae le responde “si mamá” o algo por el estilo desde la sala pero como sea igual le hace reír.
La habitación de su vecino está inusualmente prolija cuando Changmin entra en ella. No tiene tazones de ramen de semanas o cáscaras de frutas haciendo de medio de cultivo para nuevas especies eucariontes. Sus libros y materiales están organizados a la izquierda en los cajones de madera que han hecho hace un par de días. Changmin tiene una curita en el borde interno de su mano izquierda como recuerdo.
El abogado analiza con sus ojos a través de la habitación en busca del aparato. Lo halla rápido y lo sustrae de la cómoda del rubio. Se queda observando por un segundo su reflejo en el espejo. No por necesidades narcisistas sino por la imagen que está incrustada entre la madera y el vidrio. Es una foto suya, pequeña. Jaejoong le ha dibujado orejas de gato y pequeños bigotes.
Es endemoniadamente adorable. Shim decide dejarla ahí. Si ha aprendido algo de Kim Jaejoong es que no sabe manejar su vergüenza muy bien y el abogado teme que aquel cabeza hueca fuera a hacer algo horroroso como romper la foto si se la muestra.
Shim vuelve a la sala más animado. Encuentra a su chiquillo sentado en el sillón grande. Sus piernas son tan bonitas. Changmin debe sacudir la cabeza para alejar esa línea de pensamiento fuera de él.
“¿Cenaste ya?” le pregunta mientras seca sus cabellos.
Jaejoong asiente despacio.
“No he visto residuos en tu fregadero,” Changmin le comenta con cierto tono de desconfianza.
En su defensa, ese chiquillo suele saltarse comidas en sus temporadas de exámenes.
“Tú tienes un serio problema,” Kim le responde pero no parece enojado, tan solo disfruta del masaje con los ojos cerrados.
“Cuidar de ti es mi trabajo además demasiadas personas van a pedir mi cabeza si no lo hago bien,” intenta explicarle, “así que ¿por favor?” termina pidiéndole en un tonito lastimero.
“Oh ¿acaso está en una posición muy difícil abogado Shim?” el chiquillo se atreve a burlarse.
Changmin tira un poco de sus cabellos.
El menor gruñe.
“Ay lo siento no fue adrede,” se disculpa sin una pizca de indulgencia en su tono de voz o expresión.
El chiquillo le muerde la piel cerca de su muñeca derecha. Duele, sí. Pero una ráfaga de calor poderosa recorre el cuerpo del abogado en cuestión de segundos.
Jaejoong sonríe cuando lo lee en sus ojos.
“¿Sabes? Eres muy engreído para ser tan bajo, huesudo y feo,” Changmin le sisea.
“Feo tu poto,” el rubio le refunfuña como respuesta.
El castaño ahoga una risa.
“Oye se supone que te visite por una hora, deberíamos intentar no pelear ¿sabes?”
“No estamos peleando,” Jaejoong le refuta.
Changmin ha terminado ya de secar su cabello y Kim juega ahora con el cordón del enchufe.
“Bueno no estamos haciendo el amor exactamente,” Shim le dice.
Jaejoong se incorpora de inmediato al oírlo.
“¿Podemos? Podrías haber empezado por ahí creí que seguíamos con tus tontas reglas y eso.”
El abogado estudia la cara de su novio con incredulidad.
“¿Oye es que tú me quieres a mí o a mi cuerpo?” le pregunta.
Jaejoong empieza a reírse con ganas.
“Changmin-ah estoy a mitad de cerrar el semestre, es la semana más estresante de mi vida creo que me merezco esto.”
El chiquillo se inclina a su altura. Sus ojos negros tan bonitos como siempre lo miran acalorados.
El abogado se recuesta del todo sobre el mueble llevándose las manos a la cara mientras suelta un bostezo. Está cansado. Sí. Pero aquello nunca le impediría tener sexo con Jaejoong. Y si tiene razón de algo es que efectivamente han pasado semanas.
Pero…
“¿No tienes que decirme algo?” le pregunta antes que aquel calor que empieza a formarse en su cuerpo se lleve lo mejor de sí mismo, pues Jaejoong ha desabotonado ya sus pantalones y bajado su cremallera.
Kim inclina la cabeza sin entenderle. Parece meditarlo un rato y finalmente le responde.
“No lo creo ¿Por qué lo dices?”
Changmin siente el nudo en su estómago torcerse con más fuerza.
“Por nada,” le responde mientras lo empuja un lado y se levanta, “creo que hoy no es un buen día, lo siento pero tengo que ir mañana muy temprano a la oficina, debería intentar descansar y tú también.”
El chiquillo lo observa con inconformidad, incluso parece querer discutirle así que el abogado camina hasta la puerta antes de darle oportunidad. Jaejoong evoluciona a evidentemente enojado para entonces pero en vez de obligar a su pareja a escucharle, en su lugar se pasa una mano por sus cabellos rubios con fuerza y se muerde los labios.
“Te veo mañana,” el abogado se despide pero no puede evitar hacer una pausa cuando ha corrido el cerrojo.
Realmente no quiere irse así pero este monstruo sensible y codicioso del amor de aquel punketo pesa mucho. Jaejoong ni siquiera voltea a verlo. Así que Changmin sale fuera, cruza la pista hasta su casa con los 8 pasos a los que está acostumbrado y esos otros 3 que ocupan su sendero.
Estúpidos adolescentes – es lo que piensa mientras se masajea con rabia las sienes. Aunque la verdad sea dicha… se siente bastante estúpido él mismo también.
--------------------------------------------------------
El abogado ordena un traje con las medidas de su novio. Es de una casa de alta costura así que resulta algo costoso. Pero Changmin planea remover la etiqueta así que no está tan preocupado por ello. Además partiendo de que ‘no sabe nada’ el chiquillo pensará que es un regalo de Yoochun o Junsu para cuando se lo deje convenientemente en su casa.
Changmin a estas alturas ya se ha enfrentado a la idea de que quizás Kim no planee decirle nada en primer lugar. Lo cual lo enerva a más no poder ¿es que Jaejoong teme que se entere de algo si va?
Shim niega con la cabeza y trata de alejar esas ideas locas de su cabeza mientras colapsa sobre su escritorio. No. No está haciéndose eso.
¿Pero le es tan difícil solo invitarle? ¿Se avergüenza de algo acaso? A ese paso va a explotar en un millón de muy ansiosos pedazos si no recibe una respuesta.
No se lo ha comentado ni a Yoochun porque sabe lo que va a decirle: ‘ah que extraño…’
Para suerte de él hoy es un jueves de esos en los que logra terminar su trabajo temprano. Así que se encamina hacia el estacionamiento a por su auto. Quizás una visita al río Han logre despejar su cabeza de todo esto.
Ese es básicamente todo su plan en realidad pero cuando maneja hasta el susodicho lugar debe dar vuelta por una de las auxiliares para poder bajar y al hacerlo pasa una de estas tiendas de comida que no puede simplemente dejar de lado.
Ojalá ese niñato estuviera aquí piensa cuando se pide una ración de frituras y la primera botella de soju. Ahora que lo piensa no han bebido solos hasta ahora ¿no es así? No han hecho muchas cosas que quizás deberían ¿Por qué están perdiendo entonces el tiempo de esta manera? ¿Por qué se está haciendo problemas? ¿Por qué no se lo pregunta y ya? Han pasado tanto hasta ahora ¿va a morirse por agachar la cabeza esta vez? Jaejoong probablemente tenga buenas razones.
A mediados de su sexta botella termina marcando al móvil de su verdugo.
--------------------------------------------------------
Cuando el rubio Kim llega a la tienda encuentra al abogado jugando con las chapas de las botellas que se ha bebido. El abogado está con su traje de trabajo mientras que Joong está en chanclas, un polo de casa y un buzo.
“Changmin,” le llama en voz baja tomando asiento frente a él para tentar las aguas.
Los ojos marrones suben a él y una sonrisa brillante se forma instantánea en sus labios.
“Amor,” le llama ese castaño apretando sus mejillas con ambas de sus manos.
Jaejoong puede sentir la punta de sus orejas arder en llamas, eso lo ha agarrado con la guardia baja. Los labios de su pareja brillan con el soju que ha escapado por ellos pues ha perdido el control total sobre sus músculos. Kim voltea cuidadosamente a la derecha y luego a la izquierda. Cada otro cliente parece inmerso en lo suyo.
Así que se inclina hacia él pensando picar apenas sus labios pero Changmin lo atrapa casi con hambre. Jaejoong tiene que empujarlo antes de que el propio acto mute en algo inadecuado a plena calle.
¿Desde cuándo usa palabras como inadecuado en su vocabulario? Esa es una excelente pregunta.
Esos ojos marrones lo miran disconformes y sus labios hacen este puchero extraño que resulta encantador. Kim vuelve a examinar sus alrededores esta vez hay un par de caras mirando hacia ellos pero no parecen haber visto lo anterior, probablemente solo los hayan atractivos así que Jaejoong procura relajar sus hombros y no lucir tan perdidamente enamorado del hombre que tiene al frente.
Kim sabe que Changmin no acampa en las profundidades de su armario pero también sabe que la gente de su trabajo no está al tanto de sus preferencias sexuales y que aunque no lo diga en voz alta el abogado preferiría mantenerlo de ese modo.
Justo aquí, para su pésima suerte, hay demasiada gente de oficina como para correr demasiado riesgo.
“Estás muy mareado ¿verdad?” le pregunta.
El abogado asiente juguetonamente mientras una risita chiclosa escapa de su boca. Sus ojos entrecerrados posan toda la atención que pueden en esa persona que tiene al frente. Lo mira con tanta adoración que a Jaejoong se le va haciendo cada vez un poco más difícil eso de portarse bien.
“He terminado mis exámenes hoy ¿por qué has venido a celebrar aquí solo?” le pregunta.
El castaño niega con la cabeza aun riéndose pero esta vez sus ojos parecen tristes. Aquel hombre se lleva una mano a la boca entonces, posicionando un dedo sobre sus labios haciendo el gesto de silencio mientras que con la otra mano le hace un segundo gesto al rubio para que se acerque.
Jaejoong espía por el rabillo de su ojo la mesa de las chicas que los han estado mirando. Siguen ahí.
“Dímelo así,” le dice.
Changmin no parece muy seguro.
“Pero es un secreto,” le refuta con preocupación sobre esos sus ojos tan marrones.
“Sé guardar un secreto,” Kim le jura solemnemente poniendo una mano en alto.
El abogado lo estudia un par de segundos para luego rendirse.
“Es que estoy enojado con él pero no puedes decirle ¿ya?” le pide.
Los ojos negros observan a ese hombre por segundos eternos.
“¿Y qué fue lo que hizo ese tonto esta vez?” le pregunta.
El castaño suspira como si no supiera por dónde empezar, Jaejoong arruga la cara verdaderamente dolido.
“Tienes que decirme de modo que yo pueda hablar con él y decirle que se porte mejor ¿sabes?” le presiona.
Changmin entierra su cabeza en sus brazos y deja ir un gruñido.
“Me duele que no me haya dicho,” admite desde su escondite.
Jaejoong apenas puede llegar a entenderle todo y respira fuerte por la nariz cuando finalmente une las piezas.
“Junsu te dijo,” Kim le acusa entonces.
El castaño desentierra su cabeza con mucha fuerza, sus ojos abiertos como si hubiera sido atrapado. Jaejoong maldice contra el puño de su mano.
“¿Desde cuándo lo sabes?” le pregunta, no pretende sonar tan iracundo pero no puede evitarlo.
“No voy a decirte,” Shim le dice mordiendo sus labios, sus ojos se tornan un poco brillosos.
Jaejoong decide mandarlo todo a la mierda. Se levanta a pagar a la señora el gasto de su muy tonto enamorado y le saca a tirones de ahí.
“Has venido en tu auto ¿verdad?” le pregunta.
Changmin asiente despacio sin atreverse a levantar la mirada.
Jaejoong lo lleva a cuestas para evitar que se vaya al piso. Introduce al inestable castaño en el asiento del copiloto y se sube luego él al del conductor. Arranca entonces el auto y empieza a conducir hacia la casa del mayor. Gracias a Dios Yoochun le había enseñado a manejar en el tiempo en que estuvo quedándose en su casa porque lo cierto es que después de haber pagado ya no tiene más dinero en los bolsillos y no cree tener aguante suficiente para rebuscar los del indefenso abogado.
Shim viaja sujeto del cinturón de seguridad pero está tan intoxicado que no puede parar de moverse de derecha a izquierda en cada vuelta que dan como si fuera un bailarín de aire. El chiquillo tiene ganas de amarrarlo al asiento del miedo a que se golpee la cabeza ya que no puede manejar y sostenerle con un brazo. Cada gramo de paciencia que aún le queda poco a poco escapa de su ser. Es un hecho, va a asesinar a Kim Junsu cuando lo vea. Va a asesinar también a su pareja si se le ocurre ponerse malo a sus cuidados.
Changmin decide vomitar dramáticamente en la cajuela del auto no más de cuatro cuadras abajo.
Al menos ocurre en una roja. Jaejoong aparca y baja su luna para dejarle respirar. El resto de lágrimas en las esquinas de esos ojos castaños ya no despiertan la ira del chiquillo contra nadie más que consigo mismo. Él también debió haber preguntado. Esta es falta suya. Jae soba la espalda de su amante y le oye suspirar a gusto como un gatito al sentirle ahí.
“Lo siento Changmin”, le susurra acariciando sus manos con apenas el dorso de las suyas porque no se siente particularmente merecedor de si quiera un rastro de afecto en el reflejo castaño de esos ojos tan bonitos.
Pero es algo que recibe. Porque Changmin lo ama. A pesar de que Jaejoong no sea más que un idiota.
Shim parece espabilarse un poco después de todo ello, incluso recupera un poco de color en sus mejillas. El rubio enciende nuevamente el auto, esta vez tiene sujeta su mano derecha sobre la palanca de cambios para tenerlo quieto de algún modo y evitar que su estómago vuelva a levantarle la tarjeta roja, también procura conducir despacio y en línea recta lo que les queda de camino.
Cuando finalmente llegan a la acera de la casa del castaño, el punketo carga al otro en su hombro izquierdo. Entra así en la casa de su novio con sus propias copias de las llaves pues nunca llegó a devolvérselas después de mudarse aunque probablemente Changmin ni siquiera estuviera al tanto.
Jaejoong no sabe si es ‘la culpa’ la que hace que no sienta el peso del abogado pero lo cierto es que no tiene mayor problema para conducirlo hasta su habitación al final del pasillo.
“¿Qué voy a hacer contigo?” Se queja cuando lo deposita sobre su cama y le quita los zapatos.
Changmin balbucea algo ininteligible y alza los brazos hacia él en una petición silente de su calor.
“¿Quieres que te bese cuando te he visto vomitar así allá afuera?” le pregunta fingiendo una mueca de disgusto.
Esas mejillas se pintan de un fuerte color rojo.
El rubio a los pies de la cama se lleva el cabello hacia atrás con frustración.
“Debiste decirme, te hubiera podido explicar entonces,” reniega Kim subiéndose sobre él y acomodando aquel cabello castaño tan prolijo detrás de su oreja, “debiste pensar que tenía una buena razón para ello, me ha estado matando creer que te alejabas de mí por alguna otra razón.”
El hombre alcoholizado debajo de él asiente como si lo supiera pero Jaejoong no puede creerle porque ha visto sus lágrimas en la tienda.
“Eres tan estúpido,” el chiquillo reniega dándole un golpecito en la frente, “decirte implicaba ponerte en una posición difícil, no quería ponerte triste, ni incomodarte, es… es solo un estúpido premio, no pasa nada si no estás ahí me basta tenerte aquí en esta habitación entero, todo, todito para mí.”
El castaño lleva sus manos hacia las mejillas del rubio
Jaejoong no sabe si siquiera le está prestando atención o si tan solo cree que sueña o algo por el estilo.
Cuando Changmin le besa de esa forma hambrienta de antes, esta vez Jaejoong procura responderle con el mismo entusiasmo.
Shim le sostiene con una mano la cadera izquierda, tanteando con apenas las yemas de sus dedos el elástico del buzo de Jaejoong, uno de ellos tiene la codicia suficiente para sumergirse bajo la prenda. El rubio suspira contra sus labios al sentir el contacto con su piel. Changmin escurre suavemente su mano entera. El chiquillo ahoga un jadeo y se separa de él.
“No creo que la versión sobria tuya de mañana por la mañana vaya a estar muy de acuerdo con esto,” el rubio le advierte cerrando esas traviesas manos ajenas alrededor de su pecho como si fuera una momia.
Shim niega con la cabeza intentando liberarse. Pero Jaejoong le mantiene raya.
“¿Me estás escuchando?” El chiquillo le dice.
Se ha sentado sobre el vientre de su novio para poder sujetarlo en su lugar y la parte sureña de sí mismo comienza a mostrar inoportuno interés ante toda la fricción fruto del forcejeo.
El abogado se rinde y finalmente niega con la cabeza una vez más.
“¿Ya no quieres esto?” El rubio le pregunta pese a sentir la verdad muy dura contra su trasero aún por encima del buzo que el hombre viste.
El castaño debajo de él pone un gesto de frustración remarcable.
“¿No qué entonces?” Le exige Jaejoong cada vez más acalorado.
Eso ojos marrones le miran. Jamás se cansaría de ellos en verdad.
“No me detengas, quiero tenerte,” la voz de Changmin sale rasposa y baja, pero Kim alcanza a entenderle.
“Abogado Shim usted está borracho,” el chiquillo se ríe, negando con la cabeza y liberándole las manos pero manteniéndole aún preso sobre la cama con sus delgados pero sólidos cuádriceps.
Si le tiene hoy. Si le tiene así. Puede resultar contraproducente con sus objetivos. Además no puede simplemente aprovecharse de Changmin. Pues ese es tan solo el alcohol hablando. Lo correcto aquí si se permitía estirar sus permisos, sería brindarle una mano solo por no dejarle así, pero nada más.
Limpiaría toda evidencia al terminar, lo dejaría relajado y noqueado de sueño sobre su cama, aseguraría la puerta en su camino de salida a su propia casa y le interceptaría ya de día para solucionar todo este absurdo.
El plan parece idóneo y lo que es mejor lo deja muy bien parado.
Eso es, por supuesto, hasta que el astuto castaño halla la lucidez para abrir sus piernas y tumbar los muslos de su novio haciéndole caer sobre él sin poder alguno.
“Chwang,” el chiquillo se queja del susto.
Ha empezado a llamarle así en la intimidad, es bajo el único contexto en el que el abogado le brindaría tal tipo de licencias. Pero el mayor le ignora, apresándole con más fuerza contra su cuerpo.
Jaejoong intenta fingir dolor pero aun así no recibe tregua.
“Yah,” le chilla esta vez con una voz ahogada de lo poco que realmente desea ser liberado ahora o jamás.
Su oído derecho reposa sobre la barbilla del abogado, de forma que este último puede susurrarle el ultimátum, “vas a dejarme tocarte mientras te lo pido civilizadamente ¿verdad Joong-ah?”
Kim no tiene voluntad suficiente para morder su lengua entonces, “¿puedes prometerme algo siquiera en este estado?”
Intenta golpear su orgullo como último recurso.
Pero aparentemente el alcohol además de endorfinas le brinda a Changmin esa agudeza que a veces le hace falta de modo que esta vez no pica su anzuelo y tan solo ríe despacio.
El rubio masculla una maldición entre dientes ¿De dónde ha salido este abogado tan apasionado y rudo? Mejor aún ¿Dónde puede encontrarle los fines de semana? Hay una larga lista de corbatas que le gustaría arruinar en su nombre.
Jaejoong se halla tan excitado que no puede alejar al hombre de sí mismo.
Que sea lo que tenga que ser. Que venga lo que tenga que venir. Y si es loco. Desenfrenado o hasta animal. Poco le importa. Ha terminado sus finales ya. No tiene por qué poder caminar el día de mañana.
“Al día de hoy puedo jactarme de mi destreza en solo dos cosas,” es lo que el abogado le responde, metiendo ya su pierna entre las de su novio para presionar la confluencia de las mismas.
Jaejoong le arruga el cuello de la camisa.
Shim se da apoyo al fin para levantarlo y taclearlo bajo él, invirtiendo así sus posiciones.
“Una de ellas es mi trabajo,” lista el castaño, quitándose la corbata y desabotonándose la camisa.
Pese a que sus dedos sean torpes, Jaejoong es incapaz de dejar de verle con la boca seca de la anticipación. Sus ropas caen una a una junto con las de él de esa forma.
Incapaz de frenar las caricias de su mayor, perdido entre su propia libido, en cada explosión de químicos dentro de su organismo.
“¿Sabes cuál es la segunda?” aquel demonio tiene el nervio de inquirirle.
“Puedo hacerme una idea,” su novio le responde, estimulado por encima de sus umbrales sensitivos, prácticamente loco de placer bajo las manos del que acaba de llamarse un experto y con total razón.
Changmin le regala una sonrisa de infarto.
“Ese es un buen niño,” le concede mordiéndole los labios, “ahora ¿por qué no te das la vuelta y me muestras esa colita?”
“Para ya,” el chiquillo le pide, colgado de su cuello con el rostro rojo del millón de posibilidades que pasan por su cabeza y que harán de su monstruo uno más vicioso después de esto.
“¿Qué acaso creías que tenías monopolizado el negocio?” Changmin le exhorta.
Jaejoong niega con la cabeza como un niño resondrado, su erección golpea su vientre, firme y necesitada. El abogado baja la mirada hacia ella.
“Es muy tarde para eso,” el castaño se apresura a decirle.
Él rubio ríe contra su hombro.
“Lo sé,” le responde, “pero igual uno nunca debe perder las esperanzas Chwang-Ming-yah.”
El abogado le frunce el ceño pero el gesto desaparece cuando su novio pincha su piel con su dedo índice.
“¿Tiene idea de lo mucho que le amo longevo-chwang? Joder…creo que al fin estoy entendiendo eso de hasta las lágrimas, aunque no vayas a acordarte de nada mañana,” le confiesa con un hilo de voz y los ojos quizás más brillosos de lo acostumbrado.
“Lo haré,” el castaño le asegura besando una de sus mejillas.
“Está bien si no lo haces, necesito ser castigado de algún modo.”
“Lo haré,” el abogado le repite tercamente.
Jaejoong le besa hasta que su mandíbula comienza a doler.
Cuando el chiquillo se tumba boca abajo sobre el colchón, Changmin se acomoda entre sus piernas con paciencia, reconociendo con el puro tacto los caminos que ha recorrido hasta memorizar del todo.
Disfrutando del exquisito panorama, de la obra de arte inmortalizada entre sus dos escápulas.
“Voy a tomarte fotos así un buen día, solo para que entiendas lo criminal que resultas desde aquí.”
El rubio debe morder la almohada cuando finalmente empiezan su baile favorito. Changmin le cubre con todo su cuerpo y prácticamente le vence sobre el colchón a cada embestida.
Cuando sus orgasmos les alcanzan juran puede ver destellos por entre sus pestañas.
------------------
Jaejoong despierta alrededor de las 11 am. Un techo blanco le da la bienvenida. Reconoce luego con una vista a los alrededores que es la habitación de su novio. Los recuerdos regresan a él conforme se incorpora hasta sentarse. Observa el reloj de cabecera marrón ubicado a la izquierda y alza ambas de sus cejas al percatarse de la hora.
Changmin ya ha debido ir a su trabajo.
Ha estado durmiendo tan poco durante esa semana de finales que parece que su falta de sueño le ha cobrado la factura.
Toma una ducha y ya en una bata husmea por los cajones de su novio en busca de alguna de sus camisas. Esto es algo que Changmin no sabe pero adora vestir sus camisas dos tallas más grandes, son suaves, puede sentir la textura cara de la tela y lo mejor, oler los restos de su aroma envolviéndole el cuerpo.
Abre el ropero sintiéndose de pronto quisquilloso por el color y encuentra un esmoquin. Atrae su mirada porque está cuidadosamente separado del resto, impecable. Precioso. Envuelto en un plástico transparente. El saco es de un color verde caqui oscuro, una camisa blanca de fondo y un moño satinado rojo oscuro.
La talla es evidentemente pequeña para él.
“Idiota,” masculla mordiéndose las uñas.
Había dejado que Junsu le comprara un par de zapatos negros, poseía ya un blazer negro entre su guardarropa así que planeaba apañárselas para lucir formal con todo eso. Con todo el horror que le tenía al consumismo. Odiaba estas ganas que casi lo poseían por probarse el traje.
Cierra las puertas del mueble antes de rendirse a sus impulsos. Camina de regreso al baño a por su ropa y se viste.
Changmin no le ha dejado una nota así que Kim no sabe cuan indultado se encuentra por el momento. Piensa timbrarle y quedar para almorzar pero se halla un poco avergonzado y no quiere sonar estúpido.
Se ocupa tendiendo la cama y cambiando el aromatizador de la habitación. Para cuando sale al pasillo son casi un cuarto para las 12. Piensa en cocinar, dejarle algún bocadillo a su novio junto a una nota para aligerar el ambiente en lo que le toma regresar de sus últimas clases del ciclo.
Pero le queda muy claro que Changmin no ha abandonado la casa cuando llega a la cocina. El aroma de café recién molido es prueba suficiente.
Jaejoong camina hacia la sala y luego a su despacho. La puerta está cerrada como siempre. El chiquillo toca débilmente y salta en su sitio cuando Changmin le dice que entre desde el otro lado.
El rubio gira el pomo y entra en la habitación como todo un introvertido.
Changmin deja su lapicera a un lado.
“Pues buenos días rayitos de sol,” se burla.
El chiquillo infla los cachetes.
“Pareces manejar bastante bien tu resaca,” le dice Kim cruzándose de brazos.
“No eres el único que tuvo una juventud alocada,” es lo que recibe de respuesta.
“Ah pero faltaste al trabajo,” los ojos negros le acusan.
“Lo hice, y es que pese a haberme levantado temprano como siempre, estabas tan abrazado a mi pecho que no podía liberarme de ti, además si no mal recuerdo tenemos una conversación pendiente.”
Las mejillas del chiquillo se encienden.
“Vamos ¿te dije que recordaría no es así?”
Kim asiente despacio.
“Me gusta cumplir mis promesas,” el abogado le dice, “ahora, ¿por qué no tomas asiento allí y me explicas de qué va todo esto?” Shim le sugiere señalando el sillón frente a su escritorio.
El rubio suspira y toma asiento en donde se le ha indicado.
“La hija de uno de tus compañeros de tu firma también recibirá una beca, tuvimos una reunión con todos los premiados, ella es de otro año así que nunca nos habíamos cruzado, él la acompañaba ese día, el vicerector lo presentó con todos sus títulos así que lo supe. Decidí no decirte porque… quiero que sepas que puedo entenderlo ¿porqué querrías crearte una molestia innecesaria? La gente de tu trabajo no necesita estar al tanto de los pormenores de tu vida privada, eres excelente en lo que haces y sé que el mundo allá afuera puede ser muy mierda, odiaría que te vieras en alguna dificultad por culpa mía.”
“Jaejoong es el siglo 21,” Changmin le interrumpe
“Pero aun así esas cosas suceden y lo sabes.”
“No soy cualquiera, en mi posición no podrían sacarme tan fácil y peor aún desenterrarme algo porque para nuestra suerte no hago ni he hecho nada turbio.”
“Puede que no, pero te desprestigiaría ¿o no?”
“No veo porqué pero de hacerlo me encargaría de ganarme de vuelta a la gente con mi carisma y mi buen trabajo, además si no he sido público al respecto es porque no había tenido una razón antes.”
“No hables como si quisieras esto,” el chiquillo reniega.
Los ojos castaños lo observan.
“No es que lo quiera, eso es verdad, pero si no hay otra opción.”
“Pero ¡la hay! No es necesario que vayas. Hablo en serio. Es una tonta ceremonia durará un par de horas y luego se habrá terminado.”
“Has invitado a Junsu y a Yoochun,” el abogado le debate.
“Para no ser el triste chico que destaca por no tener ningún relativo acompañándole, te lo digo muy en serio, está todo bien ¿vale?”
Changmin lo observa por segundos enteros.
“Sólo para estar claros me estás diciendo que todo está bien”
“Sí,” Kim le asegura.
“¿Todo?”
“Sí,” le repite.
Changmin suspira.
“Vale,” le concede, “si eso es lo que quieres.”
El chiquillo vuelve a asentir. El abogado se recuesta del todo en su silla.
“¿Tienes siquiera qué vestir para este tipo de eventos?” le pregunta.
Jaejoong se encoge de hombros. Una sonrisa torcida de ansiedad se dibuja en su rostro.
Changmin no le dice nada del traje sin embargo. Conversan de nada en particular por horas y al final terminan comiendo fuera.
------
Yoochun le regala el traje dos días más tarde envuelto en una caja de regalos. Jaejoong decide simplemente recibirlo entre agradecimientos.
------
“¿Qué haces?” el abogado le pregunta cuando llega a casa y lo encuentra tirado sobre uno de los sillones de su sala.
“Esperaba por ti, hoy has salido más tarde de lo habitual,” el chiquillo se estira soltando un bostezo.
“Sí, debiste llamarme,” Changmin le dice.
Suelta un poco el nudo de su corbata y camina hacia él, se inclina apoyándose sobre el respaldo para depositar un beso en sus labios.
“Pasa que me tienes un poco engreído y no he estado tomando tanto trabajo últimamente, y parece que los clientes me quieren específicamente a mí, mi jefe me ha pedido que reconsidere atender algunos de ellos, así que probablemente me estaré quedando hasta estas horas por la siguientes dos semanas.”
“Suena aburrido,” el chiquillo apunta.
El castaño sonríe.
“¿Has escrito ya tu discurso?”
“No voy a leértelo para que puedas burlarte de mí,” Jaejoong se defiende.
“Me ofendes,” el abogado le responde desordenándole los cabellos.
“Me tiene sin cuidado,” canturrea el menor.
Changmin le abandona para ir a servirse un café a la cocina.
“¿Así que te estás quedando hoy?” le pregunta.
Jaejoong aparece también en la cocina y se apoya en la pared.
“¿No te parece un poco inconveniente que siga viviendo cruzando la calle?” le pregunta.
El abogado deja de mezclar el azúcar con su bebida.
“¿Quieres mudarte conmigo?”
“No puedo aprovecharme de la buena voluntad de Yoochun para siempre ¿o sí?” el chiquillo le responde.
El castaño voltea hacia él apoyando un codo sobre la encimera a mitad de la cocina y luciendo verdaderamente divertido.
“¿Tanto me has extrañado hoy?” le inquiere con regocijo en la voz.
“Necesito saber si debo mover mis cosas de vuelta, eso sí creo que es solo humano que tengas en cuenta que me ha costado moverlo todo yo solo,” le dice.
Changmin se ríe contra su voluntad.
“¿Así que has vuelto a ocupar el cuarto de huéspedes?”
“No exactamente,” el chiquillo responde.
Changmin arruga el ceño.
“No entiendo,” le informa pese a que en su cara se vea tan claro.
Los ojos negros de su amante lo estudian con nerviosismo.
“Verás la última vez me mudé aquí como tu mucama esta vez soy tu pareja, así que pensaba que tal vez deberíamos compartir la habitación, dejé todo el cuarto de huépedes con mis cosas de trabajos y la universidad, y quizás un par de chucherías que no puedo botar, no hay mucho en realidad, sé que debí haberte pedido permiso pero no creí ser capaz de decirlo hasta ahora y…” Jaejoong deja de hablar cuando los ojos castaños le atraviesan como dagas, “¿estás molesto?”
El abogado niega la cabeza despacio.
“¿A qué viene la cara entonces?” el menor se queja.
“A que te amo,” el mayor le responde con simpleza, volviendo por su café y saliendo de la cocina hacia el pasillo, particularmente al final de él…a su habitación.
Jaejoong le sigue a pasos alarmados.
“Espera,” le oye llamarle en un chillido.
Changmin empieza a correr, coge el pomo entre sus manos y empuja la madera. El aroma a rosas provenientes de los pétalos repartidos en el piso y sobre su cama le da la bienvenida. Sus ojos brillan con la luz de las velas encendidas dentro.
“Oh vaya,” exclama y silba.
El chiquillo llega detrás de él.
“Cierra el pico se suponía que te seduciría antes de mostrarte esto iba a ser menos vergonzoso para entonces.”
No puede hablar más porque el abogado lo carga en su hombro.
“¿Qué haces?” Jaejoong le reclama.
“Has hecho todo esto para conseguirte un polvo ¿no es así? Es solo humano atender tus deseos,” el mayor le remeda.
El rubio cae sobre la cama, los pétalos se enredan entre sus cabellos rubios.
“No sé si podré ser tan cuidadoso hoy,” le confiesa el abogado cuando sube sobre él.
“Díselo a quién le importe,” le responde Kim.
“Deja de actuar lindo, no te queda,” Changmin esta vez le susurra al oído.
Jaejoong se abraza de él mientras ruedan a un lado comiéndose los labios.
------------
La tan esperada noche llega como otro día cualquiera. A mitad de un paraíso de panqueques de desayuno, crucigramas sábados por la tarde y snacks desnudos en la bañera.
Cae un viernes, Changmin tiene horario de trabajo hasta las 9 de la noche. Se despide de Jaejoong en la mañana al salir, le desea buena suerte con un beso en la mejilla. Sabe que Yoochun vendrá a recoger al chiquillo de lo que ahora supone puede llamar hogar a las 7 pues la ceremonia dará inicio a las 8.
El abogado le timbra el teléfono para agradecerle por acompañar a su rubia némesis.
Yoochun se burla de su modesto gesto por casi 15 minutos. Y es todo. Los documentos y las entrevistas llegan a él como cualquier otro día.
Shim almuerza con algunos de sus colegas mientras discuten uno de los casos de ellos. Goong Yoo no se encuentra entre ellos. Cuando los otros preguntan por su paradero Jo In Sung les explica que su primera hija se ha ganado una beca en la universidad de artes.
El castaño pierde el apetito en algún punto entre las palabras de apreciación y asombro del resto del grupo.
---
Dan las 7:15 de la noche. El celular de Shim vibra con mensajes de Junsu, el castaño puede ver desde el menú que tiene archivos adjuntos así que decide ignorarlos. Le manda una vez más un mensaje de felicitaciones y aliento a Jaejoong.
Recibe un emoticón de una copa de vino a las 7:25.
El abogado suspira sobre su escritorio. El cuello le duele, su estómago le fastidia y nada de lo que está sucediendo le parece de pronto correcto. Sus dedos tamborilean sobre la madera y observa los minutos corren irremediablemente en su reloj de pared.
---
Su secretaria entra 8:10 en su oficina. Trae con ella otro puñado de documentos y una sonrisa compungida sobre sus labios de un fuerte tono rojo. Changmin está de tan mal humor que debe morder un pésimo comentario que estima totalmente fuera de contexto. Y le hace un gesto con la cabeza para que simplemente las deje a un lado.
---
Dan las 8:53 cuando ha terminado finalmente todo.
Changmin sabe que la entrega de las becas está programada para las 9. No hay forma de que llega. Y está bien. No pasa nada. Jaejoong no le espera ahí. Esas han sido sus palabras.
Shim baja al estacionamiento y sube a su auto. Conduce a casa sin captar una sola luz roja. Es imposible pero sucede y llega casi en 15 minutos.
Para cuando estaciona pésimamente en la acera de su casa está tan enojado que prácticamente se lanza fuera del vehículo.
“Mierda,” le grita a la noche, a los faroles, a esa casa frente a la suya con las luces apagadas, ya deshabitada hace dos gloriosas semanas.
Se lleva una mano a la cara y se la soba tan fuerte que se la deja adolorida.
“A la mierda,” masculla nuevamente esta vez entre dientes.
El alma misma le duele de continuar con esto en segundo más. Lo está mandando a la mierda, no puede más. Va a poner las malditas cartas sobre la mesa y punto. Y si esto le dispara en la culta luego, pues vale. Jaejoong es su pareja, su conviviente, planea una larga vida a su lado bajo la luz de un sol brillante y no en las sombras de nada ni nadie.
No puede ser un cobarde.
No puede simplemente aceptar algo que puede estar dañando al hombre que ama por más que ese mismo le jure lo contrario.
No dispone de tiempo para la ducha. Con las piernas algo temblorosas y sin la certeza de si esto vaya a ser más malo que bueno, vuelve a subir a su auto y enciende el motor al segundo siguiente.
Qué venga lo que tenga que venir. Lo que sea que sea. No puede ser peor que este sentimiento que le carcome al no estar a su lado.
---
“¿Dónde está?” pregunta por encima de la música.
Yoochun se come la sonrisa lo mejor que puede.
“Solo dime en donde está,” el abogado le gruñe a su amigo mientras se quita el saco.
Probablemente tenga la espalda algo sudada incluso, pues discúlpenle pero lo ha mandado todo a la mierda ya.
“Va, va, tranquilo,” Park intenta calmarlo volteando sobre sus talones hacia la multitud de jóvenes en trajes formales, la ceremonia ya ha finalizado y es ahora simplemente una fiesta.
¿Pero más vale tarde que nunca, no es así?
Changmin alza la mirada en dirección hacia donde Yoochun lo señala y no tarda en reconocerlo, 1.80 de estatura, cabello rubio prolijo y un traje que le hace ver como una celebridad.
Vale, allá vas – se dice arreglándose en algo la corbata.
Yoochun rueda los ojos.
“¿Estas filmado una novela?” le pregunta exasperado, “él está allá ¿lo ves? Junto a todos los demás escuálidos en esmoquin.”
“Tienes cara,” Changmin le bromea cuando ya está tres pasos en dirección al otro hijo de puta del cual tiene que encargarse justo ahora.
Yoochun le grita algo para intentar recuperar su dignidad pero Changmin no puede oírle por la música, y por las carcajadas de su señora esposa.
Cuando logra aproximarse más nota que el chiquillo está conversando con una muchacha bastante bonita cuyos ojos se agrandan a un punto caricaturesco al verlo. Las manos del más alto se posan detrás de la espalda de Kim antes de que el muchacho pueda preguntar el porqué de la expresión de su amiga.
Su rubio voltea a verlo con total desinterés hasta que le reconoce.
“¿Te importa si lo secuestro un segundo?” Shim le pregunta a la muchacha.
La chica parece ahogarse en su copa de champaña.
“¿Es este Changmin?” la chica le pregunta en un susurro a Kim aún deslumbrada.
Jaejoong asiente apenas como si no estuviera él mismo seguro de aquello pero Changmin está pronto tomándolo de la mano por encima de su cabeza, la ventaja de su estatura, pero no se pierde el claro, “oh por dios,” que la muchacha le dirige a Jaejoong cuando piensa que Changmin no está viendo.
“No te lo tomes tan en serio,” Jaejoong le dice, “a ella hasta Yoochun le parece guapo.”
“Tengo un espejo en casa, Kim, no necesito enamorar a niños para convencerme,” el abogado le responde en tono galante, “aunque ciertamente nunca está de más recibir un poco de feedback.”
El menor sonríe mientras niega con la cabeza.
“¿Qué haces aquí Changmin?” le pregunta en un susurro.
El castaño se encoje de hombros. Jaejoong lo mira con cierto grado de duda conforme se abren paso a la pista de baile.
Kim puede apenas dirigir una mirada a Yoochun desde las mesas con una cámara en alto y puede sentir cierto cosquilleo de ansiedad picotearle las paredes estomacales, trata de estirar una sonrisa para salir bien en la cinta, como si necesitara mover un solo músculo para ello.
Sus dedos se aferran nerviosos a los de Shim, conforme avanzan entre los cuerpos y la verdad es que Jae teme alzar la mirada, teme que todos los presentes sean capaces de verle entre las luces psicodélicas, sin barreras de por medio, de que vean cuán enamorado está de ese hombre en realidad.
Pero esto a pesar de ser una fiesta de gala, no tiene mucha formalidad a parte del código de vestimenta, y la música que reverbera en el salón es una de One Republic y no un vals de producción cinematográfica, no hay un reflector de luz que les persiga mientras ríen comiéndose los labios o gente que se haga a un lado para admirarles mucho menos aplaudirles, allí son solo unos más y no tienen una coreografía impecable.
Porque si hay una verdad absoluta esa es que Shim Changmin está lejos de destacarse en cuanto a baile, pero no importa porque hay una par de pasos en los que tienen bastante práctica ¿no es así? así que cuando sus torsos colisionan apenas y sus pies les llevan de izquierda a derecha y viceversa, seguir un ritmo no es tan difícil.
Ayuda también que la canción está bastante buena y las notas musicales les van llevando con incluso más devoción al término del coro y conlleva incluso a un par de vueltas y sonrisas chiclosas.
“Me da miedo alzar la mirada y encontrar a Yoochun llorando o algo parecido,” Jaejoong le dice cuando la canción termina y están sujetos de las manos en esa posición que no se les hace incómoda en realidad.
Changmin se ríe contra la sien del más bajo.
“No lo hagas entonces,” el abogado le aconseja.
Envueltos en pequeñas risas y aún tomados de las manos Changmin logra escabullirlos un poco más entre los cuerpos para alejarlos del campo visual del susodicho Park y de Gong Yoo, con quien ha cruzado miradas a través del gentío y dirigido una respetuosa reverencia en su momento.
La siguiente canción empieza a sonar y ambos juran entre dientes, no quieren mirarse y decirse lo que sus labios mueren por decir pero lo saben, el mundo entero lo corearía con ellos también “putamadre amo esta canción.”
Toda la gente alrededor aúlla mientras bailan estilo libre y Changmin debe acunar a Jaejoong entre sus brazos para impedir que lo golpeen.
Había olvidado esta parte bastante caótica de ser joven, el dejar de lado las consecuencias y solo vivir. Pero la canción la amerita, “Come on eileen.”
“No puedo creer que el DJ no haya previsto que una canción como esa traería desastre.” Changmin le dice al oído mientras pasean algo así como bailando entre toda la gente, la juventud de ahora está muy loca por lo que Shim puede observar.
Hay algunos que parecen estar exorcizándose, Changmin espera que hayan consumido algún tipo de sustancia porque si no se queda corto de explicaciones.
“Se están divirtiendo,” Jaejoong intenta defender su generación.
“Díselo a los que van a terminar tequeados, que serán por lo menos 10 déjame decirte.”
Jaejoong no puede ni llevar las manos a su cara, se carcajea de la buena ahí, pegando su cabeza en el hombro del mayor y riendo contra su cuello.
“Es la mejor fiesta en la que he estado en mi vida,” le dice aun riendo, acaban de ver pasar a un loco haciendo el paso de la gallina cucú en reverso.
Kim no tiene idea de cómo demonios le están llamando a eso, lo único que sabe es que ha sido épico.
Changmin se siente borracho del ruido, la felicidad de su entorno, y de ese pequeño granuja que tiene entre los brazos.
Jaejoong está claramente con algunas copas encima, Changmin puede notar sus mejillas algo rojas.
“Me alegra que hayas venido,” Kim le suelta mientras se mueven como pingüinos al ritmo de la pieza, “yo te…te quería aquí hoy.”
“¿Ah sí?” el abogado intenta hacerse el desentendido.
“Bueno compraste esto para mí ¿no? Quería que me vieras ya sabes…usándolo.”
Shim frunce el ceño.
“Yoochun te dijo,” se queja.
“No tenía necesidad, estaba algo obvio,” el chiquillo apunta.
Changmin se lleva una mano a la cara mientras suspira avergonzado. Jaejoong le codea en el flanco derecho.
“Y porque quería decirte gracias, por todo,” Jaejoong habla prácticamente contra su cuello.
Changmin niega apenas con la cabeza. Es bueno estar en esta posición y no tener que lidiar con los ojos negros de frente.
Lo cierto es que la conversación podría terminar ahí, con un silencio agradable y paz. Pero la lengua del castaño no puede solo mantenerse quieta.
“Estaba en mi oficina terminando unos papeles, ya sabes lo usual, intentando ignorar esta otra parte de mi cerebro que no paraba de preguntarse si te había quedado bien el traje,” sus manos se deslizan por el cuello del saco, afirmándoselo contra sus hombros, tal como si estuvieran frente a un espejo, “si…” le dice soltándole y volteándole entre sus propios brazos.
“Si habrías necesitado quizás algún entalle.”
Su mano izquierda recorre la tela a lo largo de la espalda de Jaejoong, pegándole un poco más incluso a él, “si querrías agregarle algo, si te encajaba las caderas y tu pequeñísima cintura, si lucirías tan despampanante como te imaginaba cuando me tocaba pensando en tus piernas largas.”
Jaejoong respira pesadamente contra su cuello mientras se mueven juntos. La canción anterior ha terminado ya. El chiquillo no puede reconocer cual es la que ahora está sonando, y la verdad es que le importa muy poco.
“¿Y entonces qué?” Kim le pregunta con la frente pegada a su mentón, “¿te gusta lo que ves?”
“Me encanta.”
Sus labios se encuentran a continuación, a un ritmo lento. Jaejoong le arruga la camisa, la corbata, sosteniéndole la nuca, la mandíbula, tomando todo lo que Changmin puede darle y exigiéndole mucho más.
“Larguémonos de aquí,” jadea contra sus labios cuando se separan.
Changmin intenta también recobrar el aliento, Jaejoong se ha tirado el cerquillo atrás y luce excitado al punto del no retorno.
“La noche es virgen,” Shim intenta persuadirle.
Esta es su noche. Esta es su fiesta. Debería disfrutarla hasta el último.
“Pues yo no,” Jaejoong le responde.
Un muchacho que llega a escucharle eso último le alza su copa. El menor rueda los ojos.
“Yoochun todavía tiene muchas fotos que tomarte, Kim ¿no querrás romperle el corazón o sí?”
“Al carajo con Yoochun,” asegura el menor, exasperado.
“¿Al carajo con quién?” Park les pregunta apareciendo de la nada.
“Cuán oportuno,” comenta el abogado verdaderamente impresionado.
HeeBin suelta una risita detrás de su esposo. Yoochun la tiene asegurada a él por la cintura. Changmin le alza una ceja.
Park se ríe quedamente besándola en la mejilla, “ha aguantado 9 meses, Shim, no la juzgues.”
Bailan por casi dos horas y pasan otras más sacándose fotografías en las poses que Junsu considera graciosas.
Es una noche amena. Una noche feliz. Jaejoong siente la mano de su novio sobre su cintura y no cree necesitar nada más en el mundo entero.
-------
“¿Cuál fue tu primera impresión de mí?”
Los ojos negros se fijan en él.
“¿Esta es tu idea de foreplay?” le pregunta el chiquillo.
Desnudo ya del ombligo para arriba mientras batalla con la correa imposible que oportunamente Changmin ha elegido para vestir ese día.
“En mi defensa, se supone que veíamos una película,” el abogado le tumba bajo a él a un lado, “necesitas darme un respiro, ayer te atendí hasta muy tarde ¿o no? un ronda más y terminaré deshidratado.”
“Ayer fue ayer, hoy es hoy,” el chiquillo se queja.
“Nada más romántico que hacerme súper consciente de mi edad,” el castaño le sopla la frente.
El rubio no puede defenderse y grita entre risas.
“Responde mi pregunta,” el abogado le pide mordiéndole una mejilla.
“Yah,” el chiquillo se intenta alejar.
Su novio no le deja.
“Qué pensabas tú de mí, responde tú primero,” Jaejoong le condiciona.
El abogado se lleva una mano al mentón como sopesando su respuesta. Una sonrisa traviesa pinta sus labios.
“Creo que sería acertado decir que pensé que serías problemático,” Changmin admite encogiendo los hombros.
Los cabellos rubios bajo él rompen en carcajadas.
“Estupendo,” se las apaña para decir entre sus risas.
El castaño tira de él para estabilizarlo en sus brazos.
“Ahora tú dime,” le exige.
Los ojos negros recuperan su tamaño original mientras su dueño se lleva una mano a la cara. La película frente a ellos totalmente en el olvido.
“Que lucías bastante decente para portar 35 centímetros bajo la cremallera, parece que a diferencia de ti, yo sí que me equivoqué.”
.........................................................................................................
3
palabras. Pseudo homenaje a Queer as Folk. Quiero agradecer a todas las que se
pasaron por aquí animándonos a seguir. Si bien Izo no ha podido seguir
colaborando con este fic desde hace algunos capítulos, espero mi trabajillo no
l@s haya decepcionado. Es el tercer Joongshim que termino y no creo que el
tiempo me permita venir con nuevos pero terminaré los que tengo.