Querer comerte no me vuelve un caníbal ¿o sí?
JOJOJOJO amo esa canción y necesitaba
meterla en algún fic así que todos felices jajaja. Ok sé que me he demorado la
vida y que probablemente muchas vayan a arrojarme rocas cuando lo coloque en
fb. Pero yo las quiero. Y las querré siempre por las palabras bonitas que
algunas de ustedes le guardan a este muy chuncho fic, falta tan solo un
capítulo y no puedo creerlo. En fin no voy a llorar hoy lo haré cuando lo
termine. Va a ser muy raro despedirme del pelirrojo que este es mi favorito…aunque
el de mosh también me puede…y el de Jae siendo ángel también…lo cual me hace
recordar que pronto hará de demonio ehem... *sin spoilers* las quiero. Lo
siento por la demora, de nuevo. Las quiero, quiéranme también (?)
PD: Un cariñito especial para Camu por rescatarme de mi momento emo /crisis
de autora loca que soy.
Tocan su puerta a las 2 de la mañana. Él acaba de volver hace apenas un par de segundos, ha entrado con todo y zapatillas, ha tirado la puerta sin siquiera echar cerrojo, ha cruzado su sala en dirección a su cuarto, avergonzado como nunca antes en su vida, y ha enterrado la carota en la enorme almohada para dejarse solo, bueno, básicamente morir.
Jaejoong sabe que tiene el rostro rojo, de un
matiz vivo, tan lleno de esos sentimientos que al fin, griten conmigo ¡aleluya!
comprende, sentimientos que explotan como pequeñas bombas de calor por todo su
cuerpo y le hacen sentir tan…tan… sinsentido.
El mundo gira tan rápido, confunde sus puntos
cardinales, le mueve el norte hacia las manos de un castaño. Y le hace
retorcerse entre sus almohadas…porque…porque sí ¿vale?
Tocan su puerta en ese momento y Jaejoong sabe
que la persona detrás de esa puerta no es Shim Changmin por dos cosas, ambas
centradas en que un hombre no puede caminar sin pelotas. Y está bien, porque la
verdad es que sigue demasiado exaltado como para asegurarle al castaño, bienestar físico.
Quien entra es más bien Yoochun, y la expresión
en su rostro es quizás lo que remueve el último pedazo de ese amor inconcluso
que le ha guardado desde que ha tenido 13 años. Se lo arranca desde dentro
porque la decepción de saber que efectivamente no es Changmin el que le abraza
por la espalda y le llora en el hombro, termina de hacerle saber cuan de cabeza
está todo esto.
Siente su latir cardiaco contra sus escápulas,
su diafragma saltar con cada hipido por el aire que se le escapa, y Jaejoong se
siente morir, siente sus huesos hacerse polvo porque ese es su Yoochun ahí
mismo. Y está llorando feo, como no lo ha hecho hace muchos años. Y que el un
rayo le parta pero Kim necesita que pare. Sus manos viajan hasta los brazos que
le aprisionan la totalidad de su cintura y le hinca las uñas.
Yoochun gruñe de dolor contra su nuca y sus
lágrimas gruesas le empapan la piel de su hombro izquierdo.
“Esto no está funcionando ¿verdad?,” Kim le
pregunta entonces.
Yoochun le presiona más contra su abdomen.
Jadeos se le escapan de la garganta porque Park es y siempre ha sido un llorón
y cuando ha empezado no sabe cómo calmarse, simplemente no puede. Jaejoong lo
sabe, le ha visto tantas veces, como sus ojos se enrojecen y los labios enormes
se le hinchan aún más por lo fuerte que los muerde, es una imagen de desolación
pintada tan claramente en su memoria que amenaza con arrancarle el corazón sin
anestesia de por medio y por tanto Kim quiere voltearse y abrazarle con su vida.
Pero si voltea no va a poder mantenerse sereno
y necesita mantenerse sereno si no quiere hacer alguna estupidez. Por más
difícil que le sea, por más que los ojos le ardan por las lágrimas que lucha
por no derramar. Y es que sus cuerpos se sienten suaves contra el otro.
Jaejoong al fin puede comprender a esos que siempre cortan y regresan, los
comprende porque el cuerpo de Yoochun es tan suave contra su espalda, lo
suficiente para querer mandarlo todo a la mierda y recostarse en él, abandonarse
a lo que sea que deba venir que parece comparablemente mejor a tener que
soportar estas espadas que se entierran en sus carnes.
Y si fuera el Jaejoong de antes quizás esa
sería la historia. Pero ahora es un Jaejoong diferente, es un Kim Jaejoong que
sabe lo que quiere. Así que tan solo continúa hincándole las uñas en los brazos
sosteniéndose de ahí contra la marea que intenta llevárselo.
“Podemos hacerlo funcionar,” Park le susurra, su
voz sale rota, hace eco en su manzana de adán contra su nuca.
“No, Yoochun, esto no, no es, no es esto lo que
quieres.”
La sigues queriendo a ella. Hombre. Abre los
ojos. Jaejoong quiere gritarle. Han sido hechos el uno para el otro y yo…yo
nunca he sido para ti. Aunque haya estado aquí desde siempre, aunque te haya
amado como pocos lo hacen. Lo entiendo ahora, y no me arrepiento de haberme
atrevido a fantasear contigo. Eres parte de un pasado que me define como lo que
soy ahora.
Pero Yoochun sacude la cabeza en un intento de
no, y le susurra al oído “te quiero a ti, te quiero mucho más a ti…”
Y quizás lo haya logrado. Quizás en realidad Jaejoong
lo haya logrado pero no significa nada ahora. No se siente feliz de saber que
Yoochun quizás está dispuesto a dejar un gran amor por él.
“Pero a ti… a ti ya te he perdido ¿no?”
Jaejoong le sujeta las manos con las suyas a la
altura de su xifoides. Las aprieta fuerte y asiente suavemente, Kim siente
calor en sus ojos, ardor en la punta de su nariz cuando los brazos de Yoochun le
sueltan de a pocos y luego caen lánguidos a sus costados.
“¿Yoochun?”
“No me arrepiento de haberlo intentado ¿sabes?,”
Kim inspira ruidosamente, paralizado de pies a cabeza, en pánico por ya no
tener de que sostenerse.
La voz de Yoochun suena tan lejana aunque sepa
que se encuentra a solo medio paso detrás de él.
“Lo siento, si te sentiste así por tanto
tiempo, dios...lo siento, Jaejoong, solo le hago daño a todos por lo que quiero
y…te quiero tanto que yo…no me odies, por favor, entiendo si no quieres verme
o…”
“¡Para! ¡Demonios! ¡Para! Chun, ni pienses que,
tú no puedes solo…”
Y ha dado el paso hacia atrás, ha volteado y ha
encontrado a su amigo bajo las luces de su habitación; delgado y alto.
Tembloroso por el llanto. Sus ojos se encuentran a los pocos centímetros que
les separan. Y siente su garganta demasiado seca como para hablar.
Solo quiere abrazarle e intentarlo de nuevo
para que deje de llorar así pero… ¿tendría sentido alguno pretender algo que ya
no siente?
Jaejoong no entiende su vida. Honestamente, ese
chico frente a él, le ha querido tanto apenas ayer…y ahora solo…no es ni
remotamente cercano a suficiente.
“No puedes irte ¿me escuchas no? Tú, no
puedes…” le sujeta de la remera con puños y esos ojos negros lucen aliviados.
Dolidos pero no rotos. Y Jaejoong entiende con un alivio de la densidad de Júpiter
que estarán bien…que van a estar bien…de algun modo. Dios les cruzó por alguna
razón, al fin y al cabo ¿no? Y si no fue para que fueran Jaejoong y Yoochun,
los amantes, entonces será para que sean Jaejoong y Yoochun, los amigos.
Yoochun se lleva el dorso de la mano hacia la
nariz, para limpiarse un poco los mocos que le caen y no sonríe para
cerciorarle que todo estará tan bien como Kim intenta creer. Pero al menos
trata y Jaejoong le aprecia tanto por ello.
Así que le sostiene el rostro con ambas manos y
enlaza sus miradas.
Yoochun le mira con ojos hinchados.
Jaejoong comprende que aunque pueda leerlos a
la perfección, esos ojos negros son solo ojos negros, son iris, pupilas y
esclerótica. Que sus cabellos salvajes de ébano puro pueden despeinarse y lucir
como un trapeador, justo como lucen ahora. Que la piel de Yoochun puede también
perlarse con sudor y hacerte arrugar la nariz incluso.
Y la verdad es que quiere reírse del hecho de
creer que Yoochun puede estar feo porque medio mundo le refutaría la premisa
con uñas y garras. Así que le abraza con una sonrisa larga, la que puede
esbozar cuando está tan claramente llorando, también. Le abraza como cuando su
padre abandonó su casa, como abrazas a un amigo, fuerte y sin necesidad de
decir más nada, porque esto a lo que ambos les están diciendo adiós ha crecido
en ellos desde el día que se conocieron. Tiene niñez, pubertad y adolescencia.
Tiene granos y diferentes cortes de cabello. De modo que duele como el carajo.
Pero no se siente como el fin del mundo. Es un dolor con el que podrán irse a
la cama y despertar a la mañana siguiente dispuestos a seguir con sus vidas.
Uno que dice te amo. Pero eso está bien.
Así que Park deja su depa aproximadamente a las
3, con un pequeño beso en su mejilla. Y no se dan plazo alguno, solo se
asienten. Y la puerta vuelve a separarlos con un click. Y Jae pasa todo el fin
de semana enterrado en sus sábanas.
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Changmin tiene algo muy en claro esa mañana con
su morral cargado al hombro. Cualquiera podría verlo en sus ojos castaños, sin
necesidad siquiera de lentes correctivos, la determinación que emana de su ser,
que le ebulle desde dentro del cuerpo con cada paso que da en dirección al
campus universitario. Se puede incluso escuchar en el ritmo de los latidos de
su corazón galopándole dentro de su caja torácica, o mejor dicho, gritándole
una verdad que no ha creído cierta hasta que determinado pelirrojo estuviera
tocando su puerta la noche pasada.
Mierda, podrías tocarlo en el aire que deja detrás
de él cual caricatura animada.
Y es que Changmin va a raptarse a Jaejoong. Va
a raptárselo, va a acorralarlo contra alguna pared y va a sacarle las verdades
a besos. Va a olfatearle toda la vainilla de la maldita piel como si la tuviera
hecha de cocaína, la va a aspirar hasta su cerebro para que la abstinencia
mengue en algo. Va ponerle las manos encima, va a sentir su menudo cuerpo
contra el suyo y va a obligarle de alguna manera a admitirse que le quiere. Y luego
va a decirle que efectivamente él le quiere también. Que por todo lo santo….cree
que le ama incluso.
Y va a ponerle fin a toda esta ridiculez de una
vez por todas.
A este nosequé que le picotea las paredes del
estómago por su necesidad de concretar acciones, a este odio infantil que en
realidad significa te amo, maldita sea. Oh dios va a mandar todo esto tan a la
mierda que harán falta millones de escuadrones de búsqueda para poder ubicarlo.
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El lunes llega antes de lo que Jaejoong espera.
Amanece con muchos rayos de sol en su cara, y sus ganas de saltarse clases y no
ver a Changmin patean considerablemente el trasero a su sentido de
responsabilidad.
Termina levantándose igual, porque el trasero
se le adormece, la espalda ya le duele y porque no quiere que Yoochun vaya a tener
una idea equivocada si no le ve vagabundeando a sus aulas por los pasillos.
Ingresa al baño y se afeita la barba del sábado
y domingo. Mira su rostro de siempre en el espejo, el cabello pelirrojo con el
cerquillo a mitad de frente, mira su piel blanca y sus ojos negros. No, no está
tan feo. Y si Changmin no le quiere igual puede conseguirse a otra persona.
Puto, puto Changmin. Patea el mármol del
lavadero y puede ver claramente a Judas danzando calato por el dolor de lo que
posiblemente sean 4 de sus 5 metatarsianos hechos trizas. Maldice una vez más
antes de cojear hacia su comedor y recoger su morral, tirárselo al hombro y
salir.
La mañana está algo soleada, no al punto de
fastidiarle el desodorante, sino a uno cómodo, Kim trata de no asociarlo a nada,
no es que fuera un chico de supersticiones, pero esto de estar enamorado le
pone idiota, así que denle un respiro. Se encamina a pasos pequeños hacia su
facultad para aplazar lo más posible la realidad que le aguarda a un par de
cuadras. Si sus queridos compañeritos no van a dejar pasar no verle entrar con
Yoochun de la mano, peor va a ser verle entrar cojeando, dios sabrá cómo se les
ha formado cuando niños pero si Yoochun siempre está pensando con segunda,
ellos piensan con cuarta incluso.
Así que no va a arriesgarse, Kim trata de
caminar normal cuando ya está a media cuadra. Pega un respiro hondo y pone cara
de poto para que nadie se anime a jorobarle la mañana medianamente caca que
hasta ahora va teniendo.
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Shim Changmin ha aprendido una cosa o dos de
Mr. Kim en todo este largo proceso, las suficientes quizás para sacar un
coqueto librillo de análisis del chico, y la primera cosa que escribiría en él
es que Kim Jaejoong puede ser un bastardo muy escurridizo. Pero Changmin es más
inteligente que él. Así que si el pendejo piensa que puede esconderse de él.
Está muy equivocado.
Sus piernas saltan las rejas del pequeño patio
trasero de su facultad tan abandonado como siempre y pronto le hallan entre el
pasto. Todo piernas sin fin. Y caderas pequeñas. El primer impulso que le
asalta, para ser sinceros, es el de lanzarse sobre él y bueno…comérselo suena
bastante bien.
Pero Kim se remueve entre sueños y un ronquido
escapa de sus labios semi abiertos. Changmin chequea su reloj, si mal no lo
recuerda Kim debería estar en clases de historia justo ahora. Probablemente el
chico ha olvidado poner la alarma. O tan solo se las está saltando, que sería
toda una eventualidad a decir verdades. Como sea un cuaderno está tirado a su
lado. Y a Changmin la curiosidad de pronto le carcome el alma. Sus pies pisan
con cuidado el suelo. Evitando las ramitas que podrían alertar al angelito ahí
tumbado. Cuando se acerca su cabeza le hace sombra al rostro del otro muchacho
y pronto el que era el ceño fruncido del mayor es paz total. Changmin sonríe
sin poder evitarlo.
“Hombre, deberían inmortalizarte ¿sabes?” le
confiesa en susurros.
Jaejoong no le responde. Permanece inconsciente
con manos entrecruzadas a la altura de su bajo abdomen. Respirando aire,
indefenso. E imposiblemente bello.
Changmin tarda 5 largos minutos en recordar el cuaderno
que había intentado recoger en un principio. Y cuando lo abre lee oraciones,
varias, letras de amor, de ánimo, canciones a medio construir, Changmin no
puede parar, sus ojos recorren todas las hojas, hambriento de estas pequeñas
partes de Jaejoong que Changmin está seguro ni siquiera Yoochun ha visto.
Es una sensación adictiva que le hace sentir
hasta morbo. Hasta que llega a un pequeño garabato. No es siquiera un dibujo.
Son letras…ralladas por encima con demasiada euforia…si le preguntan. Jae casi
ha roto la hoja tratando de cubrirlas.
Si no fuera tan imposible Changmin pensaría que
lo que está escrito ahí es su nombre. Shim intenta sacar la cabeza para no
hacerse sombra y poder leer mejor y su pie patea casualmente una pierna ajena.
Los ojos negros se abren de par en par. Y
pronto ambos se están viendo. Pronto los ojos negros le están identificando con
nombre, apellido y posiblemente “bastardo” como apelativo. Y entonces su rostro
se tuerce preso del pánico. Porque toda esa práctica frente al espejo es pura
mierda. Este es el campo de batalla, esto es lo real. Y ese, ese es el hombre
que ama frente a él y está tetrapléjico del miedo. De todo lo que siente,
mezclado, centrifugado incluso.
“Heebin y yo no somos nada,” Changmin le dice y
su voz sale desesperada pero Kim parece sin poder reaccionar.
Changmin quiere llamarle por su nombre entonces.
Para sacarle del trance. Para decirle que le ama. Que le necesita. Y todas esas
cosas que le han atormentado por una semana pensando que esto no podría ser.
Pero la lengua se le traba y Jae no ayuda en
mucho.
Desahuévate, el universo entero le grita. Y sus
manos forman puños, su corazón da retumbos y finalmente sus labios se abren
para dejar salir las palabras.
Pero pronto no hay ni sílabas. Hay más bien
lenguas. Hay lenguas y dientes. Un beso animal. Animal porque ambos son
animales al fin y al cabo, y que le den a su civilización por el culo. Porque
está besando a Jaejoong. Y el durazno de su boca le anestesia el cerebro. La
parte donde la ética tiene su circunvolución, al menos. Porque podría violarlo
ahí mismo y si alguien los ve muy seguramente le vale madre.
Sus labios se cierran, se abren y suena sucio.
Los jadeos, los ruidos nasales. Las manos peñizcando la piel que encuentran.
Lo cierto es que no Changmin no está seguro de si
se ha tirado al piso o si Jaejoong se ha levantado, pues hay una brecha en su
memoria entre él viendo sus ojos negros y él comiéndole la boca. A decir verdades
no sabe si están sobre algo siquiera. Quizás están volando. Lo cual tiene mucha
lógica desde su punto de vista.
Dios sus mejillas se sienten como copitos de algodón.
Su piel blanca, parece chantilly.
Le instan a querer darle un mordisco. Quizás si
sus dientes no estuvieran ocupados mordiendo sus labios se aventuraría a darle
una probadita. Y vale, se está volviendo caníbal de solo besarle.
“¿Qué me has hecho, Jaejoong?” le pregunta, con
el corazón galopándole cual pera de boxeo violentada, con las mejillas pegadas
a las suyas, cerca, olfateándole la comisura de los labios y agarrando el aire
como puede contra su piel.
“Yo…” Jaejoong le responde, con ojos cerrados y
ceño fruncido. Su cuerpo tiembla por esa mano que le sujeta la cadera
izquierda, con la suficiente fuerza para marcarle un moretón.
Kim despega su cabeza de la suya e intenta huir
fuera de su agarre, y estaban de pie al fin y al cabo porque Changmin debe
trastabillar un poco para no besar el piso por la falta de apoyo en el cuerpo
ajeno, “mierda, debo ir con Choi a mi práctica.”
“¿Qué? No,” Changmin le dice, quiere alcanzarle
y…volver a hace dos segundos, hace dos segundos las cosas iban bien, muy bien.
Pero Jaejoong se separa de él ahora
definitivamente. E intenta hablarle. Con el rostro hecho un tomate. Changmin
sabe que intenta porque le ve abrir y cerrar los labios tantas veces que Shim
piensa en solo tomarse la libertad de volver a besarle y repetir, y repetir
hasta el final de los días. Si tan solo su alma no estuviera dando tantas
piruetas del miedo a que Jaejoong le rechace sobre todo después de haberle
hecho saber lo que es besarle en serio. Porque no han hablado de nada realmente
y Jaejoong es un bastardo muy capaz de lanzarle un baldazo de agua fría encima.
“Yo,” sus ojos vuelan al fin hacia los suyos y
hay decisión en ellos, de modo que cuando vuelve a abrir los labios de nuevo,
ambos aguantan la respiración, pero de pronto el ceño de Jae se frunce y le
pregunta, “¿ese? ¿Ese es mi cuaderno?”
Changmin observa su propia mano con el pequeño
cuaderno pendiendo.
“Ahm… ¿no?”
El rostro de Jae enrojece a un punto subnormal,
caricaturesco incluso. Se pinta de un rojo muy vivo. Y de su garganta escapa un
alarido que intenta decir, “yo te mato.” Porque Jaejoong es un psicópata al fin
y al cabo.
Y Changmin debería correr. Proteger sus
testículos del inminente puntapié que se avecina. Pero el dolor no llega,
Jaejoong tan solo se lleva los brazos sobre la cabeza, peinándose el cerquillo
hacia atrás y riéndose histéricamente.
“¿Y qué si te escribí una canción?,” Jae le
pregunta y más parece estar hablándose a sí mismo a decir verdades, tratando de
excusarse, su pequeño rostro de porcelana luce tan milenariamente ofuscado y
sus ojos aguantan lágrimas de todo el bochorno que le carcome las tripas, su
boca sigue balbuceando tonterías como, “vale, nunca le he escrito una canción a
nadie, pero podría hacerlo, no tiene que significar nada necesariamente, no es
que te ame o algo por el estilo, porque…yo…como sea tengo que irme no he dejado
todos mis miedos de lado para dar una audición y luego no presentarme a las
prácticas y…”
“Tú me… ¿tú me escribis-?”
Changmin da un paso hacia él.
“¡No me toques! Estoy yéndome y no quiero
romperte las bolas de nuevo ¿vale? Así que solo...” el pelirrojo retrocede a su
vez ese paso que Shim ha dado hacia él
“Para, déjame hablarte.”
Jae niega con la cabeza, y hay un por favor
enorme sobre las pupilas de sus ojos. “por favor, déjame irme.” Changmin va a
romperle la cara honestamente. Va a romperle la puta cara a ese idiota atreverse
a creer que no le ama. Sus manos le sujetan por los hombros y le empuja. Le
empuja fuerte porque quiere tan solo desquitar de algun modo toda esta carga
emocional que le corroe.
“Escúchame bien, Kim Jaejoong” le grita,
“mierda, no tienes idea, no tienes puta idea de lo que han sido estas últimas
semanas para mí, de lo que ha sido saberte en manos de Yoochun, haciéndote todo
lo que yo debería, tú, no sabes, solo no lo sabes porque nunca ves nada,
honestamente, wow, estoy enojado ¿cómo puedes enojarme tan rápido? estoy
intentando declararme aquí ¡ten un poco de maldita consideración!”
Jaejoong le observa con ojos abiertos
trastabillando dos pasos atrás por el empujón que acaba de recibir, sus ojos se
desvían al piso cuando niega con la cabeza despacio, esta vez se lleva las
manos a la cara.
“Mírame Jae, estoy aquí, y tratando de decirte
que te amo, dios te amo demasiado,” le dice al fin y lo que quema en sus ojos
definitivamente no son lágrimas sentimentales, sino de amargura. Porque Jae continúa
negando con la cabeza.
“Me quieres también lo sé, por favor, Jaejoong
mírame, no hagas esto,” sus manos sujetan esos brazos con los que Kim intenta
cubrirse y cuando los desata se encuentra con el muchacho del que está
enamorado, tan pequeño e indefenso como cuando le vio por primera vez, aquí
mismo.
Es extraño, querer tanto a alguien al punto de
pegarle una patada a tu orgullo y siquiera considerar el tirarte de rodillas al
piso y rogar.
“No, lo siento, yo, mierda, soy demasiado malo
para esto y no puedo, no puedo,” Jae al fin le dice.
Changmin puede sentir la cuchilla entrando por
su ombligo y saliendo por entre sus vertebras.
“¿No puedes qué, Jaejoong? No me vayas a venir
con alguna estupidez porque te juro que…” sus manos sujetan tan fuerte las
muñecas del otro muchacho que le observa acallar un quejido de dolor.
“No, es que eres tú quien no entiende,”
Jaejoong le confiesa en un susurro, “tú no puedes solo venir y decirme estas
cosas, yo no puedo escucharte decir cosas como esa sin…sin querer comerte o algo,
quiero comerte Changmin, esto no es normal, dios.”
Las palabras flotan. Los ojos negros le miran, propiamente
aterrados, en busca de respuestas que Dios le ampare, él no tiene. Si tan solo tuviera
la respuesta a ¿Por qué me enamore de ti? Entonces no se sentiría tan indefenso
amándole tanto como lo hace. Porque esto asusta más que los espacios cerrados o
la mismísima muerte.
“¿Quieres comerme?”
Jae se las maneja para asentir sin morir en el
proceso, el chico parece a punto de llorar. Changmin quizás también lo esté.
Pero hay demasiado calor recorriéndole todo el cuerpo como para estar seguro.
Sus ojos se fijan en los suyos, necesitados de
cosas que él también necesita. Cosas que pueden proveerse mutuamente. Y es un
sentimiento hermoso y extraño. Cuando sus brazos le envuelven y acurruca a su
pelirrojo en su pecho, porque la naturaleza le dotó de centímetros de talla
extra que ahora sabe no fueron solo para
condenarle a participar de las marchas escolares, sino para esto, para pegar su
mentón a la frente de ese muchacho, y detener el tiempo juntos.
“No es normal, probablemente,” Changmin le dice
meciéndolos despacio, porque su cuerpo le exige que haga algo y debe refrenarse
a sí mismo sino quiere espantar a Kim, “pero si soy honesto contigo, vengo
queriendo comerte desde hace un buen tiempo también.”
Jaejoong le arruga la camisa y le raspa con
uñas la piel del pecho pero Shim no se queja.
¿Qué demonios va a pasar entonces? Es algo que
queda en el aire, porque la alarma de Jaejoong está sonando de pronto y sus
cuerpos se separan asustados por el abrupto. La práctica de Kim debe empezar en
10 minutos de modo que el muchacho debe irse y dejar al castaño con la promesa
de hablar luego. De todo lo que aún está en el aire. Yoochun. Heebin. Ellos
mismos.
Changmin no se queda muy feliz al respecto pero
debe dejarle ir, él también tiene una clase a punto de empezar. Y el tiempo va
a pasar muy lento sin Jaejoong en sus brazos.
Se despiden embarazosamente con la mano
entonces.
El nerviosismo de Kim es nulo cuando ingresa al
auditorio y conoce más personalmente a Choi, a quien ha admirado por tanto
tiempo. Está tan subido en su nube que incluso interpreta esa nueva canción de
rock suya la que ha escrito para Changmin, una de esas sobre ese cuaderno que
nunca antes se había animado a cantar frente a nadie por el temor del que
dirán, por si no es suficientemente buena, porque justo ahora se siente
extraordinario, deseado, amado y su confianza se hace notar porque al finalizar
se lleva los aplausos y admiraciones del resto, y su sonrisa es bella, y por
primera vez no intenta esconderla detrás de su mano, simplemente la muestra,
ciega al mundo con ella.
“¿Cómo se llama?” le preguntan cuándo vuelve a
su sitio.
“One kiss,” el pelirrojo responde.
Choi le dirige un asentimiento, “bonita pieza.”
Y la verdad es que Jaejoong no necesita de más
pruebas, esta es la decisión correcta. Changmin es la decisión correcta y al
menos por esta vez, va a aferrarse a ella.