El conservatorio de Choi Seung
Sí, Changmin lo fue y mucho.
Que debió haber sabido desde ya que Jaejoong no era una
persona cualquiera, mucho menos una muchachita de esas que saltaría ante una
oportunidad semejante. Sí, debió saberlo. Aunque aquello fuera sin lugar a dudas
un golpe muy duro a su orgullo.
Él debió haber sabido ya que Jaejoong y buenas reacciones
ante el estrés no podrían ir en la misma oración bajo ningún concepto.
Pero el humano es por naturaleza estúpido y cuando tiene
la cabeza llena de feromonas lo es aún más y por más geniecillo que Shim
Changmin fuera, al final del día no era la excepción a la regla.
De modo que cuando la rodilla de su pelirrojo novio
colisionó contra sus genitales en lo que sería un acto de todo menos erótico, Shim se halló asimismo soltando un
alarido de dolor antes de caer al piso de rodillas, seguro de una sola cosa ¿y
cuál era esa cosa? pues que ya nunca podría tener hijos.
Porque Jaejoong había entrado en pánico y no había
hallado mejor solución que romperle los huevos en el sentido explícito de la
palabra.
El pequeño inconveniente con esa -quizás ya no tan inusual- escena aparte del dolor de los mil
demonios con el que cargaba Changmin allá abajo, era que pues...no estaban
solos exactamente en aquella plazuela a casi puertas de su facultad y aquel no
tan cuantioso público -al igual que cualquier otra persona con una gota de
sentido común en el cuerpo- no podía hallar aquella escena ni remotamente
romántica ¿verdad?
Lo que quería decir que...oh dios, estaba en problemas.
El pelirrojo dio un vistazo rápido a aquellas muchachas
que le miraban boquiabiertas y a los muchachos que le miraban
adoloridos...porque sentían empatía por el pobre que estaba en el piso muy
quieto.
¿Y qué hizo él entonces?
Salió corriendo.
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Pasaron unos buenos 15 minutos hasta que alguien se
atreviera a acercarse al cuerpo de aquel castaño que había empezado a reír como
maniaco al oír los pasos de su novio huyendo de la escena del crimen.
Y la persona que se arrodillaba junto a él para
preguntarle estúpidamente si estaba bien era nada más y nada menos que Hong
Sena.
“¿Más te pego más te amo?” le preguntó mientras le
estiraba una mano para ayudarlo.
El castaño se carcajeó aun más.
“No quiero ser grosero...pero no puedo moverme en serio.”
“Oh vamos, no puede doler tanto.”
“Veamos, imagina que tuvieras un órgano fuera de tu
cuerpo, digamos tu riñón, y viene Jaejoong con su fuerza descomunal y le mete
un fuckin puntapié ¿ya te lo imaginaste? pues sí, es el nivel de dolor con el
que lidio justo ahora.”
“Auch,” le dijo ella poniendo una mueca de dolor.
“Sí, auch,” le remedó él mientras tiraba la cabeza atrás
y se dejaba morir ahí.
Sena se arrodilló entonces a su costado. Changmin la
observó. Ella alzó los hombros rendida mientras le decía, “sabes...mi padre me
enseñó de pequeña que nunca debe dejarse un soldado atrás así que...voy a
hacerte compañía si eso está bien contigo...”
El castaño sonrió.
“Solo si tienes algo que pueda ayudarme aparte de tu
adorable compañía, dígase ¿comida?”
“Vale, compartiré mi barrita de chocolate contigo si es
de ayuda.”
“Es de mucha ayuda,” le dijo él al instante.
La muchacha buscó entre su cartera y extrajo de ella dos.
“¿Con nueces, sin nueces?,” le preguntó.
“Nueces, por favor,” Shim respondió infantilmente.
“Que pena a mí me gustan esos...” le dijo ella,
cogiéndose el de nueces y ofreciéndole el otro.
El castaño se carcajeó pero de todas formas recibió la
otra barrita.
“Esto es vergonzoso...” le dijo él cuando ella le tuvo
que cortar un pedazo y ponérselo en los labios, “tener que ser visto así por
una chica tan guapa.”
“A mí me parece algo adorable.”
Sus ojos se encontraron.
El castaño sintió un pequeño retorcijón en el estómago. Ella era
hermosa, en realidad muy hermosa.
“No tienes que mentir para hacerme sentir mejor.”
“No lo hago, Changmin.”
“¿A no?”
“Ah-ah,” le respondió ella juguetonamente negando con la
cabeza.
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Jaejoong no sabía si sentirse aliviado o cabreado cuando
puso el primer pie en su facultad aquella mañana.
Lo cierto es que nunca jamás en su vida sería capaz de
entender a la raza humana...o más concretamente a la gente de su facultad y es
que en serio ¡en serio! ¿Que mierda tenían en la cabeza? Porque estaba claro
que no, un cerebro.
Y Jaejoong que creía ya haber oído suficiente como para
poder sorprenderse por algún cotilleo que llegara a sus oídos.
Pero claramente los había subestimado.
Oh, sí que los había subestimado.
Nadie te prepara para afrontar la realidad de tu
generación, al menos no cuando te pega tremenda cachetada en la cara.
Pues aparentemente Changmin y él tenían un malsano
fetiche y solo Dios sabrá que otra barbaridad más, Jaejoong había azotado la puerta
de su locker para silenciar a la horda de sinvergüenzas que le lanzaban miradas furtivas y sonrisitas
de complicidad a mitad de sus tan interesantes conversaciones.
Su indignación era tal que había mandado a volar a
Yoochun con un vocabulario algo extenso cuando este le había preguntado de que
mierda iba eso de su parafilia con la lucha libre o algo por el estilo.
Yoochun había intentado disculparse entre clase y clase.
Pero aquello solo había cabreado más al susodicho. Y dado que los comentarios y
mensajes de texto no dejaban de llegarle decidió que sería mejor huir.
Pues se conocía lo suficientemente bien para saber que
como iba no podría llegar al final del día sin bajarle los dientes a unas
cuantas personas.
Así que optó por la técnica que había aprendido tras
conocer a su verdugo Shim – y no, no era la de respiración precisamente – sino
más bien la de apagar el celular, sacar el ipod, colocarse los audífonos a mil, y bloquear
a toda forma de vida de su panorama mientras le rezaba al de allá arriba que
por favor no se cruzase con Changmin.
Porque su técnica era efectiva para todos...menos para
aquel castaño.
Jaejoong era consciente de que el día muy probablemente tardaría
más de lo acostumbrado en llegar a su fin pero lo haría al fin y al cabo,
entonces él podría regresar a su casita donde todas las personas eran normales
(ósea él) y nadie sacaba
conclusiones absurdas ante un pequeño golpecito que por cierto Changmin se
había merecido.
Y hablando del innombrable...
¿Alguien podría explicarle de que mierda había ido todo-todo eso?
Porque nuestro pelirrojo tenía pálida idea.
Y mientras más buscaba una posible explicación más cólera
experimentaba.
¿Quién se creía que era ese-ese cabeza de pepino para
robarle el espacio personal de aquella forma? – era lo que Jaejoong se
preguntaba tan indignadamente.
Sus puños golpearon los bordes de mayólica del lavadero
de manos, pues se había encerrado en el baño del tercer piso para no ser
molestado.
Porque estaba puteado y poco le importaban las
necesidades fisiológicas de todos esos seres que se llamaban asimismos humanos.
Además ¡mierda! habían otros baños ¡Que caminaran! Un poco de ejercicio les
haría bien, a ver si teniendo un cuerpo sano podrían ayudar en algo a sus
cerebros...
Él solo quería un poco de paz aunque esta oliera a jabón
barato.
Sus ojos se dirigieron al espejo que tenía en frente y lo
que vio ahí, lo desarmó por completo.
El pelirrojo que se veía en el reflejo tenía las mejillas
rojizas y se mordía los labios al recuerdo de unos ojos castaños a centímetros
de distancia de los suyos.
Unos ojos castaños que curiosamente le pertenecían a la
persona que él tanto maldecía hasta en sueños.
Y aquello no podía ser.
¡Por supuesto que no! Bajo ningún concepto, por más
remoto o imposible que fuera. No, y punto.
El no podía azorarse por nada que se relacionara directa
o indirectamente con Shim bastardo Changmin.
Simplemente no podía ser.
Al igual que la pequeña alerta de su ipod indicándole
"batería agotada"
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"Hey" una voz conocida le llamó mientras un tacto aún más conocido se
posaba sobre su hombro.
"Yoochun-ah en serio yo-no estoy de humor,"
intentó Kim sacándose la mano de su mejor amigo de su cuerpo. Seguía enojado.
"Eso lo noté en la mañana," el pelinegro le
dijo señalando su móvil.
Kim sintió su estómago removerse con un poco de culpa,
hasta que recordó - claro - que él era ahí la víctima.
Y tan solo hizo una mueca altanera.
"¿Estás en tus días o algo, eh pelirrojo?"
Yoochun le codeó intentando aligerar sus palabras.
Jaejoong odiaba que le trataran como chica y él lo sabía.
Así que le sacó el dedo del medio y se alejó de él a zancadas indignadas.
"Vengaaaaaaa," intentó de nuevo Park corriendo hacia él para envolverlo por
la espalda.
"Yoochun..."
"Yoochun nada..." le calló posando su mentón
sobre su hombro y sintiendo el calor ajeno calentar su pecho, "tengo algo
que va a alegrarte," le dijo sin separarse.
Le agradaba el retintín de su laringe contra el hombro
del pelirrojo. A Jaejoong también pero estaba cabreado y en momentos así su
hígado dominaba a su corazón.
"Mira a menos que tengas a Bill Kaulitz en el bolsillo
la veo difícil," Jaejoong le dijo en un suspiro rendido.
Yoochun sin embargo pareció muy confiado cuando se metió
una mano al bolsillo de sus vaqueros y sacaba de ellos un panfleto.
Jaejoong dejó de respirar.
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Sus clases los jueves empezaban a partir de las cinco de la
tarde de modo que su alarma sonó a las 12 y como pudo Changmin estiró el brazo
para apagarlo.
El área baja aún dolía, y él sin embargo sonreía como
idiota.
Estaba algo agradecido con Jaejoong a decir verdades y no
porque tuviera algún desorden masoquista sino porque había evitado que
cometiera una estupidez.
Y es que...
¿En qué demonios había estado pensado para querer
besarlo?
Oh sí, en duraznos...
Se revolvió los cabellos, frustrado ¿En duraznos? Qué
tipo de patética excusa era esa. Sería más realista tan solo admitir que había
querido besarlo y ya...
Pateó sus sábanas más frustrado todavía.
Definitivamente no estaba en sus cinco.
Iba a meterse en la ducha a enfriar su mente y devolverse
el buen juicio cuando le llegó un mensaje de texto. Y salió corriendo del baño
a por unos pantalones y una camiseta.
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"Hola," la muchacha se sobresaltó al escuchar
su voz.
Sus delicadas manos sujetaron con algo de nerviosismo sus
libros y tras reafirmarse que todo iba bien en su cabeza, se dio la vuelta con
una sonrisa.
Los rulos negros lucían algo desordenados esa mañana, justo como le encantaban.
"Hola," le dijo ella a su vez.
Yoochun le sonrió aliviado. Como si hubiera temido que no
le regresara el saludo, HeeBin se preguntó por un segundo sino debería haberlo
hecho.
"¿Pasa algo?" le preguntó, ya que Yoochun no
parecía saber que decirle y solo se limitaba a pararse como un ganso a su lado.
Porque ni siquiera él mismo sabía por qué se le había
acercado cuando la había visto pasar por el pasillo sin su perrito faldero aka
Jung motherfucker Yunho.
"No, no solo-quería...puedo irme si no quieres
que..." le dijo empezando a señalar torpemente al lado opuesto con su
índice.
La muchacha lo detuvo, entonces, del brazo.
"Yoochun, que ya no seamos novios no significa que
vamos a borrarnos del mapa o algo parecido, no te mentiré tampoco, justo ahora
no puedo ni planeo ofrecerte una amistad en el sentido expreso de la palabra
pero podemos saludarnos al menos ¿no?" le dijo ella con una semi-sonrisa
"Lo siento..." fue todo cuanto el pelinegro
pudo decirle agachando la mirada.
"Deja de disculparte," le dijo ella más alto de
lo que hubiera querido.
Algunos de los transeúntes alzaron las miradas hacia
ellos.
Hee Bin suspiró, "Yoochun, yo-yo no quiero que te
arrepientas de nosotros," sintió la nariz escocer un poco ante sus propias palabras.
"¡Claro que no!" Park se apresuró a decirle,
"solo-yo solo siento que esto terminara así," y lo sentía, tanto,
tanto que le martirizaba el sueño.
"Nunca hiciste nada para herirme Yoochun, lo sé, a
él no puedes controlarlo," le dijo lanzándole una mirada a su pecho
cubierto por una camiseta negra, para enfatizar su punto.
Yoochun sintió todas las razones por la cual alguna vez
se enamoró de aquella muchacha, clavarse en su pecho como dagas filudas,
traspasando su piel, enterrándose en su musculatura, tocando su alma.
"Te extraño," le dijo entonces.
Y ella lo miró completamente desarmada.
"Estás siendo muy injusto," le dijo ella mitad
encolerizada, mitad desconsolada, empezaría a llorar pronto si no se iba y no
quería, no quería, ella solo quería olvidar, quería sacárselo de dentro suyo y
poder seguir con su vida...poder intentarlo con Yunho, él era un buen chico y...
"No puedo evitarlo, te quiero y te extraño y
yo..." Yoochun apenas podía detener las palabras que salían de sus labios.
Pero ella le hizo recordar, "lo quieres a él también."
Y si lo quería.
Lo quería.
Los quería a ambos. No quería perder a ninguno. Y todo
esto simplemente estaba mal. Todo muy mal.
"Yo..."
"Y mientras eso siga
así yo..."
"Lo sé, lo sé pero..." avanzó un paso hacia ella y su perfume invadió sus fosas
nasales como antes y su corazón se retorció dentro suyo porque no había dejado
de amarla.
Ese corazón suyo no había dejado de amarla.
Y la tenía frente suyo y aún así era incapaz de tocarla.
Sus ojos marrones algo rojizos rehuyeron los suyos.
"HeeBin-ah," Yunho la llamó.
La muchacha retrocedió dos pasos, uno de los libros
resbaló de sus brazos, tres personas se agacharon a recogerlos, el más alto
cerró el entrecejo al reconocer al que sería el ex de la muchacha a la que
pretendía.
"¿Interrumpo algo?"
"No, Yoo-yoochun ya
se iba."
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"¿Vas a alguna parte pelirrojo?"
Jaejoong iba demasiado en sus nubes para dejar a Sena
arruinar su humor, así que dobló en sus talones y caminó de espaldas unos
cuatro pasos mientras respondía, "nada que te interese, querida."
La muchacha se quedó a mitad de pasillo con su respuesta
en la lengua y un panfleto que había resbalado del bolsillo trasero de los
jeans de Jae.
"Admisiones para el conservatorio de Choi Seung."
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"¡Jaejoong!" el castaño corrió los cinco metros
que los separaban.
Era la primera vez que el pelirrojo le daba los buenos
días con una sonrisa.
"Vaya y yo que pensé que te iba a hallar con humor
de los mil demonios."
“¿Por qué?”
El castaño buscó entre sus bolsillos su móvil para
mostrarle el mensaje, que le había llegado minutos atrás, a su novio.
"He aprendido a no tenerle fe a mi generación, gran
cosa," Kim le dijo, aun tenia aquella sonrisa niña de pura emoción que le
hacía ver imposiblemente perfecto.
"¿Quiere decir que no has golpeado a nadie?”
“Nop.”
“Wow, o sea ¿puedes manejar tu cólera con las demás
personas pero a mí sí me sacas la mierda?” aquella queja había escapado
involuntariamente.
Se había venido diciendo en todo el camino que lo
olvidaría. Que no lo mencionaría. Y ahí iba él recordándole a Jaejoong algo
para lo cual no tenía explicación.
Kim lo miró. Por un momento la sonrisa se le borró de la
cara, pero volvió al par de segundos.
“No me voy a gastar ni contigo, ni con ella ni con nadie.
Estoy feliz. Y justo ahora no quiero recordar tus estupideces, pero he de
admitir que me alegra que te haya dolido.”
A decir verdades que Jaejoong calificara como “estupidez”
al incidente de la noche pasada, hizo que Changmin se sintiera un poco dolido,
pero se tragó sus inverosímiles reacciones y decidió preguntarle lo que había
querido desde que lo había visto, “¿y puedo preguntar por qué tan feliz?”
El pelirrojo lo miró ensanchando aún más su sonrisa.
“Nop.”
“¿Por qué no?”
“Porque es un secreto.”
“¡Somos novios entre nosotros no debe haber secretos!” se
quejó poniendo una mueca dolida.
Jaejoong se rió al verle y su piño golpeó amistosamente
el hombro de su mencionado novio, “cariño tienes que darme mi espacio,” le
dijo.
El castaño observó sus dientes blancos, y las pequeñas
arruguitas que se dibujaban en sus ojos.
“¿Y si lo pido por favor?” intentó de nuevo.
“Mis labios están sellados...”
“Ok, pero luego cuando, cuando...”
“¿Cuándo qué?” El pelirrojo lo observó divertido.
“¡Olvídalo! Me voy a clase.”
“Valeeee,” le gritó el otro observándolo irse a zancadas
enojadas.
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“¿Qué ya vas a inscribirte?” el tonito irónico de la
muchacha no le pasó desapercibido.
“Sí y ¿qué?” respondió él a la defensiva.
“Nada...” le dijo ella, cogiendo la pluma que colgaba del
tablón que Jaejoong venía mirando hace 15 minutos sin atreverse a cogerla, dado
la cantidad de nombres que ya había escritos, “es sólo que me sorprende ¿sabes
que estamos hablando de Choi Seung no? este no es cualquier conservatorio, es
prácticamente asegurarte el currículo o destruírtelo.”
“¿Por qué lo dices?”
Hong le dio un rápido vistazo a los nombres ya apuntados
con altanería.
“Porque solo puedes adicionar una vez, Seung-sunbae no es
fan de los emprendedores, él solo quiere genios, por tanto debes estar bastante
confiado de tus habilidades para audicionar ahora sabiendo que por universidad
ofrecerán tan solo 2 vacantes.”
Jaejoong sintió un hueco empezar a absorber todo su
cuerpo, su optimismo y su prematura alegría.
“Pero seamos sinceros...tendrás que pelear con todos
estos,” señaló la lista de nombres, “por esa una restante, porque la otra,”
Sena anotó su nombre prolijamente sobre la hoja, “es sin lugar a dudas mía.”
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“¡Hey! ¿Y ya te anotaste?” Yoochun se colgó
juguetonamente de su cuello tal mono.
“N-no.”
“¿No? ¿Y por qué demonios no? Te lo avisé temprano para
que le metieras terror al resto al leer tu nombre de primero,” le dijo el
pelinegro con un puño en alto.
Jaejoong le sonrió tan tristemente que Yoochun le hizo
detenerse para preguntarle, “¿Qué sucede?”
“No es nada Chun, estoy algo cansado y...”
“¡Kim Jaejoong! no me vengas con esa mierda, no a mí,
puedo diferenciar cuando estas cansado y cuando estas que te aguantas el
llanto.”
“Yo...” la voz le salió rota, “Yo estoy bien Chun, en
serio.”
“Vuelves a mentirme tan descaradamente y te cruzo la
cara.”
“¡Bueno ya! ¿Es que no puedo estar triste, cabrón?” le
gritó sintiendo las primeras lagrimas derramarse por sus mejillas.
“Sí, sí puedes, puedes llorar Jae, sabes que siempre has
tenido mi hombro para hacerlo,” le dijo suavizando su voz y tratando de
arrullarlo entre sus brazos.
Pero Kim le empujó de a pocos.
“Solo...necesito un momento.”
Yoochun lo miró por un largo tiempo mientras el pelirrojo
se secaba las pocas lágrimas con las palmas y terminaba de tragarse la
tristeza.
“Te espero abajo entonces, no voy a dejarte irte solo a
casa ¿está bien?”
“Ok”
“Ok, si quieres que suba solo me timbras ¿va?”
“Sí.”
“¡Arg! niño,” le desordenó los cabellos algo frustrado,
“¿desde cuándo tú necesitas espacio?”
“¿Desde qué empezaste a moquear viendo glee y deje de
verte como mi mayor?”
“¡Sólo ve a tener tu momento emo a tu esquina! ¿quieres?”
Jaejoong rió un poco. Empujándolo con ambas manos hacia
el pasillo.
“¡Te espero abajo eh!”
“Sí, ahora bajo.”
“Ok.”
Yoochun se perdió por el pasillo mirando hacia atrás de
tanto en tanto hasta que chocó contra el cuerpo de Changmin casi al pie de las
escaleras.
“¡Ah! ¡Mira por dónde vas, niñito!” Park lo empujó a un
lado.
“¿Qué mire yo? Si tú te me has lanzado como una patata,”
le respondió Shim empujándolo a su vez.
“No voy a gastar mi tiempo contigo.”
“Pues al menos estamos de acuerdo en algo.”
“¡Piérdete!”
“Ok, pero antes ¿has visto a Jaejoong? No me contesta el
móvil.”
Yoochun se mordió los labios.
“No.”
“¿No?”
“No...”
“Tienes cara de querer decirme lo contrario,” insistió.
“S-sí lo he visto pero no sé donde está ahora ¿ok?”
“Qué raro me pareció haber oído su voz cuando subía...”
El pelinegro despeinó sus rulos con una mano.
“Ok, sí está arriba en el balcón que da para la biblio ¡pero
no quiere ver a nadie!”
Changmin ya había echado la marcha como para escuchar sus
últimas palabras...o mejor dicho tomarle importancia.
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“Yoochun te dije que ya bajo,” fue lo que el pelirrojo le
dijo a modo de queja cuando escuchó sus pasos acercándose.
“Jaejoong...”
Kim dobló en sus talones cuando identificó su voz.
“¿Qué haces aquí?”
“Te estaba buscando.”
“Pues ya me encontraste así que ¿Qué demonios quieres?”
le preguntó rudamente.
Changmin arrugó el ceño.
“¿Y eso? ¿Por qué el contraste de humor? Estabas saltando
en un pie cuando te vi esta mañana.”
“Toma...” el pelirrojo le extendió un panfleto que tenía
arrugado entre sus manos.
“¿Qué es?”
“¿No querías saber que me tenía tan contento? Pues ahí lo
tienes.”
Changmin leyó el contenido del folleto.
“Wow ¿vas a adicionar? ¡Excelente!” le exclamó admirado.
“Ya no.”
“¿Qué? ¿Pero esto no se da cada tres años?”
“Sí.”
“¿Entonces? ¿Si tienes la posibilidad ahora porque no
aprovecharla?”
“Será solo un pérdida de tiempo,” el susodicho soltó una
risa amarga mirando al piso como si quisiera que de pronto se abriera un hoyo
que lo tragara, “quiero decir hay más posibilidades de que descubra la cura del
cáncer a que pueda ser elegido, no sé ni porque me alegré en un principio...soy
tan tonto ¿Cómo demonios yo podría alcanzar una de esas vacantes?¿Yo de entre
todos? Por favor a quien engaño...”
"¿Puedes parar ya?” Jaejoong alzó la mirada ante la
abrupta interrupción del castaño, “¿Qué esperas exactamente que te diga? ¿Oh,
pobre tu? ¿Pobre Jaejoong?”
Jaejoong lo miró con rabia.
“¿Te estás burlando?”
“No, eres tú quien se está burlando Jaejoong, dime por favor...solo
dime ¿qué hace falta para que puedas ver lo que todos pueden ver? Eres
maravilloso Kim jaejoong, eres...mierda ni siquiera sé con qué palabras poder
meterte aquí arriba todo lo que las personas que han tenido la suerte de
conocerte sabemos muy bien. Tienes que tener un poco más de puta confianza en
ti."
Jaejoong estaba tieso con las palabras del pequeño discurso de autocompasión aun frescas en sus labios.
“¿Qué no puedes? ¿Cómo vas a saberlo si ni siquiera has
intentado, eh?”
“¿Y que sabes tú?” le preguntó Kim a su vez, iracundo,
con un par de lágrimas de rabia deslizándose sobre esas mejillas albas, “Tengo
tan solo un intento, sino lo logro entonces...nunca más podré y...”
“¿Y qué? Dentro de tres años ya habrás terminado la
carrera, ¿sabes cuán difícil será conseguir una audición abierta? Lo sabes
mejor que yo incluso.”
“¿Es que no entiendes? No estoy preparado.”
“Entonces esfuérzate, sángrate los dedos, las cuerdas
vocales, pero lucha, lucha con todas tus fuerzas para que no te arrepientas
luego,” Changmin había empezado a gritar de la frustración, “las inscripciones
son ahora pero la audición dentro de un mes, y no me mientas Jaejoong no te
mientas a ti mismo tampoco sabes muy bien que no te hubieras alegrado en un
principio sino supieras que tienes posibilidad.”
Y tenía en eso razón por lo tanto Jaejoong no supo que
decirle.
“Así que te devuelvo esto,” el castaño cogió el brazo de
Kim y deposito el tan arrugado folleto entre sus manos, “para que lo mires toda
la noche y recuerdes porque te emocionaste tanto en un principio y tomes una decisión,
la que sea que sea pero una sensata que no te deje pensando en hubieras ¿me oyes?”
Jae asintió apenas.
Las pocas lágrimas que había derramado ahora yacían secas
sobre sus mejillas.
Se quedaron en silencio un par de segundos, “Ok, sé que
no debía gritar pero no pongas esa cara tampoco.”
El pelirrojo negó bajando la mirada, “está bien,” le
susurró
“¡Genial! entonces ¿vamos ya? no creo que necesites de
más tiempo a solas con tu contraproducente autoestima.”
El castaño lo tomó de la muñeca sin previo aviso y lo jaloneó
un poco para que se pusiera en marcha. Pero Jaejoong opuso resistencia.
“¿No quieres venir?” Shim intentó buscar su mirada.
"Gracias" la voz de Jaejoong salió débil, llegó
a los oídos de Changmin en apenas un suspiro, una caricia en algún lugar
recóndito de su canal auditorio que alguna forma u otra impulsó al castaño a
dar ese pequeño paso que los separaba para posicionar sus labios sobre los del
pelirrojo.
A presionarlos a duras penas sobre la textura suave de
aquellos rosáceos músculos ajenos.
Changmin, como sabrán, tenía cero experiencias en cuanto
a besos.
Había besado a una sola persona en lo que iba de vida.
Así que no entendía muy bien como sus labios se habían acomodado
a los de Kim con tanta ligereza, a aprisionarlos de un lado y del otro.
Despacio, y otras no tanto. Shim sentía la respiración del pelirrojo en su
labio superior, caliente y pasiva como una pequeña cosquilla que le hacía
querer reír contra sus labios.
Una de sus manos había subido al hombro de Jaejoong
porque había sentido de pronto la imperiosa necesidad de sostenerse de algo. La
otra sostenía apenas con el índice y el pulgar uno de los bolsillos de los
pantalones de Jaejoong.
Changmin tenía el estómago hecho un nudo y la mente en
blanco. Todo era demasiado confuso y el aroma del otro lo ahogaba. Sentía su
corazón latir con fuerza en su cabeza y un calor descomunal irradiar el hueso
de su mandíbula.
Lo besaba a ciegas.
Moviendo ligeramente la cabeza hacia donde Jaejoong le
ordenara. Topando su nariz entre tanto y sintiendo la cálida mejilla del pelirrojo
contra la suya.
Jaejoong le sujetó la espalda con ambas manos en algún
momento. Le tocó apenas con los dedos intentando llamar su atención y a la
vez...solo acariciarlo.
El beso fue perdiendo ritmo de a pocos, desacelerando hasta
que ambos terminaran frente a frente con los ojos aún cerrados y la respiración
corta.
Se quedaron buen tiempo así. Hasta que la curiosidad
pudiera con el castaño y le obligara a espiar a través de sus pestañas el
rostro del pelirrojo. De ese Jaejoong con el ceño fruncido que respiraba por la
boca y tenía las mejillas rojas.
La realidad lo golpeó entonces.
“¿Jaejoong?”
“Calla...”
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