It takes two

Dedicado al amor de mi vida y mi profundo despecho, en metáforas, porque aparentemente solo así me manejo.

Debo poner la advertencia en el suelo de modo que no me baje a nadie. Esto no tiene un final feliz, ni toca temitas muy bonitos, así que leer bajo su propia responsabilidad.

Disclaimer: Nada de lo que ocurre aquí es un reflejo de lo que pasó o pasará jamás, Jae vive una vida feliz en lo que llame hogar de momento y tendrá su familia bonita en un futuro y toda esa mierda que la gente suele llamar estable.

Pd: spencersmithspencersmithspencersmithspencersmithspencersmith

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Jaejoong es el chico de luz.

Ese que habla fuerte, ese que se ríe a los 4 vientos. 

El que todo mundo cree excéntrico pero finalmente envidiablemente feliz ¿Y es que debe serlo, cierto?

Cuando Changmin le pasa un brazo tras el hombro izquierdo y le siente temblar y arrugar la nariz como si doliera. La verdad es que duda un poco. Cuando ve, desde su altura, el color entre verduzco y morado debajo del cuello de su camisa. Él duda otro poco.

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Jae se ríe tanto con sus compañeros que parece un poco discordante pensar en algo serio cuando Changmin lo ve llegar con un ojo morado. Pues la verdad sea dicha, es de común saber que Jaejoong es bastante torpe.

Changmin miraría a otro lado, pero es bastante difícil de ignorar.

“¿Qué paso con tu ojo?” le pregunta finalmente cuando estan solos y de regreso a sus casas.

Su lengua está agotada de tanto pelear contra los adentros de su boca y dientes.

Jaejoong encoge los hombros, “intenté subir a mi vieja casa del árbol pero aparentemente estoy muy grande y pesado para ella,” le responde entre risitas.

Changmin aprieta los puños. Por supuesto. Eso suena como algo que Jaejoong haría. Estúpido y jodidamente descuidado.

¿Por qué siente un nudo en donde debería tener su estómago entonces?


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Changmin pretende no ver el labio partido que Kim viste al día siguiente.

Porque Jaejoong es el chico luz.

Y quizás, solo quizás, juega con hadas en las colinas de las afueras por las noches y no maneja aún eso de volar del todo bien.


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Changmin no sabe exactamente cuándo se volvieron amigos ¿Siquiera cuándo fue que llegó exactamente Jae a su cole?

Sabe que es menos tiempo que con Yoochun, porque a él lo conoce desde la guardería. Tiene fotos, todas de ellas bastante embarazosas.

No cree haber sido particularmente amistad asidua del chico de luz en un comienzo, pues no puede recordar su voz puberta o su rostro con acné o granitos.

Pero extrañamente, tampoco puede recordar un tiempo sin Jaejoong en el pupitre del al lado. 


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Changmin conoce bien la naturaleza extrovertida y curiosa de Jaejoong, su gusto en golosinas y hasta su forma de escribir. Sabe cuándo le preocupa algo, cuando anda enojado, cuando está verdaderamente feliz, y cuando solo está fingiendo.

A Changmin le gustaría, mucho en verdad, que ese último no fuera el mayoritario.


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“En otra vida, me encantaría ser cantante,” Jaejoong le confiesa una tarde.

“¿Y por qué no en esta?” le contrarresta Changmin.

Tirados sobre el desolado césped del campus de futbol, dado que son horas académicas y ninguno de ambos debería estar realmente ahí.

Jaejoong le mira. Luego sus ojos negros miran algo arriba en el cielo, algo entre las nubes grises que Changmin no puede ver.

“¿Porque no en esta?” le pregunta Shim de nuevo con impaciencia.

Jaejoong solo ríe y encoge sus pequeños hombros.

Changmin no puede zarandearle para exigirle respuesta pues, aunque no tenga evidencia, teme que haya rastros de acuarelas entre sus escápulas. Jaejoong ama el arte. Sobre todo cuando puede ser parte de él. Es por eso que tiene tantos tatuajes.

Uno no debería apoyarse en pintura fresca. Peor aun vistiendo de blanco.

Por eso cuando Changmin lo abraza tiene cuidado de apoyarse solo en su nuca. Puede que él no aprecie el arte o lo entienda en una magnitud mayor a lo estético. Pero puede respetarlo.

Chispazos recorren su cuerpo cuando Jaejoong le sujeta la mandíbula derecha y aprieta con fuerza.

“Eres un buen chico,” ese pelinegro le dice.

Changmin puede respetar el arte.

Quizás hasta pueda aprender a disfrutarlo. Sí, tal vez. Un buen día de estos.


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A Jaejoong le gustan mucho las cometas. Vuelan alto. Tienen mucho color y hacen piruetas. A Jaejoong le gustan mucho las piruetas, es por eso que se ha fracturado muchos huesos a la fecha.

Changmin siempre le está pidiendo que deje de hacerlo.

Pero Jaejoong es un soñador.

Changmin reza todas las noches para que no vaya a romperse las alas, no está muy seguro de que haya cabestrillos que puedan repararlas en el desafortunado y eventual caso.


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Changmin se topa con Yoochun una tarde de limpieza.

“Oye,” el de los rulos negros le saluda ya estirando la mano para arruinarle el cabello.

Changmin alcanza a detenerle a mitad de camino mientras le lanza una amenaza con la mirada.

La risa explosiva de Jaejoong a lo lejos los distrae.

“Ese Jaejoong es un chiquillo tan feliz,” Yoochun suspira con una sonrisa.

Changmin de pronto no puede decir nada.


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La piel de Jaejoong es suave. Prácticamente algodón excepto donde no lo es. En las cicatrices. Jaejoong tiene muchas de ellas.

“Soy un superhéroe en mis ratos libres,” le gusta decir cuando se le cuestiona sus orígenes.

Changmin tiene pesadillas en las noches. Pues Jaejoong pelea con dragones en ellas y la mayoría de veces…no gana.


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“Feliz cumpleaños,” Changmin le dice entregándole un paquete grande y ligero.

“Vaya ¿qué es?” Jaejoong le pregunta convencionalmente pero excitado.

Sus dedos juegan con el listón del empaque.

“Un paquete de cascos, pero mayoritariamente almohadas,” Changmin le miente.

Los ojos negros le ignoran. Muy ocupados despegando los adhesivos con sumo cuidado para no arruinar el empaque y acrecentando en el proceso el – a estas alturas - evidente tono rosáceo en las mejillas de ese larguirucho Shim Changmin a su lado.

El regalo es en realidad un elefante. Bueno, uno de peluche. Es bastante bonito. Changmin sabe que lo es. Porque lo ha mandado a hacer.

Lo que no sabe es qué hacer cuando su amigo rompe tan abruptamente en llanto.

De pie, tan inútil e impotente, Changmin no puede más que sofocarse con tres preguntas principalmente.

¿Qué pasa? ¿Dónde duele? ¿Quién te está haciendo daño?

Quiere llorar también, pero quiere ser fuerte por ambos a la vez.

Jaejoong se detiene en algún punto y se acerca a él con hombros aún temblorosos para depositar un pequeño beso en su mejilla izquierda.

“Gracias, en verdad,” le dice.

Changmin querría decir gracias también. Con todo, lo que él podría llamar, su ser.


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Jaejoong es llevado a la enfermería cuando se desmaya a mitad de la clase de química. Changmin no puede culparlo. Mitad de la clase prácticamente muere de aburrimiento bajo la tutela del profesor Smith, él incluido.

Pero de nuevo, no todos sus otros compañeros, ostentan un espectacular corte de casi todo el largo de sus pantorrillas.


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Cuando Changmin entra en la enfermería la campana del fin de clases ha tocado hace unos 20 minutos.

La enfermera no está, Changmin la ha visto salir hace unos momentos.

Jaejoong se encuentra sobre una de las camillas admirando al techo. Probablemente dibujando constelaciones con las irregularidades de la pintura. Mientras su pierna cuelga a un lado, vendada. Pero Changmin puede ver los residuos de gasa ensangrentada dentro del tacho de basura conforme se abre camino hacia él.

Al llegar, le cubre los ojos con la mano derecha.

Jaejoong sonríe.

“¿Debo adivinar?” le pregunta pero Changmin no le responde nada.

“Exageré un poco a ver si podía zurrarme el día entero y mira tú, funcionó de maravilla.”

Changmin siente mucho odio en la boca de su estómago. Porque pese a que ame tanto a Kim Jaejoong. Lo cierto es que también lo odia a veces, casi tanto como se odia a sí mismo.

Deja de fingir, ¿que no has tenido ya suficiente?

“Silencio,” le exhorta finalmente.

Y sus lágrimas por cuestión de gravedad caen sobre el rostro de su amigo.

“De ahora en adelante te besaré cada vez que intentes mentirme, así que más te vale cerrar el maldito pico o tendré que comerte la boca, será tu movida, sin arrepentimientos, tu llamado, tuyo y de nadie más.”


Jaejoong permanece en silencio por minutos enteros. 

Changmin le besa de todas formas. Muy torpe. Bastante torpe. Lento y hasta incómodo, porque definitivamente es uno de los peores ángulos. Pero los dedos de sus pies se flexionan dentro de sus gastadas converse y algo dentro de sus tripas vive como nunca antes.


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Muchas veces simplemente pasan el tiempo en silencio, sin necesidad de música o charlas vagas. De cuclillas sobre algún pasillo o propiamente regados sobre las duras mayólicas para cubrirse del sol.

Muchas otras, Jaejoong inventa historias sobre elefantes, todas tienen finales felices, como deben, y Changmin concilia el sueño en una paz casi espiritual.

Casi.

Porque Changmin ya no cree en lo espiritual. Pues a pesar de que aquello le haga sentir tan vacío, se ha arrancado los puntos entre sus párpados ya y ahora no puede cerrar los ojos de nuevo.

Cala muy hondo en él entender que alguna vez fue esta perfecta creación del ser más justo de todos los tiempos y ahora simplemente existe. Que solo es un constructo de células, tejidos y órganos. Y aparentemente todo el resto de personas en el planeta, lo son también.

No hay a quién pedir ayuda.

Y así años y años de fe desaparecen más rápido de lo que toma chasquear los dedos o aplaudir. 

Dios no existe, las hadas no existen. Y Jaejoong no juega con ellas por las noches. Sino con su padrastro.

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Es invierno. Uno de los días más fríos que van del mes, según el meteorólogo del canal nacional al que Changmin escuchó mientras desayunaba. Caminar calle abajo, por tanto, no es la mejor idea. Aparentemente el resto de personas piensa igual porque encuentran todo sitio prácticamente desolado. Pero ahí va él, como siempre, a su lado.

“¿Has pensado que harás tras graduarte?” Jaejoong le pregunta, su cuerpo y rostros diminutos se pierden entre cada prenda, desde gorro tejido hasta guantes pero su nariz emerge entre toda aquella maraña, inminentemente roja, como un reno navideño.

Changmin ha logrado sacarle una fotografía sin ser descubierto.

“Es domingo, ese tipo de conversaciones son para un Lunes, viendo mi deprimente reporte de notas,” Changmin le responde.

“Hablo en serio,” el pelinegro se queja intentando golpearle amistosamente en el hombro.

Changmin lo esquiva con facilidad.

“No lo sé Jae, fácil hago el servicio antes para evitarme el drama con mis padres.”

“No durarías una semana,” Jaejoong bufa sin tomarle en serio, como si en realidad estuviera convencido de ello.

“Oh ¿y tú sí?” Changmin le inquiere irritado.

“No tiene que ver con fuerza Changmin-ah,” el pelinegro le confía antes de acorralarlo contra el anuncio publicitario de una cadena telefónica.

Todo su cuerpo contra el suyo. Changmin no podría sentir nada con tanto acolchonamiento de por medio pero, para bien o para mal, tiene un límbico muy cooperativo.

“Importa más la disciplina,” Jaejoong continúa.

A Changmin, en realidad, no le importa la milicia en absoluto.


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“Sígueme,” aquella voz inconfundible le dice.

“¿Qué hay de matemáticas?” Changmin pregunta sin convicción.

“¿A quién mierda le interesa?” es lo que recibe como respuesta.

Aquello parece argumento suficiente, sin embargo.

“Eres un chico sabio Kim Jaejoong.”

El pelinegro saca su lengua y no pierde otro segundo para sujetar su mano fuertemente y echar a correr de tres en tres los escalones del pabellón A hasta el techo.

Esta vez Changmin se asegura de decir gracias, en algún punto entre las campanas de mitad de clase y las manos de Jaejoong entre sus dedos.

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La habitación está a oscuras cuando Changmin toca por primera vez su piel de esa forma. Jaejoong está frío y su cuerpo maltratado, Changmin puede sentir cada textura patológica con la yema de sus dedos. 

Ojalá pudiera borrarlo todo, piensa, cada memoria mala, a besos.

Ojalá, a su vez, pudiera declararle su amor sin temor a romper ese débil hilo que los sujeta del inmente abismo.

El corazón de Shim se estruja hasta volverse prácticamente un muñón. Changmin se esfuerza por poner su amor en cada beso. Con la viva esperanza de brindarle con sus labios algo de alivio, recorriendo cada porción de piel con la suavidad de una pluma.

Jaejoong desarrolla pronto un gusto particular por su cuello.

Changmin desarrolla el gusto por algo un poquito más sureño.

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“No te metas allí,” uno de sus compañeros le dice un día, se llama Junsu y probablemente sepa algo, ¿pero quién no podría saberlo ya? Esa venda que trae Jae en la cabeza, es la segunda vez en el mes.

Changmin finge no tomarle importancia pero lo cierto es que se muerde la mejilla por dentro hasta hacerla sangrar.


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Es una tarde de Enero, están en la habitación de Changmin jugando videojuegos.

“En otra vida…” Jaejoong empieza después de haberle ganado tres partidos de FIFA seguidos.

“Odio cuando usas expresiones como esa,” Changmin sisea y no porque esté irritado tras haber perdido tres partidos seguidos, al menos no únicamente.

Jaejoong por primera vez guarda silencio.

Quizás sean los ojos rojizos de ese Shim, los que hacen el truco. 

El pelinegro se deja caer sobre el cojín y el piso alfombrado para evitar seguir viéndolo.

“¿Por qué no podría ser en esta?” Changmin continúa, su voz suena un poco rota.

Jaejoong le golpea despacio el muslo derecho.

“Lo sé, lo siento,” Kim le dice, pero son mentiras.

A Changmin no le gustan las mentiras. Particularmente las de Kim Jaejoong.

“Podría sacarte de aquí ¿sabes? Solo tienes que pedirlo y te llevaré lejos,” Changmin le dice, no le mira a la cara sino a sus manos, pero no habla a la ligera, es más, no cree haber ido tan en serio en su vida.

Y es que esa sola idea ha sabido mantenerle en vela en muchas oportunidades ya. Demonios. Es en todo lo que puede pensar últimamente.

El deseo ha sido tan real para él que incluso ha ahorrado dinero, no es una suma pequeña.

“¿A dónde?” Jaejoong le pregunta.

El corazón ruge dentro del pecho de Shim, atormentado y esperanzado.

“A donde no haya dolor,” es su pequeña pero convencida respuesta final.

Jaejoong tan solo suspira, “no existe tal sitio Min.”

Lo sé…

“Podría haberlo,” Changmin trata con terquedad, “si estás conmigo yo...”

Jaejoong sonríe una de sus sonrisas verdaderas. La que es imposible. La que este mundo gris necesita en fotografías.

“Eres precioso Shim Changmin, espero todos los que te rodeen siempre lo sepan.”


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Cuando follan, desprenden junto a sus interiores también sus máscaras.

Las manos de Kim se enredan en las sábanas, jadeando, jurando y Changmin verdaderamente siente que podría perder la cabeza.

El cuerpo de Jaejoong le excita tanto que muchas veces teme terminar rompiéndolos, a ambos.

No sería el peor de los finales, si lo piensa un poco. Pero Changmin se ha prohibido pensar en lo peor del todo.

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Probablemente todo lo que Changmin quiere en esta vida es proteger a Kim Jaejoong.

Todo lo que Jaejoong quiere en esta vida es recostarse a su lado sobre las flores.


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El día trágico llega una semana antes de su graduación. Jaejoong es lanzado contra un repostero y su cabeza recibe el golpe primero. Es fuerte. Su cráneo se fractura al instante y la presión dentro no aguanta el viaje en la ambulancia.

Él muere a la 2:27 de la madrugada. Y su padrastro está tan alcoholizado que no puede ni responder el interrogatorio de modo coherente.

Todos actúan como si no pudieran creerlo.

Pero Changmin puede ver la verdad al final de sus miradas.

Lástima...

Aún así Changmin no puede odiarlos. La tristeza que siente es tan sobreacogedora que anula todo otro esbozo de sentimiento.


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De haberlo sabido, a veces piensa, tirado sobre el pasto en el que solían pasar tanto rato, le hubiera abrazado ese día un segundo más.

Otras veces entiende que ni así podría haber sido suficiente.

Llore lo que llore no puede simplemente volver el tiempo atrás. Tire las piedras que tire nada igualará la balanza porque la verdad de las cosas es que Jaejoong ya no está y Changmin ya no cree en Dios ni en hadas.

Pero a veces, algunas maravillosas veces, cuando mira las nubes y encuentra elefantes, piensa que tal vez puede creer en ángeles.



CONVERSATION

4 comentarios:

  1. Estoy llorando ;o;, escribes fenomenal, a mí me encantó, aunque una parte de mí dice ¿¡por qué no denunciaron al desgraciado?! Ohh mundo cruel, por qué Jaejoong no se fue, ¿esta es la otra vida? más les vale no desperdiciarla, qué triste final, se amaban tanto T_T

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    1. No pensé en esta como la otra vida, porque me niego a creer que jae haya pasado algo tan feo en ninguna de sus vidas pasadas, estudio medicina en perú y a veces veo pacientes que han sufrido tanto abuso que hasta te entran ganas de llorar, el caso de una chica particularmente me rompió el alma (en realidad se juntaron varias cosas y yo ya andaba en ese estado introspectivo un tanto solitario) así que empecé a escribir todo esto, no pude parar en un punto y solo quedó así, alucina que en esta historia hay siquiera amor. Algo para enmascarar en algo la tortura de esa almita. En fin, no es el tipo de cosas que disfruto escribiendo pero estaba armado y me iba a dar cositas simplemente guardarlo en mis carpetas. Muchas gracias por leer.

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  2. Kimmy bonita, siempre te he dicho que tienes ese don hermoso para conmover corazones... tocarlos, acariciarlos y estrujarlos xD Aun cuando sabía que aquello no iba a terminar bien, no puedo evitar el que una lagrimilla traicionera se me escapara en cuando vi la varilla en la parte derecha, y comprendí que estaba llegando al final. Sinceramente, me gustó demasiado. Existen temas que a veces preferimos evitar, despues de todo, es más bonito y ameno leer romances tiernos, torpes y apasionados, pero, aveces, a veces solo necesitamos recordar que el amor nace en cualquier época, en cualquier realidad y en cualquier situación. Está allí presente y puede dejar tantas cicatrices como recuerdos hermosos.

    Me siento realmente conmovida.

    Jaejoong representó a esas personas que son tan hermosas en esencia, que terminan siendo llamados por que necesitan de ellos en los cielos. Solo que creo que obvian el gran detalle de que exiten personas que aún las necesitaban en este mundo. Me quedé como Changmin que lo va añorar siempre, y pienso que podría haber un bonus sobre "la otra vida", yo no sé realmente si aquello sea cierto, pero me parece una hermosa ilusión, por la cual, me atrevería a arriesgarme en creer.

    En fin, Kimmy bonita @♡ como siempre gracias, ahora mismo estoy saliendo para mis examenes, pero tenia que leer este escrito. No iba a estar tranquila sino xD.

    Bueno, saludos y espero que tengas un bonito día :3

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    1. Tu me has generado un alivio enorme, con toda honestidad, creo que he leído tu comentario unas 6 o 7 veces. Me hiciste mandar mi paso de neuro al carajo pero tuve 20 así que no importa, porque en serio calaste hondo. Yo no soy muy, digamos, de hadas y cuentos mágicos, no creo en un cielo o un infierno, pero por un segundo
      ... solo... por una milésima de el...en verdad quise creer, y respiré, mierda, creo que había estado sin respirar toda esta maldita semana y lo necesitaba. Cierto es que no sé si hay algo más allá pero quizás podría arriesgarme a creer también.

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